Boletín FAHHO Digital No. 55 (Oct 2025)

Mis líneas, tus líneas, sus líneas: Cine japonés en San Pablo

Rocío Ocádiz

¿Qué es lo que define nuestra existencia? Más allá del lugar donde nacimos, la familia en la que crecimos (y cuya genética compartimos) o la cultura que adquirimos, está ese espacio interno donde nuestra persona se esculpe finamente y toma forma: se define. Quizás ese espacio interno se genere precisamente a partir de todos esos elementos… o, en algunos casos, probablemente contra todos ellos, o contra algunos. ¿Quién lo puede decir con certeza?

Norihiro Kaizumi dirigió Las líneas que me definen en 2022, cinta en la que el arte del sumi-e aparece no solo como una propuesta estética para interpretar la realidad, sino como un camino de redención. ¿Y qué es el arte, sino un camino —no siempre sencillo, pero siempre valioso— por el que muchos encuentran un sentido para sus propias vidas, una posibilidad de definición de sí mismos?

Sosuke es un joven que queda extasiado ante una obra realizada con la técnica del sumi-e. Está absorto, contemplando un cuadro mientras su emoción se desborda por los ojos. Lo que no sabe es que el maestro Kozan Shinoda lo está observando a la distancia, justo en el momento en que limpia su rostro con el dorso de la mano. A partir de ese instante se inicia un proceso de aprendizaje que seguramente durará toda la vida del joven, ya que el maestro lo invita a ser su aprendiz y él acepta.

La cinta sigue dos procesos de manera paralela, el de Sosuke y el de Chiaki, una joven que lleva la delantera en el camino, ya que a su edad es una artista reconocida en el sumi-e. Ambos han vivido distintas realidades, ambos han sido llamados a superar situaciones personales muy complicadas a las que solo el arte podrá dar una respuesta; porque, finalmente, solo una fuerza vital como el arte podrá reconfigurarlas y orientarlas de nuevo hacia una vida más luminosa.

El director nos lleva de la mano a conocer las pinceladas con las que toma forma el sumi-e: algunas de gran envergadura, otras delicadas. Unas existen como fuerza que sostiene a la obra, otras son sutilezas que insinúan presencia de tallos, hojas, pétalos, lágrimas. Es necesaria una precisión que solo se logra con el trazo personal, la cual dará vida al espacio en blanco por medio de la tinta que debe estar exactamente en la densidad que precisa el papel y el pincel, y no otra.

Chiaki ha perdido su trazo personal en el afán de imitar el trazo del maestro. Sosuke, en su proceso de aprendizaje, es reprendido por el maestro debido al riesgo de perderse a sí mismo, de renunciar a su expresión personal en aras de dominar una mejor técnica al querer imitar el trazo de otros. Ambos, por momentos, parecen haberse extraviado en el camino que lleva a la esencia del sumi-e. Sin embargo, la vida y sus acontecimientos los orillan a darse cuenta de que son las propias experiencias, justo aquellas que los han marcado, lo que les ayudará a dominar este arte y a lograr su expresión personal.

Así, las líneas trazadas por cada uno van definiendo quién es quién. Líneas gruesas, de potente color azabache, que conforman un sendero, un risco, una fiera temible de enormes proporciones. Líneas delicadas, de trazos diluidos, en tonos que van del negro profundo al gris clarísimo, líneas que apenas se insinúan formando juncos flexibles, tallos, finísimas floraciones que dan vida a conjuntos armoniosos.

Líneas y líneas. Líneas distintas para cada uno, propias de cada uno. Líneas que definen a las personas, pues son expresión de la óptica con la que cada uno va mirando la vida. Líneas que son producto de la pincelada que cada uno traza en la hoja de papel que le tocó pintar.

Porque, finalmente, en la vida sí se nos da un tramo de papel muy diferente a todos, y un pincel o una brocha, y de cuando en cuando cada uno vamos hallando tintas diversas para intervenir el espacio en blanco. Es así como paso a paso vamos decidiendo cuáles líneas nos definirán, o bien, si de plano renunciamos a trazarlas estrujando el papel o dejándolo en blanco. Quiero creer que la mayoría, con los pinceles que tenemos a la mano, podemos realizar una obra que, al ser contemplada por alguien más, sea capaz de mover sus fibras más sensibles y quizá, quizá… también pueda tocar su vida.


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