Boletín FAHHO Digital No. 10 (Dic 2021)

Sobre el color verde, la mente y el arte

Jorge Contreras

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Los pensamientos emergen, brillan y se apagan, en mareas que se repiten con ritmos que tienen origen en el mismo mundo que configuran; ese mundo ahora se parece a la sensación que queda después de leer o escuchar una historia.1 Slavoj Zizek ha insistido en que la Ecología está sustituyendo a la religión; y que la idea de que el hombre debe dominar a la naturaleza está siendo reemplazada por la del hombre que busca comunicarse con la naturaleza.

Ese propósito es complejo, pues hay que resolver cómo nos adaptamos, a cada momento, a un mundo que encontramos ya construido, pero que no está fijo, y que buscamos hacer estable mediante el significado y el lenguaje.

Volver a conectarnos con el flujo de la naturaleza y pensar como especie implica construir una nueva forma de vida, afortunadamente eso se puede hacer; el arte lleva muchos años mostrando que es posible dilucidar el mundo construido, mirarlo desde atrás del telón2 e intervenir la manera de comprenderlo todo.

De hecho, el arte se reinventa todo el tiempo e implica, normalmente, observar todo como nuevo, partir de cero en cada experiencia; no para mirar con ingenuidad, sino para intentar quitar las capas de prejuicios.

La exposición que presenta este fin de año el Centro Cultural San Pablo tiene como tema, precisamente, la naturaleza, y busca que se entienda como medio ambiente desde una perspectiva ecológica para proponer, mediante el arte, que también es posible pensar en una ecología de la mente.

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Las aves miran de forma inimaginable para los seres humanos: su registro cromático es tan distinto que parece que habitan otras formas de espacio. Las abejas y otros insectos sociales, mediante mecanismos biológicos, participan y se adaptan como comunidades en el funcionamiento de su entorno. Así, la exposición en el Centro Cultural San Pablo incluye dos nidos elaborados por aves invitadas,3 y otros hechos por personas para intentar que lleguen algunos pájaros a usarlos como casas. La intención de ello es pensar la diferencia entre lo natural y lo artificial.

Durante varios años, la artista Yolanda García Ceballos realizó una obra titulada Teoría de la transición, sobre la idea de habitar un espacio, que consiste en reunir restos de tierra de diferentes colores y fotografías de casas abandonadas o en demolición, específicamente del municipio de San Pedro Garza García, en Nuevo León. Yolanda visitó los terrenos, registró en imágenes los fragmentos de muros, los vestigios de las casas y sus espacios habitados con funciones específicas: cocina, recámara, baño, estancia… De alguna manera, con su obra remite a la ausencia de la experiencia vivida en esos espacios. ¿Qué tanta presencia actual puede tener una experiencia pasada?, ¿qué se necesita para que se convierta en memoria?

En las fotografías de Yolanda se pueden observar muros encalados que han perdido su pintura, tabiques fragmentados que siguen en el piso, volviéndose polvo, tuberías, varillas y otros metales salitrosos a los que se adhieren restos de vida en la que hubo emociones, sueños, deseos, esperanza, fe. Esas imágenes exploran la vida vinculada a un espacio, y la posibilidad de que la experiencia se extinga, transformándose en experiencia de otras vidas. En los terrenos donde están las casas en ruinas, se han construido otras que volverán a demolerse. Aparecen casas, templos y ciudades, y se van demasiado rápido; animales, plantas, humanos se van demasiado rápido.

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El ave llamada Garuda lleva en el pico una rama de árbol muy larga; en las garras, un elefante y una tortuga enormes. Bajo sus alas oscurece el cielo, entre las nubes y la tierra su sombra forma el telón que observamos como realidad.

El primer ojo que distinguió esa ave al nacer fue el de una mujer sentada en una piedra, el ojo de su madre que había cuidado su huevo por 500 años; y reconoció el mismo fuego que le animaba: el ojo de su madre era el suyo. Supo desde ese momento que su misión consistía en robar a Indra el soma, y entregarlo a las serpientes para liberar a su madre. Antes de cualquier prueba y cualquier obra, la vida de los dioses era vana.4

El soma es una bebida que es el sol que se transforma. En Oaxaca el sol se transforma en mezcal mediante algún tipo de agave, que es una manera humana de convertir la vida del agave en experiencia mística.

Para explorar la forma y la intensidad en que una planta recibe sol durante muchas horas, días o años, Christian Thornton desarrolló un sistema de registro colocando dispositivos sensibles a la luz solar en el quiote de un maguey. El resultado es una nube de luz hecha de vidrio transparente muy fino que acompaña al quiote, y que es artificial y natural al mismo tiempo.

En la exposición del CCSP se presentan la delicada nube de vidrio, el laboratorio y el instrumental desarrollado por Christian Thornton en Oaxaca, y por su colega en Alemania, para medir la manera en que la luz solar se transforma en energía que carga al agave, y que más tarde, mediante otros procesos, se convierte en mezcal.

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A propósito de hacer un registro de la memoria vegetal en diversas formas, la fotógrafa Cecilia Salcedo desarrolló un sistema para permitir que las hojas y los frutos de ciertas plantas compartieran su memoria; el resultado es un registro en tela de las formas y la concentración de fluidos, experiencia y voluntad de cada planta.

Este método consiste en una fotografía realizada a partir de humedad y calor, pero apunta a imprimir algo que no es inmediatamente visible. Cecilia Salcedo construye un tipo de imagen que registra, en varios niveles, los procesos biológicos de la hoja o la flor para dar cuenta de su cuerpo, su savia y la persistencia de la memoria vegetal.

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La exposición incluye dos instalaciones que dan cuenta de la intensa voluntad de las plantas para tomar cualquier resquicio de espacio y sobrevivir: pastos abriéndose camino a través de costales de tierra y plantas saliendo por los espacios que dejan los vidrios rotos de puertas metálicas; ambas obras funcionan como metáforas de la manera en que el sol, la tierra y el agua se transforman en organismos biológicos y adquieren cuerpo con experiencia vegetal.

Según Gregory Bateson, en los sistemas complejos las relaciones interpersonales predominan sobre la configuración de una individualidad.5 De acuerdo con él, la experiencia consiste en la respuesta a los elementos aleatorios y contingentes de cada situación; si la situación implica modalidades de presencia menos densa que la humana, debe haber un tipo de experiencia no humana.

A pesar del aparente comportamiento funcional de algunos elementos de sistemas complejos, es posible observar patrones de alguna forma predecibles, y una vez que se encuentran esos patrones, es posible cambiar la mirada humana ampliando su rango, aunque no deja de ser humana.

Precisamente, el arte apunta a intervenir las relaciones interpersonales: desde la construcción de una intersubjetividad hasta las prácticas de la vida cotidiana; pensando nuevamente en hábitos, tradiciones, ideas y costumbres, buscando dilucidar la naturaleza del pensamiento. La exposición en el Centro Cultural San Pablo sobre medio ambiente presenta ese propósito implícito en el arte contemporáneo, además del aspecto ético que hay en la configuración de formas de la comprensión y construcción del mundo que habitamos.

1 Roberto Calasso, Ardor, Editorial Anagrama, Barcelona, 2016

2 Antonio Lobo Antunes

3 Nido. Anónimo que es un pájaro. 46 x 15 x 15 cm. Restos de plantas. 2021.

4 Roberto Calasso, Idem

5 Gregory Bateson, Pasos hacia una ecología de la mente: colección de ensayos en antropología, psiquiatría, evolución y epistemología, Ballantine Books, 1972.


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