Boletín FAHHO No. 16 (Ene-Feb 2017)

LAS ANDANZAS DE SEGUIMOS LEYENDO POR LA COSTA OAXAQUEÑA

Pedro Baños / Andrea García Lucirelia Sandoval

“Iremos a Pinotepa 1 y 2 de octubre, será nuestra caravana de lectura, nos ha invitado Pedro Baños”, dijo la capitana del barco Seguimos Leyendo, la Dra. Socorro Bennetts, por allá del mes de junio. Así comenzó la historia. Más de 30 lectores voluntarios ganaron su pase al viaje a través de una rifa, porque han de saber que en Oaxaca se lee, y tenemos más de 200 lectores voluntarios que querían acudir. En el barco-autobús también zarpó el amigo Vidal, del departamento de difusión de la FAHHO y los coordinadores institucionales: Irais, Miguel y Arturo, además de Pedro y Soleil, con la Biblioteca Móvil.

Usted, querido lector, debe saber que en este escrito encontrará tres miradas de un mismo viaje.

¡Llegó el día! La emoción, la alegría por todos lados era desbordante y la aventura inició. Fue por la tarde la esperada salida, las coordinadoras hacían lo suyo, checando listas, confirmando asistencias, dan la orden de ir subiendo. ¡Y sí que llevaban mochilas grandes! ¡Con libros, mochilas pesadas y llenas de libros que no soltaron ni un momento en todo el viaje! Hasta el buen Willy —el famoso personaje de Antony Browne, en su versión marioneta— nos acompañó en esta travesía, en su respectivo camarote. Después de casi 12 horas de viaje, en las que la querida Lucy repetía en voz alta junto al chofer los nombres de todas las poblaciones de la Costa y los demás lectores compartían historias de viaje, llegamos al hotel Las Gaviotas, en donde nos esperaban con un refrigerio y ¡a dormir!, como buenos marineros en tierra firme.

Muy temprano, a pesar de haber dormido pocas horas, las lectoras y lectores, vestidos con playeras y todo el entusiasmo, nos dividimos en dos grupos. Misión 1. Pinotepa: Casa de la Cultura. Misión 2. Corralero: Preescolar, telesecundaria y primaria ¡Listos, capitán! Los que fuimos a la Misión 2, además de compartir lecturas, juegos, y hasta manualidades, tuvimos la tarea de terminar con unos deliciosos cocos que recién bajaban de las palmeras sembradas en la telesecundaria para darnos la bienvenida. ¡Misión cumplida!. Así esperábamos a que llegara la Misión 1 y todos los que compartieron con los niños de preescolar, así como los niños de la primaria que conocieron El peinado de la tía Chofi y a la tía Chofi en persona. Esperen… en todas las aventuras hay alguien que supera pruebas, y que encuentra recompensas; pienso que, en este punto, los protagonistas son nuestros anfitriones, los niños o tal vez nuestros lectores voluntarios.

“Parecía que, por primera vez, los pequeños escuchas experimentaban con los libros y conocían, también por vez primera, el mundo de la lectura. ¡Qué buena manera de combatir adicciones, malos pensamientos, malos hábitos! Los lectores usan estrategias adecuadas y aptas para cada edad de los niños, jóvenes y adultos que atendieron de una forma diferente a la que utilizamos en el salón de clases: leyendo con alegría, compartiendo la lectura con estrategias y dinámicas al punto de escuchar emocionantes anécdotas como si nosotros fuéramos los personajes principales. Comparten sus libros, disfrutan, leen con soltura, nos hacen preguntas, piensan cuando leen, y viven leyendo”, expresó Pedro.

Y es que de verdad, ¡No había ojos más bonitos que aquellos de la infancia afro-costeña escuchando historias llegadas de tan lejos!

“Fue un hermoso ambiente, todo fue camaradería, fraternidad, los niños, los adultos daban cariño, amor y estaban ansiosos, sedientos de escuchar, de leer, de tener los libros en sus manos, les veíamos hojear, reír, hacer gestos, jugar, había una gran y desbordante alegría por los lectores y los escuchas; estaban contentos de recibirnos y nosotros de estar con ellos”, comentó Lucirelia.

Es cierto, fuimos felices, porque aquello iba más alla de la alegría. Disfrutamos de una deliciosa comida costeña preparada con las manos de la Comadre, un exquisito caldo de pescado, ¿qué más se le podía pedir a la aventura?

“Caminando nos llevaron a un hermoso lugar llamado Laguna de Alotengo, Corralero, donde en lancha nos pasearon y nos llevaron al mar, ¡maravilloso! Para algunos fue su primera vez, ya en tierra arenosa de inmediato corrieron a ponerse sus trajes de baño y ¡al agua patos! Otros a comer, algunos a caminar, otros a descansar en las hamacas, otros más a recoger conchitas, piedritas de diferentes tamaños y formas caprichosas, a contemplar. Ya de regreso vemos aves, manglares, lanchas, volvemos a la orilla donde empezamos y ahora a subir a las unidades de motor, todos riendo, mojados, arenosos, pero felices y contentos de haber entrado a la laguna, al mar”, manifiestó Lucirelia.

En estas líneas puedo agregar que vi reír y jugar como niñas a varias lectoras. Para una de ellas, la querida Vicky, era su primera vez en el mar, podrán imaginar su emoción, era su propio cuento. Ya no mencionaré más nombres porque no quiero omitir ninguno y cada personaje hizo su propia ola en esta historia. En las camionetas y lanchas en las que nos transportaban resonaron carcajadas, cantos y cuentos, piernas sobre piernas, no importaba que nos sentáramos en el suelo. Todo era divertido. El domingo no transcurrió… ocurrió, así, rápido. Despúes del desayuno, los lectores hicieron de un parque en Corralero, una fiesta literaria. Se adueñaron del espacio con sus cuentos, seguros de sus habilidades. Y llegó el final de la historia, el viaje de regreso, zarpar con el corazón lleno de agradecimiento y nostalgia por lo vivido, por el esfuerzo colectivo: FAHHO, DIF Pinotepa, lectoras, lectores, Café Adobe.

“Nos cobijó la sombra de un árbol en el parque de Corralero, donde el canto de un pájaro lector, así como el zumbido de una abeja lectora nos susurraban en nuestros oídos letras que jamás olvidaremos y que se quedarán en el regocijo del recuerdo”, finalizó Pedro.

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