Boletín FAHHO No. 11 (Mar-Abr 2016)

LAS SEMILLAS EN EL HUERTO ORGÁNICO

Rosario Isabel Gabriel López / María Abascal

Las semillas por definición son granos en el interior del fruto de una planta, que con las condiciones adecuadas dan origen a un nuevo ser vivo. Sin embargo, la escritora y filósofa Vandana Shiva nos ofrece una descripción que abarca más allá de su función biológica: “Las semillas, algo tan insignificante y pequeño que suele pasar desapercibido, poseen un enorme potencial de transformación y de vida”.

Las semillas contienen en su esencia muchos significados que unen a la humanidad como ciencia, espiritualidad, sabiduría, cultura y conocimiento. Así lo fue para las culturas prehispánicas y ahora para los pueblos originarios, quienes consideraban a la semillas como el origen de la vida, la fecundidad, la fertilidad y, por lo tanto, la permanencia y supervivencia de los pueblos mesoamericanos. Este pequeño grano es el responsable de proporcionar la seguridad alimentaria, y una buena parte de la cadena alimenticia comienza con las semillas.

Sin embargo, los distintos tipos de semillas, cada día se ven reducidos por la agricultura química y las formas de producción masiva que eliminan cientos de semillas para poder patentar solamente una, supuestamente más resistente. Este proceso, aunque a simple vista no lo parezca, causa escasez de semilla, pues los agricultores ya no podrán separar las semillas, sino tendrán que comprar la patentada. Las semillas nativas son garantía de la riqueza alimentaria y la biodiversidad agrícola, que se pierde cuando perdemos las semillas.

Es todo esto lo que ha llevado a voltear la mirada hacia los huertos orgánicos escolares y familiares, que representan una aportación a la supervivencia y conservación de muchas especies de semillas criollas, así como al cuidado de la tierra y a la seguridad alimentaria de las personas que producen su propio alimento.

Esta actividad no es reciente, pues los pueblos prehispánicos fueron sociedades agrícolas, ni presupone una nueva tendencia. Su ímpetu surge de una preocupación genuina por mantener la diversidad cultural y alimenticia, por recuperar la calidad de vida por medio de los alimentos sanos y libres de agrotóxicos y conservar un estado vital del medio ambiente para poder desarrollarnos en él de forma saludable y armoniosa.

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