Terminan las Obras de la Universidad La Salle Oaxaca
Como arquitectos, nos sumamos al criterio FAHHO de “Comunicar valores tradicionales en los nuevos espacios culturales”. En el caso del recinto universitario había que hacer sentir a los jóvenes alumnos en un ambiente propio, de lenguaje local.
Sabemos lo trascendental del papel que nos tocó; escoger qué colocar y cómo hacerlo en este terreno. Creamos organismos que se alimentan de energía y que producen residuos. Nuestras decisiones repercuten en la naturaleza y en la cultura con impactos grandes a pesar del cuidado ecológico que hemos procurado. Este terreno lleva millones de años evolucionando, y en los últimos seis que hemos convivido en él y con él, descubrimos que somos una cultura todavía corta en los alcances de comunión con el entorno.
Sabemos que no está en nuestras manos el cambiar las circunstancias del mundo, pero sí el proponer soluciones con valores particulares, aceptando el momento actual y dando a conocer la fuerza de nuestro pasado y de nuestra esperanza en el futuro. Toda el agua de lluvia la introducimos al subsuelo a través de pozos de absorción, toda el agua negra la tratamos y una parte se ocupa para riego. Tratamos de que en la mayoría de las obras la mano sea local y el material tradicional: el ladrillo artesanal como piel de los edificios.
Para la composición espacial fijamos el macizo montañoso de la sierra norte como limite visual. A partir de ahí, hacia el sur (el eje principal que es el de la tierra y donde cruza el eje de la trayectoria del sol cada día), surgen todos los ejes de los edificios como ramas de un árbol. En el cruce principal está la biblioteca, el gimnasio y la rectoría como elementos preponderantes del recinto.
A lo largo de estos años, cada uno de los integrantes del equipo de la obra hemos puesto conocimiento y corazón.