Boletín FAHHO Digital No. 24 (Mar 2023)

Montes verdes – Raíces azules

Adriana Sabino / Hector Meneses

En las tierras cálidas del Istmo de Tehuantepec se encuentra la comunidad de Santiago Niltepec, lugar donde se cultiva y produce el añil, considerado uno de los tres tintes más especiales de Mesoamérica. Con esta nota recordamos con especial afecto a Octaviano Pérez (1956-2022), quien nos recibiera en 2014 para explicarnos el arduo trabajo que se requiere para extraer color de la planta de añil, conocida localmente como jiquilite. Un grupo de amigos nos reunimos con don Octaviano y su familia, doña Arcelia y José Ángel, para conocer los secretos de la planta que nos regala tanto el color del cielo a medianoche, como el del horizonte límpido y claro.

Entre los principales intereses del Museo Textil de Oaxaca se encuentran los colorantes naturales. Por ello disfrutamos escuchar las historias de las personas que han mantenido vivo el conocimiento a este respecto, de generación en generación, conservando huellas culturales que nunca dejan de sorprendernos. Si bien es cierto que es difícil trabajar con estos tintes, también lo es que esta actividad ofrece un atractivo irresistible para las grandes mentes: el desafío. Don Octaviano nos dejó muy claro este punto cuando, tras preguntarle por qué seguía cultivando el añil, respondió: “Porque es difícil; no cualquiera puede hacerlo”.

Tras un año de acompañarles en el proceso, desde la siembra hasta la solidificación de la pasta de añil, el MTO invitó a don Octaviano y a José Ángel a compartir su historia. Luego de su triunfante participación en el Primer Encuentro de Textiles Mesoamericanos, organizado por el Museo en octubre de 2014, su piedra tintórea ha sido llevada y apreciada en otras culturas, como en pueblos andinos del Cusco, en Perú, y entre mujeres mapuche en el extremo sur de América.

En 2018, el equipo del MTO volvió a la localidad de Niltepec, en esta ocasión, con ánimo de propiciar un encuentro entre niños, padres de familia y productores de añil. Durante tres días los participantes escucharon de viva voz de los productores el proceso de extracción del tinte, quienes compartieron sus conocimientos y experiencias con el público asistente. Entre las voces que se escucharon resaltó la del señor Teódulo, un hombre de mirada firme y orgulloso de su oficio, quien comentó: “El trabajo que realizo es la herencia de mi padre, después de él se dejó de elaborar, hasta ahora que nos organizamos y decidimos retomarlo”.

Al finalizar la explicación continuamos con una demostración de diversas técnicas de teñido de reserva para lograr diseños en los lienzos de algodón y playeras que cada niño y niña llevaba. Mientras escuchaban atentos a las explicaciones que mencionaban dobleces y amarres, de pronto interrumpió una voz en el salón: “¡Se parece a un tamal!”. Entre risas y gestos de alegría y un ¡guaaauuu! de fondo, se percataron de que si doblan su prenda en forma de tamal podrían obtener muchas líneas de diseño.

Los participantes desconocían el uso del tinte que se produce en su comunidad, como comentó una madre de familia: “Con mi abuelo y mi papá lo conocí, pero no sabía que podíamos pintar telas y hacer muchas cosas con ellas”. También escuchaban hablar de las pilas —depósitos de agua donde se procesa la extracción del añil— y solamente algunos las conocían puesto que son hijos o nietos de los productores; el resto desconocía el lugar mágico donde se producía la tinta, como ellos le llaman.

El taller de teñido tuvo como objetivo mostrar a la propia comunidad las bondades del uso de este tinte pues, paradójicamente, la comunidad productora desconocía su uso a pesar de ser de los últimos lugares en México donde se cultiva y produce el añil.

La actividad se llevó a cabo a un costado de las pilas: qué mejor lugar que en el origen de toda esta aventura. En medio de la naturaleza y con grandes ánimos, los participantes pusieron en práctica lo aprendido en el aula. Poco a poco las prendas se sumergieron en el tinte y la magia se hizo presente al ver que sus prendas se convertían, en pocos minutos, de un color verde al azul añil gracias a la acción del oxígeno.

En cada sesión contamos con la participación de grupos escolares de 5.ºy 6.º grado de las tres primarias que existen en la comunidad. Convencidos de continuar con el legado de la producción del añil, por la importancia que tiene en el mundo textil, los participantes manifestaron que se sienten orgullosos de saber que en su localidad se cultiva y produce la tinta con la que muchas comunidades dan vida y color a sus fibras en Oaxaca, así como en otras regiones de México y del mundo.


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