Nuestros vecinos salvajes
La ciudad se encuentra en un proceso de rápido crecimiento espacial y demográfico, lo que ha generado impactos profundos en el funcionamiento de los ecosistemas naturales en los que se asienta, ya que predomina –como característica general– la poca cantidad y calidad de espacios verdes y sus conexiones, como los corredores naturales. Por otro lado, también es el hábitat de muchas especies no humanas; incluso sin que estos lo perciban o lo deseen, la fauna hace de la ciudad su hogar, desempeñando múltiples servicios ambientales y beneficios que contribuyen a la salud y equilibrio de la urbe misma, como la polinización, dispersión de semillas, el aprovechamiento y la degradación de los desechos urbanos.
La presión sobre los recursos naturales por parte de la ciudad y sus habitantes es creciente; los espacios no construidos –o espacios restantes– como cerros, arroyos temporales, parques, lotes y relictos verdes se convierten en el hogar de numerosas especies vegetales y animales que comparten el agitado espacio urbano, enfrentando todo tipo de transformaciones que restringen, a cada metro cuadrado, sus posibilidades de permanencia, y aun así, persisten adaptándose a los retos que la mutación de su hábitat les impone constantemente.
Las ciudades cumplen con una estructura como sistema urbano concebido desde una perspectiva antrópica, es decir, creado para uso y beneficio del ser humano, sin contar con la fauna y la flora salvo que los utilice dándole, entre otros, usos ornamentales (y en su gran mayoría a especies exóticas y muy pocas nativas o locales). Estos espacios son un sistema complejo, necesitan de la naturaleza más allá de garantizar su misma persistencia. Al ser sistemas energéticamente incompletos, las urbes dependen de territorios adyacentes e incluso lejanos, además, necesitan de la naturaleza en el interior –desde los servicios ambientales que la flora, fauna y suelo le puedan proveer– para lograr una estrecha convivencia entre el ambiente natural y el construido, relación de la cual se pueden obtener beneficios, aunque habitualmente no sean reconocidos o valorados, por lo regular, porque no se sabe de ellos. Cabe resaltar que las áreas verdes en la ciudad sirven como amortiguadores y reguladores de la temperatura, además, reducen los niveles de contaminación por ruido y el CO2, proporcionan el hábitat para la fauna silvestre y son espacios que brindan una belleza escénica a los usuarios, quienes recibimos un servicio ecosistémico que no siempre valoramos.
La recolonización de los espacios urbanos por nuestros vecinos silvestres es una paradoja: los animales están confinados por infraestructuras que cuartean sus espacios naturales y les imponen restricciones de movilidad. En esta larga temporada de pandemia muchos salieron de su aislamiento; al estar confinados los seres humanos se favoreció en cierta forma a que disminuyera la presión e impacto que ejerce nuestra vida cotidiana en el ambiente, lo que es una forma sencilla de demostrar que cuando se frena la presión urbana (tráfico, ruido, luces, movimiento…) la naturaleza nos demuestra que tiene una gran capacidad de reacción, tanto para lo malo como para lo bueno.
A principios de este año comenzamos un proyecto de monitoreo en la BS Biblioteca Infantil de Oaxaca, sede Xochimilco, que tiene la finalidad de conocer a nuestros vecinos salvajes, saber quiénes están presentes en el área, la frecuencia con que aparecen y el uso del espacio que realizan. A pesar de encontrarse en una zona urbana rodeada por casas y avenidas muy transitadas, es sorprendente lo que hemos encontrado. Su ubicación cercana a una pequeña área rodeada por árboles y a una cuenca hídrica temporal –que mantiene una pequeña estructura de vegetación– contribuye en gran medida a que mucha fauna esté presente, oculta a simple vista, pero con una función interesante, ya sea como refugio, área de anidación, espacio de alimentación o como un pequeño corredor biológico en pleno centro urbano.
En esta área se ha detectado la presencia de cerca de 15 especies de aves (loros, colibríes, calandrias, primaveras, gorriones, tortolitas, zanates, golondrinas, carpinteros, chogones, entre otros), mamíferos silvestres (murciélagos, ardilla y cacomixtle) y una gran población de gatos –considerada, sin embargo, como especie feral que pone en riesgo a la población de animales silvestres–: todos estos organismos interactuando en un pequeño espacio en el que día con día descubrimos más sobre ellos y sus fascinantes encuentros dentro de la biblioteca.
Seguramente a ti te ha pasado lo mismo, sobre todo ahora, percibimos de otra forma nuestro entorno: luego de una larga temporada de encierro fue factible, en muchos casos, lograr estar más atentos y conocer un poco más de nuestros vecinos silvestres, pasar largo tiempo tras la ventana añorando salir ha sido un excelente pretexto para percibir a aquellos que pasaban inadvertidos en nuestras agitadas y caóticas vidas.
Ahora es un buen momento para conocer a nuestros vecinos silvestres: generemos ciencia ciudadana usando plataformas digitales disponibles (como Naturalista) en las que puedes conocer algunos de los encuentros que hemos compartido, además, si visitas la BS Biblioteca Infantil de Oaxaca puedes contribuir con registros.
Poco a poco iremos descubriendo la vida natural que habita la biblioteca y con estas herramientas las conoceremos con mayor detalle. Así que eres bienvenido a sumarte a esta aventura y formar parte de la enorme comunidad de naturalistas que participan en una gran red internacional.
¡No te pierdas este video que preparamos para ti!
Revisa algunos de los títulos dedicados al medio ambiente que tenemos en la Red de Bibliotecas Infantiles BS, ubica tu biblioteca más cercana ¡y no dudes en visitarnos!
Consulta nuestras observaciones en la siguiente dirección: https://www.naturalista.mx/projects/biodiversidad-de-la-bs-biblioteca-infantil-de-oaxaca
*Biólogo. Tutor naturalista del estado de Oaxaca, CONABIO-INaturalist y colaborador de la Red de Bibliotecas BS