Boletín FAHHO Digital No. 5 (May-Jun 2021)

Manos que modelan historias

Aldo Luis Luis / Diego Morales Toledo

Muy pocos tienen la fortuna de escuchar a las sirenas. Al tratarse de un mito o un cuento mágico, la figura que representa este personaje ha desatado la imaginación de músicos, poetas, pintores, escultores y dramaturgos a lo largo de la historia. En el arte popular oaxaqueño podemos encontrar una singularidad arropada por la tierra, el agua y el fuego.

En San Antonino Castillo Velasco, del distrito de Ocotlán de Morelos, se encuentra un taller familiar de alfarería que comparte con el mundo las imágenes de las sirenas, figuras surrealistas en forma de macetas zoomorfas o antropomorfas. Estas piezas se aprecian en el patio y en un cuarto destinado a mostrar a los visitantes el trabajo de Manos que ven, un taller familiar dirigido por el maestro alfarero José García y la maestra Teresita Mendoza, quienes se han convertido en un referente de la comunidad.

El reconocimiento del quehacer de la familia García Mendoza se debe al trabajo constante y a la calidad con la que elaboran sus productos. La confianza que le ha dado al equipo de Andares del Arte Popular nos han permitido, desde hace tiempo, compartir con el público sus experiencias al momento de trabajar el barro. El maestro José García nos comparte su palabra, le preguntamos por qué su taller lleva ese nombre y él nos contesta: “Soy invidente, discapacitado… Me dio glaucoma y me privó de la vista. No veo absolutamente nada, solo que se me desarrolló el tacto, y el oído, y estamos trabajando como si yo viera con las manos”. El inicio de la charla augura una gran historia por ser escuchada, y es así como transcurre el tiempo mientras el maestro y su esposa, la maestra Teresita, nos comparten sus anécdotas. Les preguntamos: “¿Cómo fueron sus inicios en la labor del barro?”; el maestro José, muy presuroso, toma el rol de entrevistado y con el ímpetu que le caracteriza, comenta parte de sus inicios: “Es una historia hermosa. Yo soy una persona que nació en 1947, el 10 de agosto, mi padre era jornalero y mi madre se ocupaba de los trabajos del hogar y de la familia, yo salía a jugar porque cuando era niño y llovía se hacía un arroyuelo que escarbaba la tierra, de ahí salía barro chicloso, lo mezclaba y me sentaba a jugar y así fue como principié…”. Haciendo diferentes figuras que representaban el campo, como toritos, burros, borregos, es como inicia el maestro José a jugar y perfilar su trabajo en la alfarería.

La maestra Teresita Mendoza también expresa sus inicios en la alfarería. Comenta que su trabajo con el barro comenzó con los detalles de los rostros y cuerpos que conforman las figuras de las sirenas, comparte con una voz constante: “Cuando me casé con mi esposo, yo aprendí de él. Lo primero que aprendí fue a hacer las escamas de las sirenas, después pececitos, flores y así le ayudaba yo a decorar el trabajo, pero fue pasando el tiempo y procreamos tres hijos, y dedicaba mi mayor tiempo a ellos, pero cuando mi esposo tuvo el problema en su vista, que le dio glaucoma, entonces para mí fue muy difícil, muy triste, pero de entonces para ahorita le puse mucho empeño al trabajo, mucha curiosidad y tiempo… Así fue como los dos juntos trabajamos: mi esposo forma las piezas y yo le hago todos los detalles que le faltan…”.

Sin lugar a duda, el trabajo colaborativo para crear piezas únicas, en el taller familiar Manos que ven, es una manera de hacer homenaje a la comunidad de San Antonino Castillo Velasco, pero también a la experiencia personal de los maestros José y Teresita, que han dejado un camino para seguir transitando en el Arte Popular. Surge otra pregunta al momento de charlar con los maestros. “¿Cómo es el proceso creativo para representar en el barro las diferentes figuras?”. El maestro José piensa un momento y contesta: “Primeramente, me imagino lo que vi con mis ojos como es la mujer, porque a mí me agrada hacer la escultura de la mujer oaxaqueña, tiene mucha manera de vestir los trajes típicos de su región… Extiendo en una base el barro, lo aplasto bien, entonces lo levanto y lo empiezo a formar para hacer la figura que yo quiero hacer…”.

La maestra Teresita se encarga de detallar el rostro de las mujeres. Para que cada gesto sea único, bello, imagina mientras modela el barro, crea escenas singulares. Las sirenas, en vez de cantar, se metaforizan en escenas de barro. La maestra es la responsable de crear sirenas colgantes que resaltan los espacios exteriores o interiores del hogar. El trabajo colaborativo permite fusionar dos o más imaginarios y la maestra Teresita comparte su gusto por crear las sirenas. Le preguntamos: ¿Qué piezas son las que usted trabaja?, y entonces nos platica: “Mi esposo y yo siempre trabajamos juntos… quiero hacer a veces la idea que tengo en mi mente, en mis ratos libres hago mis sirenitas pequeñas de colgar, hago también macetas con cara de mujer que son macetas chicas… Y me gusta hacer otra figura: cuando yo era niña íbamos al campo y la mujer carga a su bebé, a su niño, y aquí carga un jarrón de atole o una olla de comida y una canasta en la cabeza donde va la tortilla, y va con su rebozo: esa es la figura que me gusta hacer mucho a mí, esa figura es propia, es mía”.

Tantas charlas por venir y poco tiempo con el que uno cuenta. En algún momento de la charla se les preguntó sobre el futuro del taller. “¿Cómo visualizan el taller en un futuro, se seguirá trabajando?”. Los maestros se quedan un momento pensando, entonces el maestro José comienza a contarnos: “Yo creo que sí , yo creo que a mis nietos les toca ver el futuro, a mí ya no, porque yo vivo el presente, yo vivo el hoy porque vivo la tercera edad, entonces a mis nietos les toca ver el futuro y ojalá que esto llamado arte, artesanía, no se pierda, sino que lo sigan. Mi opinión, como hombre que soy, es que el avance de la ciencia pone la mirada en todo aquello que es tecnología (sí), donde le ponen el dedo a un botón y mueven muchos cosas, y nosotros no, porque yo con los diez dedos que tengo, los muevo para hacer artesanía… yo creo que a mi familia le toca ver el futuro”.

Finalmente, si hay un ejercicio de imaginación que pueda reflejar los frutos del trabajo que realizan en el taller Manos que ven, sería en la valoración de sus piezas, de la historia de sus orígenes, de su permanencia. Las sirenas, así como los distintos tipos de piezas que crean los maestros y sus hijos, son reconocidas en lo más local, pero también en este ir y venir de la globalidad. Desde Andares del Arte Popular creemos en el reconocimiento del trabajo hecho a mano, en el valor intrínseco que existe entre la experiencia de cada maestro y su pieza terminada, en la continuidad de la tradición artesanal, pero también en la apertura de la fusión de nuevas técnicas y colaboraciones.

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