TENER EN SILENCIO
En la primavera de 2012 inauguramos en el Museo Textil de Oaxaca la exposición de arte textil mapuche Ñimin: Dibujo de la Tierra. Recados andinos en tierras mesoamericanas nutrieron de conexiones y reconocimientos el encuentro. Gran asombro y admiración nos surgió al ver labrados sobre la piel arquitectónica de Mitla los más cotidianos diseños textiles de los Andes.
En 2016, cuarenta tejedoras y tejedores del taller de arte textil mapuche Ad llallin (“Bonitas costumbres de las arañas” en mapudungun), en Santiago de Chile, llevamos una bitácora de viaje por el territorio textil. Una porción de nosotras viajó al segundo Encuentro de Textiles Mesoamericanos (TEXTIM II), dedicado a la memoria y genio de la tejedora de San Mateo del Mar, Justina Oviedo Rangel, gran artista, maestra y visionaria en la materialización de lo inconcebible y en su forma de encantar la vida.
“Llampezken y Papalotl: biología de las danzas textiles y tintóreas entre mariposas andinas y mesoamericanas” llamé a mi participación sobre la articulación entre mariposas custodias de la trasmisión y el sentido de la cultura, dedicada a toda la gente y arte que resiste y poliniza territorios, cruzando el espacio en su amplia diversidad; a la crianza y cuidados de nuestros tejidos, las flores de nuestro jardín.
Los grandes encuentros rememoran los antiguos mercados y huertos. La presencia de inchin (nosotros) como otra forma de ser y sentirnos, es un estado que podemos invocar con mucha fuerza para comprender y colaborar con determinación en los procesos de cambio.
En inchin recibimos una de las noticias en construcción que más esperábamos observar en el encuentro, reportes sobre su desarrollo serán referentes para nosotros acá en el sur. Se trata de la función de los plagios de las creaciones colectivas y comunitarias de las comunidades y de los pueblos preexistentes a las actuales naciones, como precedentes que se sientan en la fundación de un nuevo paradigma respecto a las tenencias y autorías colectivas en los actuales contextos.
Los textiles aún se sitúan en gran medida dentro de lo que denomino territorios culturales invisibilizados. Hoy sabemos, en el ámbito de fronteras, que poseen agudas cualidades que los definen como territorios altamente cargados de riquezas espirituales, simbólicas, técnicas, científicas, estéticas y políticas que es de gran felicidad poder compartir.
Tras reflexionar, estamos distantes de acoger la idea de patentar o inscribirnos como dueñas o autoras, pues el espíritu del arte textil es inmenso y libre, en constante transformación, exige no pertenecer a nadie en particular, pues una muerte rápida en la pasarela o temporada de moda, no es lugar para una abuela y abuelo tan, tan viejos y legendarios. Más bien: ¿cómo tejo mi lealtad? La celebración constante de la cotidianeidad —asociada al trabajo comunitario, a las asambleas, a la tierra, a la medicina tradicional y trasmisión de saberes— es de sus alimentos preferidos. Vestir los días, noches, nacimientos y muertes es su itinerario favorito, sustentado por muchas comunidades. Sobre las innovaciones, me parece que es una gran y buena noticia experimentar siempre.
Durante el encuentro, una abuela tejedora declaró solemne ante la audiencia del TEXTIM que estaba acostumbrada a tener algo propio sin decirlo. En ese momento, el silencio viejo y la silencia vieja entraron caminando descalzos e inauguraron la lenta ceremonia de la que hoy somos parte, ceremonia diligente en toda la tierra. Lo sagrado regresa, sagrado-arte-cotidiano; la abuela a la que estábamos esperando habló, dejando sus huellas y zapatos en su árbol genealógico; lo recorrió y la dejó exactamente en el mismo lugar donde confluimos todos esa tarde, en otro árbol de la vida.
“Actualmente se pueden registrar productos (textiles) aunque no sean tuyos, el temor es quién lo va a hacer, por eso hay que plantearlo. Hay cierto recelo. ¡Necesitamos aprender la tecnología!”. También dijo: “Nos da dificultad manifestar nuestra identidad. Estamos acostumbradas/os a tener algo propio sin decirlo”. Luego habló y lloró una joven bordadora: “Mi sensación frente al plagio… pues es duro, porque tienes que entrar a algo [para lo] que no estás preparado como pueblo… ¡Que eso no suceda!”. Paz para las tejedoras y tejedores en todo el planeta.
Continuar pensando que las comunidades son anónimas, apropiarnos de lo que nos entrelaza, del pegamento que nos aglutina, apoderarse de los filamentos conectores de la cultura, toda esa soberanía sostenida para ser compartida en los grandes y pequeños encuentros es un atentado a los árboles genealógicos y al gran espíritu del tejido, que vive, respira y ronronea en todas las existencias. Acá, en Wallmapu, luchamos porque las trayectorias cotidianas aporten en la comprensión de los procesos íntimos de reconfiguraciones territoriales colectivas y comunitarias, con extensiones en los cuerpos de todos los roles. Las tejedoras reflexionamos acerca del pasado y presente que compartimos en las bitácoras textiles, a modo de “pequeña comarca” y, como América Latina, observamos las diferencias históricas y sociales que hay entre regiones, y deseamos volver a reunirnos con nuestras diferencias. Tenemos el solemne honor de conocer la danza del tener en silencio.
Lluvia nocturna con olor a tierra húmeda.
Buenos viajes por los territorios textiles. Desde ya bienvenidas y bienvenidos a los Andes.