Boletín FAHHO No. 8 (Sep-Oct 2015)

LIBROS DE VIAJES, MÉXICO COMO DESTINO

Fernando Lobo

La escritura nunca es inocente. De ahí partimos. Los relatos descubren el mundo, lo exhiben y lo expresan. Por lo tanto, también lo transforman. Las personas somos también producto de nuestros relatos. Somos, de algún modo, una historia que nos contamos.

Si nuestra visión del mundo se construye a partir de sucesos narrados, esto incidirá en el plano de los discursos, es decir, en el conjunto de enunciados que sostienen convicciones, verdades, aversiones. Poder y rebelión, creencias y razón, odio y piedad, miedo y valor, amor y soledad, toda concepción acerca de nuestra existencia comenzó con un fragmento de historia. De ahí que las múltiples relaciones entre las prácticas narrativas y el espacio físico en donde se producen, delaten invariablemente un entrecruzamiento de intereses, deseos, voluntades. No contamos historias para evadirnos de la caverna, sino para bajar hasta el fondo.

La propuesta del curso-taller “Libros de viajes, México como destino” consiste en enfocar la mirada lectora hacia quien escribe. Es obvio que leer a Bernal Díaz, Sahagún, John Reed, Antonin Artaud o Malcolm Lowry, revelará imágenes del país que habitamos, pero también despertará nociones acerca de los autores, sus bagajes culturales, ideologías, relaciones con el poder y, por supuesto, prejuicios. Se propone entonces una comprensión de nosotros mismos a partir de la mirada del “otro”, el viajero que escribe para los “otros”. En última instancia, se pretende averiguar hasta qué punto nuestra identidad ha sido construida desde fuera.

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