Boletín FAHHO Digital No. 1 (Sep-Oct 2020)

Reconstrucción de 98 viviendas en Santa María Nativitas Coatlán, Mixe

Sebastián van Doesburg / Carlos Vichido Hernández

A raíz de los terremotos de septiembre del 2017, la arquitecta Mariana Ordoñez, del departamento comunal, contratada en una primera etapa por la Fundación Haciendas del Mundo Maya A.C. (FHMM), se acercó al personal de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxca para buscar alianzas que le permitieran a la FHMM plantear un proyecto de reconstrucción con sentido social en el estado de Oaxaca. El interés era diseñar un proyecto de reconstrucción cercano a la comunidad y que tomara en cuenta la tradición constructiva vernácula local, así como las características arquitectónicas que le dan identidad a la comunidad, pensando en calidad por encima de cantidad, además de buscar incidir positivamente en el tejido social de la comunidad. La atención se volcó inmediatamente hacia la zona baja de la Sierra Mixe, región fuertemente afectada por los sismos y fuera del radar del gobierno.

Con la ayuda de Rodrigo Romero, lingüista del IIFL especializado en la lengua mixe de la zona baja, de tres comunidades propuestas, se seleccionó a la comunidad de Santa María Nativitas Coatlán, que pertenece administrativamente al municipio de Santo Domingo Tehuantepec, pero territorialmente desconectada y ubicada en la sierra. Además de haber sido fuertemente afectada por los sismos, Santa María Nativitas fue seleccionada por tener un notable espíritu comunitario, ser muy orgullosa de su lengua y tradiciones, y mostrar un gran interés por participar en un proyecto de rescate de arquitectura con materiales locales.

En las semanas que siguieron, se realizó un detallado levantamiento de los daños, de la tipología arquitectónica de las casas, del emplazamiento del pueblo, de las necesidades de las personas y todo lo demás necesario, informando e interactuando continuamente con representantes de la comunidad a través de asambleas y del Comité Comunitario para la Reconstrucción. La participación e iniciativa de las mujeres en esta etapa fue notable. De las aproximadamente 160 casas dañadas, 98 no podían repararse y necesitaban ser reconstruidas completa o parcialmente.

Tradicionalmente, las casas de Santa María Nativitas Coatlán fueron construidas en adobe, sin embargo, como en muchos lugares de Oaxaca, este componente es continuamente sustituido por materiales industriales sin identidad o beneficio local. De manera sorprendente, en las asambleas se notó una preferencia por rescatar y conservar las construcciones de adobe, expresándose el gusto por este material natural y su origen local, aunque ya no había quién hiciera adobes en la comunidad o en los pueblos circunvecinos.

El partido arquitectónico de la casa mixe se encuentra dentro de un solar y consiste en una pieza para uso de dormitorio, y —de forma independiente— la cocina y los baños. La cocina es el principal espacio social de las familias. En el diseño de las nuevas casas se respetó esta distribución y, según el caso, se estimó si era necesario reconstruir todo o solo una o dos de las piezas. El diseño desarrollado por la FHMM planteaba desplantar las nuevas casas sobre una cadena de concreto a nivel del piso y cerrar los muros de adobe cuatrapeados con contrafuertes salientes en las esquinas, lo que además resultó ser útil para resguardar la leña, coronando los muros con otra cadena perimetral para recibir la cubierta de lámina. Todo esto para generar casas con una mayor sismo-resistencia. La idea inicial de usar tejas se tuvo que desechar por el costo y el peso que representaba.

Después de los estudios y trabajos preliminares, en marzo del 2018 inició el proyecto, cuya ejecución estaba a cargo de ingenieros, arquitectos y personas con experiencia comunitaria contratados por la FHMM. La decisión de recuperar la construcción en adobe implicó la necesidad de montar una adobera que pudiera producir, en relativamente poco tiempo, las 108300 piezas que se requerían para las 98 casas (en realidad se produjeron muchas más). Este resultó ser uno de los más grandes desafíos del proyecto. Adicionalmente, en la Sierra Mixe llueve mucho durante parte del año, lo que afectó negativamente la producción y el secado del adobe. Después de evaluar varias propuestas para la adobera, se decidió por un sitio más o menos plano a unos 25 minutos de la comunidad en camioneta, que fue puesto a disposición del pueblo por uno de los vecinos. Se adecuó el terreno para drenar las aguas de lluvia, se asignaron áreas para los diferentes procesos de producción (extracción de tierra, amasamiento, moldeo y secado de las piezas de adobe) y se capacitó a las personas para realizar esta producción. En el video, cuyo enlace adjuntamos al final de este texto, se puede apreciar el tamaño de la adobera. Un segundo desafío fue la distribución de los materiales, ya que muchas de las casas estaban en veredas de pendiente pronunciada y de acceso imposible para los vehículos, por lo que los materiales tuvieron que ser subidos a lomo.

Luego, para la fabricación de las puertas y ventanas se armó un taller de carpintería en la comunidad que procesó madera propia del lugar. La tarea de producir casi todo localmente resultó un enorme desafío, un trabajo titánico, pero que generó mucho orgullo y satisfacción en el proceso y que trajo muchos beneficios, entre ellos, la reactivación económica local mediante los empleos generados dentro de la comunidad. Al mismo tiempo se tuvo que reconciliar el trabajo con las actividades económicas relacionadas con el autoconsumo, como la siembra y cosecha de maíz y frijol, que no podían interrumpirse. Una vez resueltas las cuestiones de la producción, el suministro del adobe y el diseño de las casas, se definió la colaboración entre la FHMM y la FAHHO. Esta última decidió aportar 28% del total del presupuesto, que representa un total de $7 432 282.57. Parte del apoyo se reinvirtió en la misma comunidad con la contratación de los pobladores para la producción de los materiales y la construcción de las casas.

El papel de las mujeres a lo largo de todo el proceso fue relevante: desde el inicio del proyecto, ellas se organizaron y se encargaron de una importante parte de los trabajos: ayudaron a cribar y amasar la tierra para los adobes, a acarrear, dentro de sus posibilidades, los materiales y a aplicarla masilla de tierra cernida en los muros de las casas. Esto fue algo novedoso, pero muy productivo para todos, ya que sensibilizó a algunos de los señores escépticos, que finalmente reconocieron el gran trabajo y esfuerzo realizado por ellas.

Con respecto a la cubierta de las casas, inicialmente se propuso que fueran de láminas sencillas, pero no fueron adecuadas, por el ruido que provocaban durante las lluvias y el calor que se generaba al interior por el sol, por lo tanto, se decidió colocar una lámina termoacústica tipo “sándwich”, que es aislante para el ruido y calor, además, estéticamente se integraba mejor. Dentro de las cocinas se instalaron estufas ecológicas con chimenea, comal y dos fogones.

Al final, después de un intenso trabajo –que duró más de un año– por buena parte de la población, resultaron casi cien casas dignas, con preservación de propiedades bioclimáticas, usando los materiales locales y minimizando el impacto al medio ambiente, con piso firme, puertas y ventanas de madera, con instalación eléctrica y adaptadas al paisaje accidentado de la comunidad. La Fundación Alfredo Harp Helú estuvo cerca del proyecto desde el primer momento hasta la terminación de las casas, en el mes de agosto del 2018.


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