Boletín FAHHO No. 24 (May-Jun 2018)

LOS LIENZOS DE QUIAVICUZAS

Fernando Lobo

Un sol rojo, con rostro, cuya posición en el cuadro señala el oriente. Al centro hay figuras humanas con nombres propios que indican antepasados y dinastías. Caminos. Hileras de pies que nos recuerdan que todo grupo humano, alguna vez, llegó desde otro lado. Un arroyo. Pequeños templos católicos novohispanos. Cruces. Montañas. El conjunto de imágenes determina una geografía y al mismo tiempo cuenta una historia. También autentifica la posesión de un pueblo sobre un territorio delimitado.

Los lienzos comunales fueron generalmente producto de un litigio por tierras entre dos comunidades. Si dos pueblos se disputaban la posesión del mismo paraje, una autoridad judicial del virreinato debía zanjar la cuestión. Tras escuchar alegatos se tomaba una decisión, se deslindaban los terrenos y se elaboraba un documento pictográfico sobre una tela. La imagen sería usada en los siglos posteriores como un acta que certifica cierta forma de tenencia colectiva que sobrevivió a la conquista y que los pueblos originarios llamaron “el común”; la misma que, después de la revolución y la reforma agraria, conocemos como propiedad comunal. Cuatrocientos años después, los lienzos aún tienen valor legal. Fueron diseñados para colocarse en el suelo y observar la tela desde ahí, como si se mirasen las tierras desde una montaña colindante.

Las autoridades comunales de Santiago Quiavicuzas, pequeño poblado zapoteco ubicado en la Sierra Sur de Oaxaca, custodian dos lienzos del siglo XVI. En febrero de 2017 solicitaron apoyo a la Biblioteca Francisco de Burgoa (UABJO), que en conjunto con la Fundación Alfredo Harp Helú y el Instituto Nacional de Antropología e Historia auspician el proyecto Conservación y Restauración de Documentos de comunidades del Estado de Oaxaca. El trabajo quedó a cargo de María del Refugio Gutiérrez, del Taller de Restauración FAHHO, licenciada en restauración por el INAH.

Lo que siguió fue un trabajo interdisciplinario. Es necesario conocer el lienzo, “saber qué necesita, de dónde viene y a dónde va”, nos dice María del Refugio. El Instituto de Física de la UNAM realizó pruebas de termoluminiscencia y de falso color para determinar la fecha de elaboración y los materiales utilizados. El Laboratorio de Biología de la Coordinación de Patrimonio Cultural del INAH realizó estudios sobre las fibras. Aún se lleva a cabo un análisis histórico a partir de la iconografía y las inscripciones. Los datos se entrecruzan para elaborar un estudio completo. Los lienzos de Quiavicuzas fueron tejidos con algodón en telar de cintura, coloreado con añil, grana cochinilla, negro de humo, óxidos de hierro y un amarillo que aún no ha sido identificado.

Durante la restauración se limpia la tela, se eliminan las deformidades producidas por dobleces, se reparan los desgarres. Los nudos se desbaratan y los hilos se vuelven a entretejer con lupa y con una extraordinaria minuciosidad mecánica. Finalmente las telas se colocan extendidas en vitrinas de madera que protejan el documento sin impedir la exhibición.

El 28 de noviembre de 2017 en la Biblioteca Burgoa, la doctora María Isabel Grañén Porrúa entregó los lienzos restaurados a las autoridades comunales de Santiago Quiavicuzas. En palabras de María del Refugio: “El mejor lugar para estos documentos es su casa. Nosotros les ayudamos a regresar”.

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