Boletín FAHHO Digital No. 57 (Dic 2025)

Sembradores de palabras, mediadores de mundos

César Mayren
Clausura de los diplomados internacionales en Cultura Escrita y Adolescencia (III edición) y en Promoción de la Lectura Infantil y Juvenil (XI edición). Fotografías: Vanessa Méndez

Dicen los cuentos que todo viaje comienza con una puerta. A veces es la madriguera del conejo blanco, otras, el armario que conduce a Narnia o la ventana abierta hacia Nunca Jamás. Hoy esa puerta se abre aquí, porque juntos hemos recorrido un camino hecho de letras, sueños y memorias para llegar a un umbral que no es final, sino principio.

Eduardo Galeano escribió que “estamos hechos de historias”, y hoy lo confirmamos: cada lectura, cada voz compartida, cada cuento escuchado, nos han moldeado como si las palabras fueran hilos invisibles que tejen lo que somos.

Octavio Paz nos recordó que “la palabra es el puente”, y en este diplomado aprendimos a tender esos puentes: entre la niñez y la esperanza, entre el silencio y la voz, entre los libros y la vida. Gabriel García Márquez, con su realismo mágico, nos enseñó que lo cotidiano puede volverse prodigio, y así entendimos que mediar la lectura no es solo leer: es compartir magia, afecto y posibilidad. Este diplomado no fue solo un curso, fue un viaje.

En este viaje descubrimos que leer juntos es tan vital como compartir el pan. Que los cuentos infantiles —la valentía del Principito, la curiosidad de Alicia, la inocencia de Caperucita— no son solo relatos, sino llaves que abren puertas al asombro, al pensamiento y al corazón.

Aquí aprendimos que la mediación lectora no se trata únicamente de contar historias, sino de escuchar lo que cada historia despierta en los demás. Es acompañar, sembrar curiosidad, encender esa chispa que puede transformar a un lector para siempre.

Permítanme contarles brevemente mi historia, una historia que nació también en el camino de la lectura. Hace 13 años, cuando tenía 16, me integré al programa Seguimos Leyendo. Con cada taller y curso descubrí que los libros no eran solo objetos de papel, sino ventanas abiertas al mundo: seguí leyendo, sigo soñando, seguiré aprendiendo. Hoy, a mis 29 años, soy profesor de educación primaria. Y gracias al apoyo y la visión de la doctora Socorro Bennetts hemos logrado gestionar la llegada de la biblioteca móvil a la comunidad de Abejones, así como la recuperación de nuestra biblioteca escolar comunitaria; este recorrido nos enseña que un libro puede cambiar una vida, y una vida puede cambiar una comunidad entera. Como diría Eduardo Galeano, “mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”.

También descubrimos que mediar la lectura es un acto de resistencia frente al olvido. En un mundo que corre de prisa, los libros nos recuerdan la importancia de detenernos, de imaginar, de sentir. Como escribió Galeano: “La utopía está en el horizonte: camino dos pasos, ella se aleja dos pasos… Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para eso: para caminar”. Y nosotros caminamos con libros en las manos, con historias en la voz y con esperanza en el corazón.

Este viaje fue aún más rico porque lo compartimos con compañeros de distintos rincones del mundo. Voces de otros países se sumaron a las nuestras, recordándonos que la lectura no tiene fronteras y que los cuentos viajan sin pasaporte. Gracias a quienes, desde lejos, nos regalaron su perspectiva, su cultura y su amor por las palabras: su presencia hizo de este diplomado un verdadero tejido internacional de historias y afectos.

Nada de esto habría sido posible sin aquellos que hicieron de este sueño una realidad. Nuestro profundo agradecimiento a la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca por creer en la lectura como semilla de transformación social; al programa Seguimos Leyendo, que nos inspira a continuar abriendo puertas de imaginación en las comunidades; y a la Universidad La Salle Oaxaca, por ofrecernos un espacio de aprendizaje y encuentro donde las palabras se convirtieron en puentes y la teoría en experiencia viva.

Queridos compañeros, hoy celebramos más que un logro académico. Celebramos un compromiso. A partir de ahora somos sembradores de palabras, guardianes de cuentos, mediadores de mundos.

El diploma que hoy recibimos es solo una señal en el camino. Lo verdadero empieza después: en cada niño que ría o se asombre al escuchar una historia, en cada adulto que vuelva a emocionarse con un libro, en cada comunidad que reconozca en la lectura un espacio de encuentro y de memoria.

Como en los cuentos que nos han acompañado, hemos llegado al “colorín colorado” de esta etapa. Pero sabemos que todo buen relato deja siempre abiertas nuevas páginas. Porque en la mediación lectora, como en la vida, la magia nunca termina: solo se transforma. Recordemos que, al final, somos —y siempre seremos— lectores que sueñan.


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