Boletín FAHHO No. 11 (Mar-Abr 2016)

ORIGEN Y USO DEL REBOZO

Ana Paulina Gámez M.

El 10 de diciembre de 2015, en la Capilla del Rosario del Centro Cultural San Pablo, Ana Paulina Gámez M. dictó la conferencia Origen y uso del rebozo, que gozó de una nutrida asistencia por parte del público oaxaqueño. La plática comenzó aclarando el origen del rebozo y su primer uso entre las mujeres novohispanas. La prenda tiene su origen en el almaizal morisco, que usaban las musulmanas en España durante la Edad Media, como prenda de recato para cubrir su cabeza y, algunas veces, incluso su cara. Las mujeres cristianas también lo usaron en algunas ocasiones. El almaizal tenía una forma rectangular alargada con flecos en los extremos más distantes y estaba ornamentado con listas longitudinales en las orillas más largas y una serie de franjas transversales en el cuerpo textil.

Durante el siglo XVI el almaizal se impuso como prenda de recato a las mujeres de las castas novohispanas entre ellas mestizas, negras y mulatas. Estas mujeres tenían prohibido usar las tocas de las indígenas evangelizadas y no tenían acceso a las cofias y velos de las criollas y españolas adineradas. Al adaptarse a tierras novohipanas el almaizal se convirtió en el rebozo y sirvió también como distintivo social para las mujeres que lo usaban.

El uso del rebozo se generalizó en el territorio novohispano y para el siglo XVIII se usaba desde las provincias norteñas de Texas y Nuevo México hasta Guatemala. Las mujeres de las castas lo usaron a lo largo de todo el Virreinato, generalmente terciado sobre el pecho y cubriendo cabeza hombros y espalda. También lo hicieron las españolas y criollas de menos recursos económicos, mientras las más ricas los usaban dentro de sus casas como prenda doméstica y lo cambiaban por las mantillas de encaje para salir a la calle o asistir a la iglesia. Uno de sus usos menos conocidos es el que se hizo en las instituciones femeninas novohispanas, como los conventos, donde las monjas lo usaban para estar en sus celdas; los colegios (internados), donde formaba parte del uniforme de las alumnas o los recogimientos y beaterios en los que era parte del atuendo de las residentes.

Después de la Independencia, en el siglo XIX, las mujeres de las castas, entonces llamadas “chinas”, siguieron usando el rebozo como lo habían hecho durante los siglos anteriores, pero también le dieron otros usos como cargar cosas con él. Las criollas siguieron usándolo al interior de sus casas, pero abandonaron ese uso conforme avanzó el tiempo. A finales de esa centuria algunas mujeres indígenas, que vivían en las ciudades o cerca de ellas, incorporaron el rebozo a su indumentaria y abandonaron el uso de sus tocas.

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