Boletín FAHHO Digital No. 39 (Jun 2024)

Ñuu kuiñi, ñuu kisi Pueblo del tigre, pueblo de ollas

Bulmaro Reyez
Fotografías: Acervo de Andares del Arte Popular

Entre las montañas de la Mixteca oaxaqueña, en donde los habitantes se sitúan en la Tierra de Nubes (Tlaxiaco), se encuentra Santa María Cuquila. Esta comunidad alfarera se distingue por la elaboración de diferentes piezas para el uso cotidiano en sus hogares. Ahí se producen las tinajas que serán utilizadas en la elaboración de tepache para los eventos ceremoniales, los cántaros para contener el agua, así como los platos, las cazuelas y las ollas para preparar los alimentos; todo esto es parte del legado histórico-cultural de la población.

Además de ser una comunidad alfarera, las mujeres se dedican a la elaboración de textiles en telar de cintura, con una habilidad tan grande que las ha llevado a crear huipiles, rebozos, jorongos, entre otros productos para el uso cotidiano. Su materia prima, que es la lana, se obtiene de los borregos que las mismas artesanas tienen o que otras familias se dedican a criar para su venta.

Cuquila cuenta con su sitio arqueológico llamado Ñuu Kuiñi o Cerro del Tigre, en donde sus habitantes resguardan su historia y entre cuyos monumentos arqueológicos se puede notar un extraordinario juego de pelota que sobresale de los montículos. Esto permite intuir que se trataba de un sitio cívico ceremonial-residencial y que por su gran importancia fue una ciudad que dominó el territorio a su alrededor.

A sus 76 años, Paulina Coronel sigue trabajando el barro, es una alfarera experta cuya destreza la fue adquiriendo desde su niñez hasta el día de hoy. Paulina nos cuenta que la arcilla se consigue a dos horas de la comunidad, entre las montañas, y que la única forma de traerla es a pie y con ayuda de su burro. En cambio, el barro que ella ocupa para mezclar con la arcilla se encuentra en la comunidad. Para levantar la pieza se apoya en un olote de maíz que, guiado por el movimiento de la mano de la maestra Paulina, deja marcadas las piezas con los surcos que produce al ser frotado en el barro, lo que le da el característico acabado final. Nos cuenta también que hace cincuenta años los maestros alfareros que se iban a vender sus productos —lo que podían cargar con sus burritos a Tlaxiaco o a la costa de Oaxaca—, dependiendo de la distancia a la que se encontraba la comunidad en la que los ofrecían, caminaban varios días, y cuando no lograban vender todo realizaban el tradicional trueque para regresar con los productos que iban a ocupar en el hogar.

Al tener las piezas listas para la cocción, la quema se realiza a ras de suelo, lo que conlleva a una exposición al fuego directo mientras se controla la quema; dependiendo de las piezas, esta puede durar entre cuarenta minutos o hasta dos horas, aproximadamente. Si el tiempo de la quema no es el adecuado las piezas pueden deshacerse, y si la quema se excede las piezas podrían deformarse o agrietarse debido a que no son capaces de soportar una temperatura tan alta.

Te invitamos a conocer nuestras salas, en donde encontrarás productos de distintas comunidades de Oaxaca.

Visítanos en Avenida Independencia 1003, Centro Oaxaca.


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