La Virgen de la Soledad de Oaxaca y su relación con el agua
Sin duda, una devoción capital para la construcción de la identidad de los habitantes de la ciudad de Oaxaca es la de la Virgen de la Soledad, misma que ha estado ligada, desde su origen, al comercio. Mercaderes y arrieros se encomendaban a ella para tener buen camino y para que los productos llegaran a buen puerto, por otro lado, también era implorada por las mujeres para tener un buen parto.
La Virgen de la Soledad, en la Antequera del Valle del siglo XVII, también estaba vinculada a la lluvia. En 1672, ante la escasez de precipitaciones, el obispo Tomás de Monterroso permitió sacar en rogativa la imagen de la Soledad para propiciar el fin de la sequía: “Cuando esta nobilísima ciudad de Antequera, afligida de la seca y falta de agua, suplicó a vuestra ilustrísima le socorriese, padre, trayendo a su iglesia catedral en rogativa la imagen sacrosanta de la purísima madre del eterno verbo en carne”.1
Pero el prelado no se conformó con autorizar la procesión de la imagen, sino que él mismo la cargó sobre sus hombros desde su santuario hasta la catedral. Pedir por lluvias redundaba en el “bien común”, pues de las precipitaciones dependía la siembra de maíz. En 1731, el obispo de Oaxaca estaba preocupado pues se experimentaban “grandes calores por la falta de agua y por lo mismo en la carestía del maíz, pues se ha puesto a catorce y quince la carga”.2
Así, pues, el prelado realizó dos acciones: la primera fue solicitar maíz no solo en su distrito, sino también en otros pueblos cercanos; la segunda fue sacar en procesión a la Virgen de la Soledad desde su santuario a la catedral, donde la imagen estuvo al alcance de la población que clamaba por agua. Poco tiempo después, las súplicas fueron recompensadas cuando el suelo antequerano quedó regado por las lluvias. En agradecimiento, el obispo de Oaxaca predicó un sermón en honor a la Virgen de la Soledad.
1 Pedro del Castillo. Sermón a la Solemne beatificación de San Fernando III Rey de Castilla y León, N, Señor que celebró la santa iglesia catedral de la Ciudad de Antequera valle de Oaxaca. México: Francisco Rodríguez Lupercio, 1672, s/p
2 Gazeta de México, junio de 1739, p. 183