Solenoide de Mircea Cărtărescu
No podría decir con certeza de qué trata Solenoide de Mircea Cărtărescu. Es una obra tan colosal que, a pesar de haberla terminado el mismo día en que escribo esto, tendría que consultarla de nuevo para no omitir sus temas fundamentales. Algo casi imposible dado el formato breve de esta reseña. Lo que sí puedo expresar son mis reacciones sinceras de asombro, un tanto de pasmo, de aturdimiento. Una novela extraña, kafkiana, lyncheana, tan sui generis que es difícil compararla con alguna otra. Y, a pesar de las limitantes para reseñar una obra como esta —de casi ochocientas páginas— en un par de cuartillas, hago el intento.
Solenoide es la narración de un maestro de rumano en la Bucarest soviética de los años ochenta, un maestro y escritor fracasado que deja en claro, desde los primeros capítulos, que no desea escribir una novela, y que eso que redacta —es decir, Solenoide— no es literatura, sino un diario personal para contarse a sí mismo su vida, para preservar sus memorias como un acto vital con sentido solo para él. Esta primera impresión parece remitirnos a una novela de corte realista-social, pero cuartilla tras cuartilla el relato se va sumergiendo en una extrañeza profunda que carece de sentido racional. He aquí lo interesante de Solenoide: es una obra que exige sentirla más que entenderla, dejarse llevar por la compleja prosa de Cărtărescu y olvidarse de buscar explicaciones a los sucesos narrados. Hay que fluir en una especie de trance y disfrutar la musicalidad de las larguísimas frases, y el texto que sustituye los párrafos por densos bloques de letras.
No es una novela realista, de fantasía, de ciencia ficción o de realismo mágico, pero emplea herramientas y elementos de cada uno de estos géneros. Principalmente del realismo mágico, pues se nota la enorme influencia que la narrativa latinoamericana ha tenido sobre Mircea —como él mismo ha evidenciado—. “Rumania es una especie de Latinoamérica en Europa”, dijo el autor en una presentación. Sin embargo, tampoco se trata de una burda imitación o una copia. Al leer la vida asfixiante del protagonista de Solenoide, viviendo en una decadente ciudad comunista devastada por la descontrolada priorización de la industria, se crean imágenes muy distintas a los panoramas tradicionalmente narrados de América Latina. Una ciudad industrial triste y llena de nostalgias, de pasados atrapados en sus muros y construcciones derruidas. Es en una zona marginal donde el profesor compra una casa en forma de barco construida sobre un solenoide cuyas funciones, en un inicio, son desconocidas.
El punto de inflexión viene cuando el maestro cuenta que se desenamoró de la literatura tras presentar lo que consideraba su obra cúspide, el poema La caída, en una tertulia literaria. Obra que terminó siendo ninguneada, ignorada y ridiculizada por sus colegas. Así es como se da a entender que el protagonista es el mismo Mircea Cărtărescu en una realidad alterna, quien gozó de éxito continuo a partir de la presentación de ese mismo poema en un cenáculo parecido. Un juego metaficcional. De ahí se desprenden ambos Mirceas: el exitoso de nuestra realidad y el fracasado de la realidad de Solenoide. Incluso el protagonista llega a pensar que su otro yo, el exitoso, estaría viajando y presentando sus libros alrededor del mundo. Algo que sucede con Cărtărescu hoy en día, un candidato serio al Premio Nobel de Literatura.
La novela pronto se desenvuelve en temas místicos, metafísicos, científicos, oníricos y filosóficos. Algo que puede desorientar si no se presta atención a la complejidad narrativa, pues no existe un arco dramático definido. Tras un par de centenas de páginas, uno se da cuenta de que Cărtărescu no sabía hacia dónde llevar su novela; simplemente escribía de forma torrencial, como le dictaba su mente —algo que confirma en entrevistas—. En su obra hay temas recurrentes, pero el autor aborda casi de forma obsesiva la cuarta dimensión. El protagonista siempre está en busca de esta cuarta dimensión, con la esperanza de escapar y cegarse con las realidades más allá de la nuestra. Es en esos capítulos donde más disfruté a Cărtărescu: narraba con la pasión de alguien fascinado por el enigma de la realidad del universo podría hacerlo.
Otro tema cautivante es el de los piquetistas, una secta que se reunía en cementerios o en morgues de Bucarest y que protestaba contra la entropía, la muerte y el deterioro de la vida y del universo. Uno de mis capítulos favoritos es aquel donde el líder de los piquetistas lanza un discurso sobre lo aterrador y abominable que resulta juntar una consciencia con un cuerpo finito, que más pronto que tarde se pudrirá y convertirá en polvo.
En el libro podemos encontrar otros tópicos igual de fascinantes, como el manuscrito Voynich, los edificios con arquitectura escheriana, el hipercubo, la botella de Klein, los experimentos de autoahorcamiento de Nicolae Minovici… Su extrañeza me proporcionó una experiencia tremendamente disfrutable.
Entonces, ¿cómo definir Solenoide? Posiblemente como una novela única en su tipo. Solenoide es una de esas genialidades literarias que te pasman y redimensionan la literatura, que revitalizan el asombro, el candor y la indagación que se van perdiendo con la vida diaria.
Recuerda que puedes encontrar Solenoide y las demás obras de Mircea Cărtărescu en la Librería Grañén Porrúa.