Boletín FAHHO Digital No. 21 (Dic 2022)

Sequía en México y en el estado de Oaxaca

Sarai Martínez / Emmanuel Ramírez*

La sequía es uno de los problemas que más daños está provocando en la población, principalmente en el norte del país, donde históricamente se presenta este fenómeno meteorológico.

México es un país vulnerable a las sequías, gran parte de su territorio (52 %) está catalogado como “árido” o “semiárido”, es decir: catorce de los treintaidós estados presentan zonas con esas características. Estas áreas son territorios más susceptibles al fenómeno de las sequías porque son sitios con baja precipitación pluvial a lo largo del año, provocando que las sequías se presenten de manera más recurrente y que haya mayor presión sobre el agua cuando ocurren (Esperanza, 2014).

Este fenómeno natural se manifiesta como una deficiencia de humedad, anormal y persistente, que tiene un impacto adverso en la vegetación, los animales y las personas, ya que las sequías son inevitables, impredecibles, sin trayectoria establecida, sin inicio ni término bien definidos y potencialmente catastróficas (imta, 2022).

Para la Comisión Nacional del Agua (conagua, 2018) la sequía es “la insuficiencia de volumen usual en las fuentes de abastecimiento, que es debido a una menor cantidad de lluvia para el llenado de las fuentes, derivado de un retraso en la ocurrencia de la lluvia, o a una combinación de ambas causas naturales”. Tiene la característica de ser impredecible en el tiempo en el que inicia, en su duración, en la intensidad o severidad y en la extensión territorial sobre la que ocurre.

Comprendiendo que no hay actividad humana que no requiera de agua, las afectaciones por sequía pueden impactar fuertemente en aspectos socioeconómicos como la pérdida de cosechas y de animales, en el sector agropecuario; pérdida de vegetación por estrés propiciando incendios forestales, disminución de agua para el abastecimiento de la población, afectaciones a la salud de personas y animales, entre otras.

Si bien este es un fenómeno natural, con las actividades antropogénicas que han propiciado la aceleración del cambio climático, los periodos de sequía son cada vez más frecuentes e intensos. En el país, y en el estado de Oaxaca particularmente, las condiciones de sequía son recurrentes, aunque irregulares, y están regidas por fluctuaciones de patrones climáticos. Hoy en día, en la ciudad de Oaxaca se percibe un incremento de temperatura en el ambiente, lo que ocasiona que las personas sientan más calor y, en cierta medida, irritación por andar en la calle o salir al sol a desarrollar cualquier actividad.

Para evaluar la sequía se han determinado rangos de intensidad de acuerdo con los estándares internacionales, siendo estos:

a) Anormalmente seco (D0). Se trata de una condición de sequedad, pero no llega a ser un tipo de sequía. Al principio, debido a la sequedad a corto plazo hay un retraso de la siembra de cultivos anuales, un limitado crecimiento de los cultivos o pastos y riesgo de incendios por arriba del promedio. Al concluir hay déficit persistente de agua y pastoso cultivos no recuperados completamente.

b) Sequía moderada (D1). Se presentan algunos daños a los cultivos y pastos, alto riesgo de incendios, niveles bajos en arroyos, embalses y pozos y escasez de agua. Se requiere moderar su uso de manera voluntaria.

c) Sequía severa (D2). Existe en el momento en que se dan probables pérdidas en cultivos o pastos, muy alto riesgo de incendios, la escasez de agua es común. Se recomienda que se impongan restricciones de uso del agua.

d) Sequía extrema (D3). Se dan mayores pérdidas en cultivos o pastos, peligro extremo de incendios, la escasez de agua o las restricciones de su uso se generalizan.

e) Sequía excepcional (D4). Se presentan pérdidas excepcionales y generalizadas de los cultivos o pastos, riesgo de incendio excepcional, escasez de agua en los embalses, arroyos y pozos y se crean situaciones de emergencia debido a la ausencia de agua.

Derivado del Programa Nacional Contra la Sequía (pronacose), implementado desde el año 2013, se busca atender de manera integral este fenómeno, propiciando la suma de esfuerzos entre autoridades de los tres órdenes de gobierno con la sociedad civil para la toma de decisiones. Para enfrentar este fenómeno se cuenta con los programas y medidas preventivas y de mitigación de la sequía para cada uno de los Consejos de Cuenca, y para la ejecución de planes de preparación y respuesta, cuya aplicación tiene por objetivo establecer líneas de acción ante situaciones severas de escasez de agua y minimizar su impacto sobre la calidad de vida de la población, el régimen de caudal ecológico y las actividades económicas.

Una de las herramientas con que se cuenta para comprender y preparase ante este fenómeno es el Monitor de Sequía de México. En él —y mediante la conagua— se informa de manera quincenal sobre la situación de la sequía en el país, indicando por rango de intensidad la situación de los estados y municipios, sirviendo como herramienta de planeación y ejecución de acciones para atender estas contingencias.

De acuerdo con el Monitor, durante el periodo del 15 al 30 de septiembre de 2022, en el estado de Oaxaca se presentó sin afectaciones un 69.9 % del territorio, 19 % en intensidad D0 (95 municipios), 9.7 % en D1 (61 municipios) y 1.4 % en condición D2 (15 municipios), estos últimos, principalmente, en la región de la Costa e Istmo de Tehuantepec. Lo anterior es una alerta para atender tres aspectos: las estrategias indicadas en el pronacose, los lineamientos que establecen los criterios y mecanismos para emitir acuerdos de carácter general en situaciones de emergencia por la ocurrencia de sequía, y las medidas preventivas y de mitigación, que podrán implementar los usuarios de las aguas nacionales para lograr un uso eficiente de esta durante la temporada de sequía.

Con la información que se tiene y las herramientas que permiten generar estrategias de planeación y atención ante estos fenómenos adversos, surge la necesidad, como sociedad, de comprenderlos mejor y de poner atención a las estrategias que deben implementarse ante esta contingencia. Si bien ya existe el plan, este es poco conocido por la ciudadanía, entendiendo que ante estas situaciones extremas la racionalización del agua será una de las medidas indispensables para poder atender esta problemática una vez suscitada.

Pero esto también abre un tema de discusión que nos ayuda a comprender que las actividades y acciones en nuestro quehacer diario contribuyen a la prevención o empeoramiento de este fenómeno. También pone en perspectiva que la implementación de acciones locales —como la reforestación, el combate de incendios forestales, la ejecución de obras de retención de suelo y agua— contribuyen a enfrentar este tipo de eventos meteorológicos, sin dejar de lado el fortalecimiento de la cultura ambiental desde los hogares, las escuelas y mejora de nuestros hábitos diarios en el manejo de residuos, sobre todo, el uso del agua.

Surge entonces una necesidad de comprender el ambiente que nos rodea, generar una cultura de prevención y contar con estrategias desde los hogares para enfrentar estos fenómenos, pues, finalmente, las consecuencias que se están viviendo, como el cambio climático, inundaciones y sequías extremas, son en parte producto del inadecuado manejo del ambiente que nos rodea y los efectos de inadecuados hábitos de consumo de los bienes y servicios ecosistémicos que nos provee la naturaleza.

* Comisión de Cuenca de los Ríos Atoyac y Salado, A. C.


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