Boletín FAHHO Digital No. 2 (Nov-Dic 2020)

Nutrición de los árboles de nuestra ciudad

José Cibrián Tovar / Ranferi Maldonado Torres

Los árboles urbanos y de caracter histórico deberían alcanzar el mayor nivel de protección patrimonial como “Jardín Histórico”, ya que el conjunto de estos ha llegado hasta nuestros días sin grandes transformaciones. Estos árboles representan un espacio cultural que cumple una importante función recreativa para el ocio de los ciudadanos, como jardín de sociabilidad teatral y por sus contenidos simbólicos y epígrafes humanísticos. El extraordinario tamaño de estos árboles provoca gratificantes efectos sensoriales al ofrecer placer visual, de sombra y de sonidos en susurros, donde las ores y resinas ambientan con sus olores y frutos, además de que deleitan el gusto y dan cobijo a los humanos, aportando beneficios físicos y psíquicos.

Sin embargo, el ambiente urbano que rodea a estos árboles, la exposición crónica a la contaminación atmosférica, los daños asociados al vandalismo antropogénico y la forma incorrecta de plantación son factores que disminuyen severamente su ciclo de vida, les merma la vitalidad y los hace vulnerables al ataque de plagas y enfermedades.

Los árboles del centro histórico de la Ciudad de Oaxaca, de los que algunos superan los cien años, deben recibir mantenimiento para fortalecerlos y rejuvenecerlos. Este mantenimiento consiste en el saneamiento para eliminar daños por plagas y enfermedades, podas de formación para un mejor balanceo, eliminación de ramas secas, descompactación del suelo para permitir la profundización de raíces, riegos para un adecuado suministro de este vital líquido, adición de nutrientes vía fertilizantes para su nutrición y vigorización para prolongar su ciclo de vida y mantener su belleza escénica.

En especial, el manejo de la nutrición de los árboles tiene como propósito potencializar y mejorar el crecimiento, desarrollo y salud de su ciclo de vida. Para lograrlo, se debe tener un conocimiento profundo de los procesos que ocurren en el suelo y en la planta, manteniendo una adecuada fertilidad del primero, disponibilidad de los nutrientes, asegurar su absorción y, en especial, su asimilación. Obviamente, ha de considerarse la especie, el grado de adaptación, la calidad genética y el soporte nutrimental mediante inoculación micorrizal, la aplicación de enmiendas, fertilización orgánico-mineral y el manejo de los riegos. Los nutrientes son necesarios para el desarrollo de los árboles y los requerimientos de estos deben ser satisfechos para que el crecimiento ocurra normalmente, por tanto, sin la plena disponibilidad de estos, se ocasionarán de ciencias en los árboles y disminuirá su crecimiento en general.

El crecimiento de los árboles ocurre en dos grandes fases: vegetativa y reproductiva. Durante la primera, la planta desarrolla el sistema de absorción y anclaje (raíces) y el sistema de soporte y conducción (tallos y ramas); durante la fase reproductiva se forma el sistema fotosintético (hojas), se forman las ores y los frutos con semillas.

Cuando las plantas absorben los nutrientes disponibles del suelo donde se plantan, se reduce significativamente su concentración en él, por ello es necesario incrementar su disponibilidad mediante la adición de fertilizantes y enmiendas orgánicas, teniendo muy presente que los resultados del análisis químico son una gran guía de los nutrimentos faltantes y de las exigencias de la especie. Sabemos que, si se presentan de ciencias o excesos de nutrientes en el suelo, el árbol se debilita y se favorece la presencia de enfermedades, daños por plagas forestales y, en especial, se reduce su calidad escénica y el ciclo de vida, dado que afectan el metabolismo y limitan la formación de los mecanismos de defensa naturales de la planta, promoviendo el ataque de ciertos patógenos, asociando el fenómeno de mortalidad forestal a de ciencias nutricionales.

Recientemente, uno de los dos grandes laureles caídos fue sustituido por un higo nativo del Valle de San Pedro Apóstol, Ocotlán. El higo fue cuidadosamente banqueado, escrupulosamente transportado y cariñosamente plantado de manera erguida, en el corazón de la ciudad de Oaxaca. Ya en el destino final, y para promover su crecimiento y desarrollo, se elaboró un programa de nutrición que consistió en descompactar el suelo, aplicar una composta esterilizada —sin patógenos, ni semillas de malezas— con el objetivo de revitalizar primero sus raíces, órgano principal para la absorción de agua y nutrimentos, mejorar su anclaje, fortalecer la parte aérea, reducir el daño por enfermedades y evitar el desgajamiento de las ramas.

Hacemos un llamado a proteger los árboles de nuestra ciudad, transformándolos en hermosos y robustos seres sagrados, pues ellos son el medio de contacto más íntimo con la naturaleza.


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