Boletín FAHHO Digital No. 19 (Oct 2022)

Mujeres del Barro Rojo

Mónica Díaz

En la comunidad de San Marcos Tlapazola hay un grupo de mujeres que mantienen viva la herencia de la alfarería que les dejaron sus antepasados. Ellas transmiten los secretos de este trabajo de generación en generación, aman el barro porque en él viven las historias de sus ancestros.

Se trata de una cooperativa de quince alfareras, entre hermanas, cuñadas y sobrinas, que se organizan para trabajar y comercializar las piezas que elaboran. Ellas fabrican cada pieza a mano, no utilizan torno ni molde, por ello cada pieza es una obra excepcional que demuestra su gran talento.

En sus inicios fueron conocidas como “El taller de la tiendita” o “La fama”, porque empezaban a ser reconocidas por su trabajo y algunos pensaban que llevaban notoriedad a San Marcos Tlapazola. Fue hace quince años aproximadamente que decidieron formar un grupo y cambiar su antiguo nombre por el que ahora llevan, y orgullosas lo escriben en zapoteco: Raá unaá shte yú shnia, ‘Mujeres del Barro Rojo’.

Elia Mateo Martínez es una de las más jóvenes del grupo. Me platica lo que el barro ha significado en su vida: “Me siento feliz y agradecida con la madre tierra porque de ella sacamos el barro, el agua y la leña. Todo lo que nosotras ocupamos para nuestro trabajo proviene de la tierra: el barro viene de la tierra y nosotras venimos de la tierra, eso es lo más bonito y este es un bello trabajo”. Elia está convencida de que si una trabaja con amor, empeño y dedicación, las piezas salen muy bonitas.

El barro les ha dado sustento, satisfacción y reconocimiento, y sin imaginarlo su barro las ha llevado a viajar a lugares que jamás hubieran soñado: Arizona, Vancouver, Washington, Portland y, en 2012, algunas de sus piezas fueron seleccionadas para la exhibición “Destination: Mexico” en la tienda del Museo de Arte Moderno en Nueva York, MoMA.

Las Mujeres del Barro Rojo comparten un sueño para el futuro: heredar esta tradición, que las nuevas generaciones formen parte de la cooperativa y que las madres sigan inculcando este trabajo a sus hijas e hijos. Les gustaría que el barro rojo se conservara, que no se perdiera la tradición. Ellas trabajan activamente para que las generaciones que vienen detrás de ellas continúen con este trabajo y que en el futuro llegue a existir un nuevo grupo de mujeres y hombres del barro rojo.


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