Las abejas y los meliponinos (abejas sin aguijón)
Cuando se escucha la palabra abeja, la mayoría de las personas se imaginan a “la abeja” de color amarillo con negro, que pica, vive en colmenas o enjambres y produce miel, polen y cera. Esa abeja se llama Apis mellifera, y es solo una de las 20 000 especies que existen en el mundo (2 000 en México), y la mayoría de estas no cumple con las características arriba mencionadas. Las abejas existen en todos los colores y formas imaginables, 95% de ellas –alrededor de 19 000 especies– viven de manera solitaria. Una abeja solitaria hembra, en la temporada de reproducción, construye su propio nido (que puede ser en madera, en la tierra, en plantas como el bambú o el carrizo o incluso en sustratos hechos por el ser humano como paredes, etc.); busca y deposita alimento (normalmente polen que mezcla con néctar) en diferentes divisiones del nido, y pone en cada uno de estos cubículos un huevo. En la mayoría de los casos, no le ayuda ninguna otra abeja en la construcción o alimentación; después emerge del nido y se muere antes de que su descendencia se desarrolle.
Entre estas dos formas de vida –solitarias y sociales– hay una gama más. Existen abejas comunales, es decir, dos o más hembras usan el mismo nido, pero cada una hace y aprovisiona sus propias celdas y pone un huevo en cada una de ellas. Las abejas que viven en colonias con división de labores se conocen como eusociales. Solo dos tribus, las Apini y Meliponini, son abejas altamente eusociales. Son también las únicas de las cuales se puede aprovechar su miel, ya que almacenan suficiente de ella. Todas las especies de ambas tribus producen miel.
Una diferencia entre las abejas Meliponini y Apini Meliponini es la tribu de las abejas sin aguijón, mientras que Apini es la tribu de las abejas melíferas. La tribu Apini contiene siete especies dentro de las cuales encontramos a la abeja más común y usada en la apicultura, la abeja Apis mellifera, que se conoce también con los nombres de abeja melífera, abeja europea o abeja de la miel. La tribu Meliponini contiene alrededor de 500 especies de abejas sin aguijón. De las 46 especies de abejas sin aguijón registradas en México, 35 viven en el estado de Oaxaca. Las especies están agrupadas en diferentes géneros, algunos de ellos son: Scaptotrigona, Nannotrigona, Melipona, Plebeia, etc. El término común para las abejas sin aguijón es “Meliponinos” o “Meliponini” y no “Melipona” ya que este último término solo representa un grupo de todas las abejas sin aguijón.
Algunas de las características morfológicas que separan a las abejas sin aguijón de las abejas melíferas, son las siguientes: las abejas sin aguijón son en general más pequeñas, miden de 18 a 13.5 mm. Las abejas sin aguijón poseen un aguijón atrofiado, por lo tanto, no pican. La falta de un aguijón funcional no significa que sean abejas totalmente vulnerables, sino que desarrollaron otras estrategias de defensa, como el ataque, el retiro inmediato o adaptaciones especiales en el nido. El ataque puede configurarse con mordeduras o metiéndose en el cabello, los oídos, la nariz o la boca. Las abejas sin aguijón, del género Oxytrigona, al morder dejan secreciones que contienen ácido fórmico que causa quemaduras en la piel. Otras abejas sin aguijón se retiran a su nido en cuanto perciben un peligro latente y otras cierran su entrada durante el peligro. Entre las adaptaciones particulares para la protección de la colonia existen estrategias como las de individuos guardianes, la colocación de resina en la entrada del nido o el cierre de la entrada por la noche, como es el caso de la especie Nannotrigona perilampoides.
Los dos grupos, Apini y Meliponini, también difieren en su distribución natural. Mientras que las abejas sin aguijón solo se encuentran en los trópicos, las abejas melíferas se extienden más al norte y más al sur. Sin embargo, están ausentes en América. Aunque hoy en día encontramos mucha Apis mellifera a nuestro alrededor, ¡las abejas nativas de México son las abejas sin aguijón! Gracias a los beneficios alimenticios, medicinales y prácticos de sus productos (miel, cera y propóleos), las abejas sin aguijón han tenido un valor importante en aspectos sociales, económicos y religiosos. Desde tiempos antiguos, la miel y la cera sirvieron como medicina y como objetos de comercio y tributo. También fueron utilizadas en ceremonias y rituales. Algunos pueblos integraron a las abejas sin aguijón a su cosmovisión: eran concebidas como seres sagrados a los que el cuidador ofrecía su servicio, ya que representaban un vínculo por medio del cual conectaban a su pueblo con la divinidad.
