Boletín FAHHO Digital No. 46 (Ene 2025)

Los testigos de los libros

Carlos Sevilla
Recorte del periódico Excélsior como testigo. Fotografía: Carlos Sevilla

Los testigos de libros son una fuente de información histórica, material, cultural y documental de los fondos bibliográficos, sus usuarios y lectores, así como de la historia, devenir y uso del ejemplar que resguarda entre sus páginas aquel fragmento de historia “atrapado” u “olvidado”.

Se le llaman testigos1 a los materiales que no pertenecen a la propia edición del libro y que fueron agregados por los lectores de manera intencionada o por un descuido. Dicho objeto se convierte en testimonio del momento del uso del libro y de quién lo consultó, además de acercarnos a su contexto histórico, cultural, económico y social. En pocas palabras, un testigo es resultado inevitable de la relación libro-lector.2

Un libro, para sus lectores, puede trascender generaciones, territorios, ideas o su propio contexto; situación de la que el testigo también es partícipe y por lo mismo se convierte en el testimonio de hechos ocurridos años o siglos después de la fecha de publicación (incluso antes); además, reflejan circunstancias temporales y espaciales determinadas y específicas.3

El Fondo Antiguo de la Biblioteca José Lorenzo Cossío y Cosío, al resguardo de Adabi, tiene una colección de testigos en parte de su acervo. Entre las páginas se encuentran fragmentos de manuscritos, impresos, grabados, recortes de periódicos, folletos, postales, cartas, dibujos y hasta restos de flora.

Como ejemplo de lo mencionado al inicio del escrito, en el libro El jardín de la iglesia de Santa Catalina de Suecia (…), publicado en 1776, el testigo que se ubica entre las páginas 28 y 29 consta de un recorte de periódico con una imagen del icónico Palacio de Hierro del centro de la Ciudad de México y personas abrigadas caminando bajo la lluvia con sombrillas. Esta impresión muestra al inmueble antes de su característica cúpula en el remate de la moldura, así como la permanencia de los letreros de la fachada con “Almacenes del Palacio de Hierro”; detalles que permiten ubicar la temporalidad del testigo entre la inauguración del complejo comercial en 1888 y los primeros años del siglo XX.4

De las páginas 128 a 134 del libro Thesaurus hispano-latinus/utriusque linguae verbis (…) se encuentran atrapados distintos fragmentos pequeños de hojas metálicas que, por su apariencia, podrían tratarse de hojas de plata y oro. Esta interesante pedacería de metal lleva a pensar en las posibles circunstancias en las que se encontraba el libro cuando era consultado, ¿algún trabajo de dorado o decoración? De ese momento hoy queda como documento tangible los delicados y endebles pedazos brillantes sobre el papel.

Pueden existir múltiples testigos dentro de un volumen y variar la tipología y características, por lo tanto, también la época y usuario al que pertenecía. Ejemplo de esto lo hallamos entre las páginas 156-157 y 276-277 de Instituciones juris canonici (…), el primero es una flor ahora atrapada entre el papel y la tinta, conserva la forma, textura y parte del color de los pétalos, sépalos y tallo; un rastro de la flora del momento en que fue consultado o de su anterior dueño. El segundo testigo es la correspondencia dirigida al jefe de hacienda del estado de Morelos firmada en Cuernavaca en 1880, lo cual nos incita a preguntarnos: ¿tendrán relación ambos testigos del libro?, ¿pertenecieron al mismo usuario?, ¿cómo podemos aproximarnos al contexto de un rastro de flor y a un oficio dirigido al jefe de Hacienda de Morelos en el México porfirista? ¿Cómo puede ser significativa la comprensión y estudio de estos elementos para entender la historia de los usuarios del libro, de su uso y de la biblioteca?

Un último ejemplo, de la variedad con la que cuenta la Biblioteca Cossío, es la encuadernación que contiene al primer diario publicado en la Nueva España, el Diario de México, impreso el 1° de octubre de 1805. Entre las páginas 174 y 175 se localiza un recorte del periódico Excélsior que, en su edición de aniversario fechado el 18 de marzo de 1928, redactó la nota titulada “El primer periódico diario que se publicó en nuestra nación”, que alude al impreso de 1805.

Este recorte representa un caso muy interesante en la relación del libro, la colección y su complicidad con su propietario y lector. Ahora el volumen guarda la nota de periódico que su dueño leyó, donde relata el histórico suceso del inicio del tiraje del primer diario impreso en el país, ahora como testigo resguardado dentro de la encuadernación del primer tomo del diario.

Cabe mencionar que el registro de los testigos del Fondo Antiguo forma parte del Programa de Conservación del Fondo Antiguo de la Biblioteca Cossío que actualmente desarrolla el Centro de Conservación, Restauración y Encuadernación de Adabi. Dicho programa es parte de las acciones de conservación y preservación de las colecciones de la Biblioteca, así como su catalogación y difusión.

Aproximaciones a los testigos del libro como los que se expusieron anteriormente son una herramienta para el estudio de su historicidad a partir de la investigación de lo material, por medio de su uso y función, y la evolución de las colecciones y sus usuarios. Todos ellos temas fundamentales para entender las huellas de uso y marcas de procedencia, que son la pátina de los libros, por lo que comprenderlas y conservarlas es un deber que tenemos con las colecciones bibliográficas.

Por otro lado, el programa de conservación del Fondo Antiguo es un proyecto integral del acervo. Mediante las labores de diagnóstico se direccionan las futuras labores de conservación, y el entendimiento de los elementos que estructuran los libros, su importancia dentro de la colección, historia y devenir como testimonio de la Biblioteca José Lorenzo Cossío y Cosío, mismos que buscamos divulgar y hacer de interés común por medio de este y futuros escritos.

1. Martha Romero, “Los testigos del libro. Su rescate, conservación y utilidad”, en De Patrimonio Documental y Bibliotecología en México. Diversas Miradas, ed. Rosa María Fernández (México: UNAM, 2012), 89-93.
2. Ana S. Zamarrón, “Testigos: aditamentos documentales y testimoniales del devenir histórico preservados en el legado bibliográfico: Arquitecto Carlos Lazo Barreiro”, en Panorama de la Conservación del Patrimonio Documental (México:ENCRyM, 2013).
3. Sandra Martínez, Catálogo de los testigos encontrados en los libros del Fondo Conventual de Coyoacán: Biblioteca Nacional de Antropología e Historia “Dr. Eusebio Dávalos Hurtado”, tesis de licenciatura en Restauración de Bienes Muebles (México: ENCRyM, 2014), 10-11.
4. Patricia Martínez, El Palacio de Hierro, arranque de la modernidad arquitectónica en la ciudad de México (México: UNAM, Facultad de Arquitectura, Instituto de Investigaciones Estéticas, 2005).


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