Boletín FAHHO No. 15 (Nov-Dic 2016)

MATRUSHKAS EN OAXACA

Vivian Mansour

¿Quién no conoce las matrushkas rusas? Se trata de una artesanía o juguete consistente en una muñeca adentro de otra, adentro de otra de menor tamaño adentro de otra aún más pequeña. O dicho de otra manera: un enigma oculto en uno menor…

En Oaxaca hay un museo así. Se llama el Museo de la Filatelia o, como cariñosamente se le conoce, el MUFI. Es un espacio pequeño pero luminoso. Largos pasillos salpicados de piedras son resguardados por un cactus, como si se tratara de un dios espinado y protector.

Entras al acervo y te topas con un cuartito aparentemente vacío. ¿Cómo va a caber un museo en lo que parece la palma de una mano, tersa y plana?

Pero las paredes, aparentemente lisas, esconden insólitas sorpresas. Se trata de grandes abanicos ocultos, que se despliegan ante los ojos atónitos del visitante. Y en esas rebanadas hay miles de hermosísimas miniaturas que se regalan a la vista.

Y esas filas de timbres son cuadros liliputienses, retazos de la historia, pedacería de exóticos lugares, emblemas de proezas deportivas, efemérides, elogios de lo cotidiano y celebración de toda la fauna y flora del planeta… Filigrana de colores y artistas anónimos, precios de sistemas económicos que ya fenecieron, lotería y recuento del mundo y del folklore. Todo lo que describa es mínimo comparado con las dimensiones colosales de un timbre aparentemente pequeño.

Y adentro de ese museo, como matrushkas, está contenido un equipo de gigantes de la promoción del arte del correo, la estampilla y la carta: Eduardo Barajas y Edú Nieto, entre muchos otros.

Y adentro de esas personas se oculta una matrushka más modesta en su presencia pero gigante en sus alcances: la Fundación Harp Helú Oaxaca que no ha cesado en embellecer y engrandecer el de por sí magnífico estado de Oaxaca. Ahí aparecen los nombres de Socorro Bennetts, Aracely Vergara, Hugo Cuevas, Arturo Tobón y María Isabel Grañén Porrúa. Y para terminar esta pequeña reflexión, en el propio Museo de la Filatelia, hay —entre otras maravillas— una increíble cantidad de timbres de matrushkas.

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