SANTO DOMINGO TEHUANTEPEC, RESTAURAR ENTRE VESTIGIOS Y ESCOMBROS
El Instituto Nacional de Antropología e Historia, el Gobierno del estado de Oaxaca y el contador Alfredo Harp Helú junto con Fomento Social Banamex iniciaron hace 25 años la restauración del magnífico exconvento de Santo Domingo de Guzmán, que abrió sus puertas el 24 de julio de 1998 como Centro Cultural Santo Domingo.
Por azares del destino, y en una instintiva visión del patrimonio, en 2006 la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca inició otro impresionante y largo rescate que aludía al mismo santo: el exconvento de Santo Domingo de Soriano en la ciudad de Oaxaca. Después de seis años de restauración, fue inaugurado el 26 de noviembre de 2011. Actualmente es conocido como Centro Cultural San Pablo y es sede de la Fundación.
El continuo interés por el patrimonio y el destino llevaron nuevamente a la Fundación a otro exconvento dominico, ubicado ahora en Santo Domingo Tehuantepec, en la región del Istmo, aunque en esta ocasión ante el lamentable e imponente sismo ocurrido en septiembre de 2017.
El edificio es mejor conocido por la población como el exconvento del rey Cosijopi, y está ubicado en el corazón del municipio que comparte el nombre. ¿Coincidencia o destino? Pudiéramos decir que fue Santo Domingo el que nos guio en la ruta más importante del estado: la ruta dominica. Hoy en día, la FAHHO continúa trabajando incansablemente. En esta ocasión hablaremos solo de Santo Domingo Tehuantepec, ante lo cual surge la pregunta: ¿por qué Santo Domingo Tehuantepec? Porque es uno de los dos municipios más afectados por los sismos de septiembre, además, en 2006 el INAH catalogó en este municipio más de 200 inmuebles. Si comparamos a Santo Domingo Tehuantepec con el municipio en la Mixteca, San Pedro y San Pablo Teposcolula –que tiene 75 inmuebles catalogados, y es declarado zona de monumentos–, es justo pensar que es una zona de importante valor patrimonial y tendría que ser considerada también como zona de monumentos.
En el Istmo de Tehuantepec se han encontrado vestigios que relatan la presencia del hombre desde hace 1500 años antes de Cristo. La zona tiene también una ubicación estratégica por lo que ha sido, desde tiempos remotos, el paso de comunicación entre las culturas del norte y el sur del continente. Se ubica sobre la línea de 200 kilómetros que une dos mares: el Golfo y el Océano Pacífico. Sabemos que, a la llegada de los españoles, Tehuantepec contaba con un fuerte señorío zapoteca fuera de la órbita de los aztecas. Las representaciones pictóricas más antiguas que conocemos de la población de Tehuantepec son el Códice Telleriano Remensis, de 1501, y un mapa de las Relaciones Geográficas elaborado entre los años de 1579 a 1585. En este último se observa la fachada del convento y atrás de él un cerro sobre el cual se aprecia un jaguar escalándolo. Este glifo alude al significado náhuatl de la palabra Tehuantepec que se traduce como ‘Cerro del tigre o jaguar’. La llegada de los españoles a dicho lugar se debió a las noticias de la Mar del Sur, lo que convirtió a Santo Domingo Tehuantepec en una villa importante con un territorio extenso donde los dominicos crearon una vicaría e iniciaron la construcción del convento entre los años de 1545 a 1555.
A principios del siglo XX se inauguró el ferrocarril, que dejaría una huella peculiar en la forma de construir: el porfirismo. Con ese estilo se construyó la casa de Juana Catalina Romero, un chalet que enriquece la arquitectura del lugar, creando con esto una serie de “vestigios” que nos hablan de la grandeza de este municipio.
Después de dos años de trabajo podemos tomar un pequeño aliento y continuar, no sin antes invitarlos a que visiten Santo Domingo Tehuantepec y conozcan los trabajos realizados por el Taller de Restauración de la FAHHO.
Les recomendamos recorrer el callejón Porfirio Díaz en el Barrio de Laborío y observar las más de 25 casas tradicionales restauradas, el área de juegos infantiles del parque Amado Chiñas, fabricado con materiales reciclados de los escombros como son los morillos de madera, que con su peculiar ondulamiento parecen estar vivos. También podrían visitar la Casa Guietiqui, un espacio cultural donde podrán disfrutar una serie de fotografías del trabajo realizado y de la grandeza de las casas de Tehuantepec que llevó a denominarlas como: la “Casa Sagrada” o “Casa del Santo” en alusión a la palabra zapoteca Yoo Bidó.
Y no pueden irse de Tehuantepec sin conocer los avances en la restauración del exconvento del rey Cosijopi, realizados bajo una fuerte alianza con el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Aunque todavía en proceso, les brindará la primicia de conocer las pinturas murales que se encontraban ocultas y que están en proceso de consolidación, así como los detalles arquitectónicos que a diario nos sorprenden del edificio.
Esto nos comprueba que, con interés y trabajo, los escombros y vestigios se convierten en la fuerza motivadora para crear nuestro futuro y conservar nuestra identidad.