Las aves más generosas y nobles
Andrés Ferrer de Valdecebro fue un fraile dominico nacido en España en 1620. Fue enviado a la Nueva España donde fungió como profesor de Teología y rector del Colegio de San Luis de Puebla de los Ángeles. Es autor de numerosas obras, una de las cuales conservamos en la Biblioteca Fray Francisco de Burgoa, se titula Gobierno general moral, y politico: hallado en las aves mas generosas, y nobles. Sacado de sus naturales virtudes, y propiedades, en la que el autor muestra las características de algunas aves con la finalidad de que el ser humano encuentre en ellas la manera de introducir en su vida las virtudes y se aparte de los vicios. Al inicio de la obra menciona: “Y con tan ventajosas creces en la naturaleza, está todo más deteriorado en los hombres. ¿Quién será la causa? Los hombres, porque son apóstatas de la naturaleza”.
Ferrer de Valdecebro recoge fragmentos de obras de autores clásicos como Aristóteles, Plinio, Homero, Ovidio, por lo que la mitología está muy presente. Divide la obra en las propiedades de distintas aves como el águila, el avestruz, la grulla, el pelícano, el ave Fénix, el cuervo, entre otras.
Al águila la presenta como la “Reina de las Aves, y Princesa Coronada de los vientos, es el Águila; paxaro el más noble, y generoso de quantos viven la Esfera clara, y transparente de los aires”. Considera que el águila resiste los rayos del sol como ningún otro ser por eso la asocia al ingenio, por su capacidad de superar las dificultades más profundas. Entre los antiguos era de buen augurio porque vaticinaba la prosperidad. Zeus la tomó por divisa desde su batalla con los Titanes, ya que un águila le anunció su victoria.
En el libro VI escribe acerca del ave Fénix, menciona que vive quinientos años y es tan grande como un águila, de color púrpura, cabeza redonda y coronada con plumas de diferentes colores, de ojos grandes y resplandecientes y en el cuello un collar de plumas doradas. Habita en Arabia y se alimenta del “rocío del cielo o del llanto de la aurora”. Ferrer relaciona al Fénix con la muerte, un ave que sabe esperar y prevenir su muerte, cuando siente que esta se acerca, fabrica su nido con maderas aromáticas y al sentir que vuela lento y su aliento se debilita, sube al nido y se enciende a la luz de los rayos del sol, hasta quedar reducida a cenizas. De los restos sale un pequeño gusano que al poco tiempo tendrá alas y pico, renace un nuevo Fénix. La utiliza como metáfora de la resurrección, darle vida a la muerte y saber que “No puede morir mal, quien vive bien”.
Interesante es el capítulo dedicado a la grulla que, según las fuentes, al volar en conjunto forman letras y son tan ordenadas que los Antiguos las llamaron “Maestra de la Ética”, incluso Herodoto menciona que sirvieron de inspiración para el arte militar.
Finalizamos con el “monstruo de las aves”, como llama al avestruz, que cuando se siente amenazado por los cazadores busca dónde ocultarse y esconde solo su cabeza, dejando descubierto todo el cuerpo. Por ello la consideran el símbolo de la necedad, Ferrer menciona “Que no hay dicha como la vida de los necios, ni desdicha como tratar con ellos”.
Si deseas profundizar acerca de este tema, te recordamos que puedes consultar la obra en la Biblioteca Francisco de Burgoa.