Boletín FAHHO No. 4 (Ene-Feb 2015)

TESOROS FAHHO: ARTE DE LA LENGUA MEXICANA DE HORACIO CAROCHI (1645)

Michael Swanton

Cuando arribaron los europeos a las tierras que llamaron la Nueva España encontraron una asombrosa diversidad lingüística como sólo podía hallarse en pocos lugares del mundo. Sin embargo, rápidamente se dieron cuenta de que una lengua ya fungía como lengua vehicular para la administración del tributo y para el comercio en muchas partes de este “nuevo” mundo: el náhuatl o “la lengua mexicana”.

De manera pragmática, los europeos incorporaron esta lengua en la administración colonial del territorio y de este modo el náhuatl ocupó un lugar intermedio —y privilegiado—entre el español y las demás lenguas del país. En el primer siglo después de la Conquista, y aún tiempo después, la interpretación lingüística solía hacerse en dos pasos: de una lengua local al náhuatl y del náhuatl al español y viceversa. Como herencia de esta política lingüística, muchos de los nombres de lugares en México provienen del náhuatl, así como la casi totalidad de los préstamos al español para nombres de flora (ahuehuete, cacalosúchil), alimentos (guacamole, tejate), artefactos (metate, alcahuete) y prácticas mesoamericanas (tequio, mitote).

Por este mismo motivo, el estudio del náhuatl era un requerimiento obligatorio incluso cuando los frailes se especializaran después en otras lenguas mesoamericanas. Fueron los frailes de la orden de San Francisco quienes pusieron los cimientos del estudio del náhuatl entre los europeos. Fray Andrés de Olmos escribió la primera gramática de esta lengua, el Arte de la lengua mexicana, la cual circulaba en forma manuscrita hasta 1875. Fray Bernardino de Sahagún hizo una enciclopedia cultural en la lengua náhuatl que hoy conocemos como la Historia general de las cosas de la Nueva España y fray Alonso de Molina recopiló el léxico nahua en su extraordinario Vocabulario en lengua castellana y mexicana y mexicana y castellana, impreso en la casa de Antonio de Espinosa en 1571. No obstante, el estudio colonial de la gramática del náhuatl alcanzó su auge con las descripciones lingüísticas de los religiosos de la Compañía de Jesús.

Fundada en 1540, la Compañía de Jesús no llegó a México hasta 1572, después del fracaso de su misión de Ajacán en lo que hoy es el estado de Virginia, en Estados Unidos. Entre los primeros reclutas de los jesuitas estuvo Antonio del Rincón, un nativo de Texcoco quien hizo sus primeros votos en 1575. En 1595, Rincón publicó una gramática del nahuatl y poco después, en 1601, falleció. Este mismo año, en la ciudad de Roma, Horacio Carochi, originario de Florencia, ingresó a la Compañía de Jesús. El joven jesuita italiano llegó a México en 1605 y se destacó por su habilidad con las lenguas, sobre todo con el otomí. No obstante, tenía un amplio conocimiento del náhuatl y, de hecho, hoy la fama de Carochi se debe a su Arte de la lengua mexicana, la gramática más influyente que ha sido publicada en esta lengua y una obra maestra de la lingüística del siglo XVII.

Impreso en la casa de Juan Ruiz en 1645, el Arte de Carochi tiene varias innovaciones importantes, entre las más famosas está su amplia descripción de los “adverbios” en náhuatl y su cuidadosa presentación de los sonidos de la lengua por medio de acentos y diacríticos tomados de la métrica grecolatina. El jesuita italiano también retoma los avances de su predecesor Rincón; por ejemplo, adopta y clarifica su categoría de “verbos aplicativos”, un término y concepto que aún se usa en la lingüística moderna.

El resultado de esta influencia intelectual fue la tradición jesuita de la descripción gramatical del náhuatl. Esta tradición perduró mucho tiempo y en 1759 el padre Ignacio de Paredes, también de la Compañía de Jesús, publicó un Compendio del arte de la lengua mexicana del P. Horacio Carochi, que es casi una reedición literal del Arte de 1645.

Unos años después, el jesuita Francisco Xavier Clavijero, famoso por su Historia Antigua de México, escribió una gramática que se inspira en la de Carochi y que permaneció en su versión manuscrita hasta la segunda mitad del siglo XX.

El impacto del Arte de Carochi en el estudio del náhuatl se puede apreciar no sólo por sus numerosas reediciones (1892, 1904, 1983 y 2001 y la reedición de Paredes de 1759 que fue reeditado en 1897, 1902, 1910 y 1979), sino por su uso como fuente principal para los estudios posteriores del náhuatl desde el siglo XIX hasta la actualidad. No obstante, es de lamentar que la extraordinaria gramática de Carochi —posiblemente la mejor gramática del siglo XVII—, así como las demás gramáticas de lenguas americanas, no hayan fecundado la reflexión sobre el lenguaje que era tan importante en Europa en esa misma época. Si lo hubieran hecho es posible que la lingüística actual sería diferente, probablemente mejor.

La Biblioteca de Investigación Juan de Córdova, auspiciada por la Fundación Alfredo Harp Helú, conserva en sus acervos una primera edición del Arte de la lengua mexicana de Horacio Carochi, así como el Compendio de Ignacio de Paredes, ambos disponibles para la investigación.

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