Las Bibliotecas Móviles: una mirada al macro y microcosmos
Los promotores de lectura de las bibliotecas móviles Ando Leyendo-Leyendo Ando de la FAHHO procuramos que, por medio de la lectura de los libros, niños, jóvenes y adultos lleven a cabo una lectura de sí mismos, del medio en el que viven y de las relaciones que se tejen entre ambos. Estas lecturas despiertan su curiosidad para explorar el entorno en el que desarrollan sus vidas. Nos convertimos en cómplices de sus exploraciones y tratamos de facilitar la búsqueda de las respuestas a las preguntas que surgen en aquellas personas que en la Sierra Norte, la Mixteca, la región Triqui, la zona Mixe y el Istmo son alcanzadas por las bibliotecas móviles rurales.
Los libros informativos y de divulgación científica son grandes aliados. Las bibliotecas móviles cuentan con varios de ellos en sus acervos bibliográficos. Uno de ellos se titula ¡El universo! y pertenece a la colección Enciclopedia del mundo para niños, editado por la editorial Panamericana. Con textos breves y claros acompañados de bellas imágenes, lleva a los pequeños lectores a un viaje por nuestro sistema solar y más allá, detonando su curiosidad por el cosmos.
Cuando los usuarios se enteran de que cada biblioteca cuenta con un telescopio y un microscopio generan muchas expectativas y deseos por observar el cosmos y el microcosmos. Con el telescopio observamos la luna, siempre que su fase y las condiciones atmosféricas nos lo permitan. Mientras que el microscopio nos ofrece la ventaja de usarlo en cualquier momento.
Explorar el macrocosmos con el telescopio es observar lo lejano; nos hace posible tomar conciencia de nuestra pequeñez. Explorar el microcosmos con el microscopio es explorar lo cercano más allá de lo tangible, descubrir que cada organismo es un universo, incluido el ser humano. El microscopio nos ayuda a tomar consciencia de nuestra grandeza.
Con el microscopio los niños se sorprenden al descubrir un universo que no imaginaban, un hermoso caleidoscopio de formas y colores del que brota el amor por la naturaleza, la inspiración para cuidarla, respetarla, estudiarla. Poder atisbar el microcosmos despierta la imaginación y con ella el amor por el arte y la ciencia.
Buganvilia, hoja morada, hoja verde, piedra, concha de mar, espiga. Desde el microscopio el tamaño del universo es confuso. Una piedra es un desierto de arena infinita, una cordillera peligrosa, un asteroide con cráteres que brillan. Dentro de una hoja hay una galaxia morada, dentro de una hoja hay un ecosistema verde entrelazado por lianas que parecen vértebras. Cuando cuidamos una planta cuidamos un universo. En San Juan Guichicovi, una niña mira a través del microscopio. Mira una vez, dos veces, tres, no se convence: “Mamá, es la misma planta que tenemos en la casa, pero no se parece”. Mira una cuarta: “Parecen estrellas”.
En el municipio de Abejones, de la Sierra Juárez, las nubes determinan el destino del telescopio. Incertidumbre, el cielo se ha llenado de nubes. Las niñas y niños han hecho una fila para observar la luna, junto a ellos, padres y madres de familia también esperan la oportunidad de ver de cerca el satélite de nuestro planeta. “Soplen todos para que se vayan las nubes”. Entre risas, todos soplan, nadie duda, la imaginación es poderosa. Un golpe de suerte comienza a despejar el cielo, no siempre sucede, pero esta vez se lo atribuímos al soplo de las niñas y los niños. La fila avanza, los rostros se iluminan.
Gracias al telescopio y al microscopio, las bibliotecas móviles construyen una experiencia integral para leer el mundo. Hay cuentos fundacionales que incluyen al sol, la luna y las estrellas como nuestros creadores, también hay cuentos sobre universos infinitos que caben en nuestras manos. No solo los libros, el mundo también se lee con nuestros ojos, de ahí viene la inspiración para crear historias, como aquella que cuenta sobre un conejo que vive en la luna, o la otra que habla de gente pequeña viviendo en
una flor.