Los Presentes, de Juan José Arreola
La coordinación del proceso de creación de una obra implica revisar, ordenar y seleccionar los textos para su posterior publicación, lo que conlleva gran responsabilidad, más aún cuando los autores que serán publicados son prácticamente desconocidos. Juan José Arreola inicia en 1950 su trabajo como editor en la Ciudad de México, donde funda y dirige una serie de cuadernos o plaquettes llamados Los Presentes, nombre que le da en homenaje al gran tipógrafo Ignacio Cumplido y a su Presente amistoso para las señoritas mexicanas. Arreola, junto con Ernesto Mejía Sánchez, Jorge Hernández Campos y Henrique González Casanova, edita la primera serie de estos plaquettes, mientras Alí Chumacero se encarga de diseñar algunos números.
Los Presentes son pequeñas obras escritas por amigos de Juan José Arreola, una publicación de circulación restringida, con un tiraje aproximado de 100 ejemplares, firmados por cada autor para los suscriptores de la colección y 25 ejemplares fuera de comercio. Consistían en pequeños cuadernos de entre ocho y veinte páginas, cada uno mostraba en su cubierta el nombre del autor, el título y una viñeta, varias de ellas hechas por Ricardo Martínez.
El propósito de Los Presentes, según Arreola, era “hacer los libros más baratos que puedan editarse en México, editar en las condiciones más favorables para los autores jóvenes las obras que éstos escriban… Los Presentes quieren editar todas las nuevas obras de los valores literarios desconocidos, sin vejaciones de parte del editor, sin esperas humillantes, sin miradas desde las alturas, que su pensamiento sea leído, escuchado, entendido, admirado o criticado, pero ante todo el mundo de pie como una lucha valiente y joven”.
En esta colección, varios escritores publicaron sus primeras páginas, entre ellos Ernesto Mejía Sánchez, Francisco Tario, Carlos Pellicer, Juan José Arreola, Rubén Bonifaz Nuño, por citar algunos. Juan Soriano colaboró con las ilustraciones para el número especial dedicado a Sor Juana Inés de la Cruz.
Mención aparte merece el número cuatro, en donde encontramos los cuentos “El Lay de Aristóteles”, “El discípulo”, “La canción de Peronelle”, “Epitafio para una tumba desconocida”, “Apuntes de un rencoroso”; cuentos que serían un anticipo de Confabulario, de la autoría de Arreola y que se editó hasta 1952.
La primera serie de Los Presentes constó de nueve cuadernos (plaquettes) y un libro que lleva por título Breve diario de un amor perdido, de Francisco Tario, publicado en México en 1951. En total fueron diez títulos, todos ellos consideradas joyas bibliográficas.
La segunda serie, editada solo por Arreola en 1954, concretó su vocación editorial, gracias a las óperas primas con las que inició la colección: Lilus Kikus de Elena Poniatowska (con una viñeta que muestra tres hongos pequeños coloreados con acuarela y pincel, según palabras de Arreola, por el propio Salvador Garduño, ejemplar por ejemplar); Los días enmascarados, de Carlos Fuentes; Fin, de Archibaldo Burns; Ausencias, de Carlos Valdés; otros autores son José Luis Martínez, Ramón Xirau, Alfonso Reyes, Ricardo Garibay, José Luis González, Mauricio de la Selva, Augusto Monterroso. Durante esta época muchos autores de renombre buscaron que Arreola fuera su editor, tal es el caso de Gabriel García Márquez, a quien desafortunadamente no le pudo publicar su libro.
Un dato curioso: se dice que de esta segunda serie, Arreola logró publicar unos sesenta números y cuando traspasa la editorial se publicaron más de cuarenta, por lo que la colección pasó a tener más de cien títulos.
Los Presentes es considerada como un semillero de la literatura mexicana de la mitad del siglo XX.