Boletín FAHHO Digital No. 41 (Ago 2024)

¿Por qué es necesario fumigar?

María Oropeza / Salvador López

El estado de Oaxaca alberga un número considerable de archivos históricos, municipales y parroquiales que, lamentablemente, han carecido de atención durante muchos años, pues han pasado incluso décadas sin limpieza, sin vigilancia y sin consulta, lo que ha generado en los documentos una excesiva acumulación de polvo, manchas provocadas por humedad, pérdida de tintas y soporte. Además, expuestos por largo tiempo a la humedad y la temperatura variable, sin ventilación y movimiento, se hacen susceptibles a la aparición de todo tipo de microorganismos que agravan sustancialmente la situación. El apilamiento de documentos suele convertirse en el hogar predilecto de insectos, roedores y microorganismos; este cúmulo de problemas suele englobarse como uno mismo, pensando erróneamente que al realizar una fumigación se erradicarán los tres casos expuestos anteriormente.

La fumigación es un método de control de plagas que se aplica para eliminar cualquier insecto o fauna nociva; por otro lado, la desinsectación se centra en la erradicación de los insectos y artrópodos; por último, la desinfección se enfoca en la eliminación de microorganismos en superficies y objetos. Estos métodos son necesarios para mantener el estado óptimo de nuestros archivos, así como la salud y bienestar de quien los resguarda y consulta.

Sin embargo, deben considerarse varios factores antes de realizar este proceso, donde el clima es determinante. En el Archivo de San Miguel Tequixtepec encontramos presencia de Lepisma saccharina, mejor conocidos como pececillos de plata; estos fueron detectados en diversas cajas del archivo de concentración e histórico, en un espacio que se comparte con la biblioteca municipal. Es común pensar que solo es necesario fumigar las cajas en las que se han visto los insectos, no obstante, la desinsectación debe realizarse tomando también en cuanta todo el espacio donde han sido encontrados los insectos, abarcando los materiales y muebles en los que se ha almacenado la documentación. En Santa María Suchixtlán además notamos la presencia de varios insectos, entre los que destacan los pececillos de plata, pero en este caso extendidos incluso hacia los espacios aledaños al archivo.

Por otro lado, en el Istmo es más frecuente la termita o comején; ahí descubrimos colonias vivas de estos insectos en su periodo larvario, no solo en libros y documentos, sino también en las paredes de todo el inmueble, pues la temperatura y la humedad propias de la región favorecen a su reproducción. Santiago Lalopa y San Miguel Yotao, por el contrario, localizados en la Sierra Norte, con una temperatura más fresca y humedad constante, albergaban ambos tipos de insectos, además de microorganismos. Es preciso recalcar que la llamada fumigación –que lo correcto sería la “desinsectación”– en el proceso que aplicamos, no elimina los microorganismos comúnmente llamados hongos.

Una vez identificado el problema, nos disponemos a acomodar estratégicamente el material, de manera que el insecticida abarque todos los documentos; se sellan ventanas, puertas y cualquier abertura existente en el espacio donde se aplicará el fumigante. Para ejecutar esta tarea, es indispensable mantener medidas adecuadas de seguridad, a la par del uso de traje tyvek, mascarilla antigás y guantes. Por lo regular utilizamos un insecticida de tipo piretroide, el cual genera una capa de humo que tiene la capacidad de penetrar en áreas de difícil acceso donde comúnmente se esconden o reproducen los insectos. Pasadas de 24 a 72 horas de la acción del fumigante, nos apoyamos con aspiradoras para eliminar todo tipo de residuos; si durante la limpieza encontramos insectos muertos, es cuando comprobamos que el proceso ha surtido efecto. Finalmente, acomodamos y resguardamos el material aspirado en el mobiliario que también tiene que estar limpio.

Las recomendaciones siempre coinciden en cuidar las condiciones de resguardo para prevenir que insectos como estos proliferen y así evitar procesos invasivos y costosos, como la desinsectación. En los archivos y bibliotecas, una limpieza profunda y programada es lo que permitirá que los documentos tengan una movilización y ventilación constante que promueva su conservación. Es responsabilidad de los resguardantes vigilar las condiciones de sus acervos, además de capacitarse, tener un plan de riesgos y, de ser posible, equiparse en aspectos prioritarios, lo que permitirá hacer frente a cualquier situación de emergencia en el objetivo primordial de la preservación del patrimonio documental.


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