Boletín FAHHO Digital No. 24 (Mar 2023)

Remigio Mestas, espejo de la riqueza
textil del estado de Oaxaca

María Isabel Grañén Porrúa

Remigio Mestas hace brillar las cualidades del buen hacer del tejido y bordado. Es un hombre que ama y disfruta su trabajo. Originario de Yalálag, Villa Hidalgo, en Oaxaca, Remigio emigró a la capital del estado cuando tenía cuatro años; ahí vivió rodeado de personas trabajadoras e involucradas en el mundo del textil. Su madre tejía en telar de cintura y también sabía coser a máquina. Su padre confeccionaba camisas y pantalones de manta, ambos eran muy creativos y pronto los hijos aprendieron el oficio y llevaban sus mercancías a vender al mercado.

Un día, la señora Dolores Cruz Palacios y su hija Mari Cruz Rosales le preguntaron a la mamá de Remigio si no sabía de alguien que pudiera ayudarles con sus ventas en el mercado Labastida. El pequeño Remigio, que en ese entonces tenía siete años, pidió permiso a sus padres para trabajar con las señoras. Al principio dudaron, pero al ver tanta insistencia del niño aceptaron que fuera. Así que Remigio iba por las mañanas a la escuela y por las tardes al trabajo. Desde entonces admira el arte popular, especialmente el trabajo de los tejedores.

Pronto notó cuáles piezas estaban mejor concebidas que otras, supo distinguir las regiones en que se elaboraban los textiles, los distintos tipos de tejidos y bordados, así como el uso de fibras y tintes naturales. También se daba cuenta que había materiales industrializados que deterioraban la calidad de los textiles tradicionales.

En 1978, doña Dolores y su hija abrieron una tienda a un costado del templo de Santo Domingo; al poco tiempo, Mari Cruz y Remigio abrieron un nuevo local en la misma calle, al que llamaron “Artesanías de Oaxaca”, con un giro más artístico y mejorando la calidad de la mercancía. Más tarde, este negocio cambió el nombre a “Juana Cata”, como se le conoce actualmente. En ese entonces, Remigio era un joven que estudiaba la secundaria y se dedicaba al comercio, y pronto comenzó a hacer trabajos tallados en madera.

En 1996 Remigio terminó sus estudios universitarios de contador público y supo que su pasión era relacionarse con los tejedores, y si algo tenía claro era que iba a dedicarse a esa noble tarea que también era su vida. Así, Remigio conseguía textiles bellísimos, piezas únicas que solo en su tienda se podían encontrar, de esta manera comenzó a tener una clientela interesada en obtener obras de exquisita factura, realizadas con materiales finos. Interesado en los colorantes naturales, Remigio comenzó a teñir hilos para dárselos a los tejedores, y fue de esta manera que inició una nueva etapa en el textil oaxaqueño.

En 2001, nuestro amigo emprendió diversos viajes al extranjero en los que conoció técnicas, colorantes y fibras diversas y pensó que se podrían utilizar en México. Importó hilos muy finos —como el algodón egipcio y la seda del Tíbet— para que fueran usados por los mejores tejedores de Oaxaca. Actualmente, trabaja con más de doscientas personas en el estado de Oaxaca; renuevan diseños antiguos y mejoran la calidad de los textiles mediante las fibras y los hilos finos, lo cual ha permitido que los productos sean más valorados y adquieran precios más razonables para los artesanos.

Remigio es conocido por su generosidad y sus conocimientos, de ahí su éxito como un maestro que disfruta enseñar a sus clientes las características de cada textil. Con ternura explica la procedencia de la pieza, los materiales con los que se realizó, el significado del diseño, la utilización de tintes naturales, y todo esto destaca la belleza de la prenda. Es un trabajador honesto y comprometido con los artesanos, Remigio ha logrado sensibilizar a sus clientes y concibe cada pieza como si fuera un tesoro. El comprador siempre sale satisfecho por el valorar el trabajo, el tiempo y la calidad de la prenda adquirida.

La visión de Remigio ha logrado mejorar notablemente el textil oaxaqueño. Su origen y su experiencia han sido factores fundamentales para contactar a los mejores tejedores del estado; muchos de ellos han comprendido que, al mejorar la calidad de los hilos, su trabajo luce más y es mejor remunerado. Sin duda esta contribución es el reflejo de un hombre generoso que creció en un ambiente de trabajo y constancia, sensible a las manos de los artesanos de Oaxaca y capaz de transformar una pieza en verdadera obra de arte.

El Museo Textil de Oaxaca rinde un merecido homenaje a Remigio Mestas por su habilidad para comprender, experimentar y sorprender al mundo con su trabajo en beneficio del textil mexicano.


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