Boletín FAHHO No. 34 (Ene-Feb 2020)

Memoria

Juan Manuel Herrera

Una noche, después de la inauguración de una extraordinaria exposición de Gunter Gerzso (Pintura, Gráfica y Dibujo 1949-1993) en el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca (MACO, 1993), en la que Carlos Monsiváis hizo una magistral presentación, me colé a la cena en El Topil, en la Plazuela Labastida, con el propio Gerzso, Carlos Monsiváis y Francisco Toledo. En ese ambiente de austera luminosidad –que era uno de los mayores atractivos de ese recordado restaurante– la conversación derivó a una magia que fue interrumpida intempestivamente por un personaje que entró no sin agitación, se acercó a Monsiváis y le pidió un autógrafo llamándolo don Carlos Fuentes. Monsiváis le escribió algo en el cuaderno, hizo una broma corrosiva y todos reímos de buena gana. 

Esta pequeña viñeta de humor me sirve para imaginar un lugar que ya no existe, El Topil con esos grandes maestros que ya se fueron. Pero sobre todo, para imaginar un registro de todas las exposiciones que Francisco Toledo llevó adelante en el MACO y en el IAGO, por sólo mencionar dos instituciones entre las muchas que creó. En la monumental historia intelectual y artística de Francisco Toledo, la promoción de innumerables artistas, la riquísima colección de obras de arte que llegó a reunir y la publicación de noticias, folletos, carteles y catálogos de exposiciones, darían lugar a varios tomos de un gigante de la cultura mexicana llamado TOLEDO. Ya Fomento Cultural Banamex dio inicio, con oportunidad, al recuento documentado de la gran obra con cuatro hermosos volúmenes. 

La reconstrucción detallada, al por menor, de esa tarea extraordinaria resulta necesaria pues no sólo documentaría un capítulo relevante de la historia cultural de México, sino permitiría abordar el cuidado de los archivos de esas instituciones. Recientemente solicité un dato en el MACO respecto a la exposición de Herrajes de Oaxaca y la respuesta fue amable e inmediata, lo que deja ver la buena organización del acervo. Sin embargo, todas las instituciones requieren detenerse en la incesante labor del día con día y de la planeación de las tareas de los meses y años por venir, para trabajar con sus testimonios, los expedientes de artistas y exposiciones y para dotar a los acervos de vida propia. 

Quizá una forma de estimular esta idea sería precisamente una exposición con una selección de los catálogos de las exposiciones del MACO y del IAGO que acaso podría tener lugar en el Archivo General del Estado de Oaxaca, en el magnífico edificio en Las Canteras. 

Honrar la memoria de Francisco Toledo y seguir aprovechando su enseñanza puede dar lugar a diversas aproximaciones a partir de los archivos de Oaxaca en los que su huella estará presente en forma duradera, permanente. 

A un tiempo, el resguardo de los archivos del MACO y del IAGO permitiría cerrar un capítulo de esta historia cultural y abrir otro, en este caso una ancha puerta, la de un inmenso edificio de memoria que construyó el maestro Toledo.

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