Boletín FAHHO No. 17 (Mar-Abr 2017)

LAS OBRAS OLVIDADAS DE MACEDONIO ALCALÁ

Ricardo Rodys

El “Tío Macedas”, “el Emblemático compositor oaxaqueño”, “el Bohemio”, “el Músico excelso”, “el laureado Artista” y “el talento brillante de la música mexicana” son solamente algunas de las expresiones con las cuales acostumbramos mencionar a Macedonio Alcalá Prieto (1831-1869), autor del célebre vals Dios nunca muere. Todos conocemos esta melodía que es muy amada por los oaxaqueños y que, de facto, se convirtió en su himno. No hay duda que ésta es la obra que le dio la inmortalidad a su autor. Sin embargo, algo extraño está sucediendo, porque nadie ha oído otras obras de este compositor.

Es algo incomprensible que entre los 130 participantes de una encuesta (entre otros los asistentes de conciertos, los usuarios de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova, los alumnos de las escuelas de música y los estudiantes de la licenciatura en música) sólo la mitad sabía mencionar alguna composición de Macedonio Alcalá, que naturalmente era Dios nunca muere, pero nadie pudo nombrar cualquier otra de su autoría. Hay que hacerse una pregunta: ¿Será Dios nunca muere la única composición de Macedonio Alcalá? La respuesta parece ser obvia: él no habría sido un gran compositor escribiendo una sola pieza, pues vivía de tocar y componer música. Vienen entonces unas preguntas inevitables: ¿Cuáles son sus otras obras?, ¿dónde se encuentran? y ¿por qué no se ejecutan? En diversas biografías de este artista se mencionan los títulos de algunas de sus composiciones, como Marcha fúnebre, Sólo Dios en el cielo, Ave María, Cielo y tierra, Isabel, Quiéreme así, Se casaron, Crepúsculo. También la Sociedad de Autores y Compositores de México indica entre sus registros otras dos de sus piezas: Decídete y Acuérdate de mí (aparte de Dios nunca muere). Tal vez son obras conocidas solamente por su título las que están mencionadas en las fuentes documentales o algunos cuentos y anécdotas, pero sus partituras se perdieron en el transcurso del tiempo. Para averiguar la verdad, la Fonoteca Juan León Mariscal emprendió una investigación y dirigió sus primeros pasos a la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, donde se encuentra una colección de documentos y objetos personales donada por los nietos del compositor hace unos 60 años. Bastó abrir una vitrina, en la cual se encuentra el violín del compositor, para encontrar una grata sorpresa. Junto al violín está depositada un acta notarial de la donación y… dos composiciones de Macedonio Alcalá: una danza y un vals. Las obras son del mismo año de 1866, la primera tiene fecha 9 de marzo y la segunda 7 de junio. Además, el vals está “dedicado al Señor Don Roberto Maqueo en el día de su cumpleaños”. Esta dedicación no sorprende, porque Roberto era hermano del compadre de Macedonio, el flautista José Maqueo. Las composiciones no son de gran tamaño, más bien son dos miniaturas, pero su valor radica en el hecho de que al final es posible familiarizarse con la obra de Alcalá en términos un poco más amplios. Aunque la danza, por los errores hechos por el copista, necesita un análisis musical más profundo antes de que se empiece a tocar, el vals entró al repertorio de conciertos presentados en el Cetro Cultural San Pablo y ya fue interpretado en dos ocasiones por el pianista Miguel Ángel Rivera Bustamante.

Actualmente, la Fonoteca Juan León Mariscal, en colaboración con la Biblioteca Francisco de Burgoa, está ordenando el archivo musical de la Facultad de Bellas Artes con la esperanza de que pronto se encuentren otras obras olvidadas de Macedonio Alcalá.

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