El cultivo de las abejas sin aguijón o meliponicultura se ha practicado en México por diversos pueblos indígenas desde antes de la conquista, en particular por los mayas. Aunque los productos de las abejas son apreciados, el beneficio más importante que proporcionan es la polinización de la flora silvestre y de muchas especies vegetales cultivadas. La polinización es importante porque a través de ella se reproducen muchas plantas. Este proceso es la transferencia de polen de la antera (parte masculina de flor) al estigma (parte femenina), ya sea de la misma flor o de flores de la misma especie. Con esta transferencia de polen ocurre la fertilización de la planta. Posteriormente, sigue la formación de semillas y frutos que dan a su vez nuevas plantas o son alimento para nosotros los humanos y otros animales. Con la polinización se benefician mutuamente la planta y la abeja. Así, las abejas están estrechamente relacionadas con la seguridad alimentaria de la especie humana y con el equilibrio ecológico. Por medio de la polinización garantizan la diversidad de plantas necesaria para la existencia del conjunto de animales.
Aunque es reconocida su importancia, en diferentes partes del mundo se reporta que las abejas están en declive. Existen cuatro factores claves involucrados en el descenso de los polinizadores: 1) el cambio de uso de suelo, 2) el uso de pesticidas, 3) la introducción de especies exóticas y 4) el cambio climático.
La situación actual de las abejas nos conmina a emprender acciones encaminadas a su conservación, con especial interés en las abejas sin aguijón. Pero ¿qué podemos hacer cada uno de nosotros? En primer lugar, cuidar el medio ambiente desde nuestras casas. Por ejemplo, reducir la generación de basura y separarla, limitar el uso de químicos, dejar crecer pastos y plantas nativas, etc. Puede haber conservación biológica con el buen manejo de los recursos biológicos. Podemos apoyar a los que producen alimentos de manera amigable con el medio ambiente y comprar sus productos. En el caso de las abejas sin aguijón, podemos apoyar a los meliponicultores que mantienen a sus colonias con buenas prácticas de manejo, las cuales favorecen su conservación.
Entre algunas propuestas de buenas prácticas están:
1. Transmitir la experiencia de la crianza de abejas sin aguijón a la familia y a las generaciones jóvenes para que no se pierda.
2. Impulsar la capacitación y facilitar intercambios de saberes de manera permanente.
3. Aprender de una especie resistente o de mayor abundancia en su región.
4. Obtener colmenas por medio de divisiones, trampas o rescates, para desalentar la obtención de nidales silvestres a través de tala de árboles o saqueo de nidos, colaborando en su protección.
5. Respetar la distribución natural de las diferentes especies, para evitar problemas futuros en la pérdida de biodiversidad.
6. Conservar y mejorar el entorno de las abejas, con acciones tales como la conservación de la flora y su diversidad, con el mejoramiento a través de la reforestación y/o restauración, la disminución o eliminación del uso de agroquímicos en cultivos y con la reproducción de árboles y plantas nativas que brinden alimento a las abejas.
7. Diversificar especies de abejas en los meliponarios, criando especies locales que sean viables, para no concentrarse solo en una de ellas.
8. Cosechar de forma moderada la miel, el propóleo y la cera, respetando los calendarios de cosecha y floración de la región.
9. Transformar los productos de la cosecha para agregar valor.
10. Comercializar los productos de las abejas nativas sin intermediarios, en canales cortos regionales, destacando su importancia para el uso terapéutico, principalmente.
Para una lectura más profunda sobre este tema, se puede consultar el libro Abejas sin aguijón y su cultivo en Oaxaca, México, cuya primera impresión de mil ejemplares fue realizada gracias al apoyo de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca. Una parte de esos ejemplares será entregada a las comunidades donde se llevó a cabo el trabajo de investigación, así como a bibliotecas públicas e instituciones que participaron en la investigación. El libro también se puede consultar en Internet.