LA TIERRA ES PLANA
No, la Tierra no es plana, es esférica. Parecida a una naranja. Sobre la forma esférica de la Tierra sabemos desde hace mucho tiempo y es una conclusión guiada por la observación sistemática del cielo y el horizonte a la que han llegado muchas culturas de manera independiente a lo largo de la historia. Por ejemplo, en las culturas que vivieron en lo que hoy es Oaxaca, específicamente en Monte Albán con los antepasados zapotecos, en la estela 18: “Se presenta un caso de identificación sobre la posición de las estrellas en el cielo” (Jesús Galindo Trejo, 2008). Aunado a esto, no podemos ignorar que fue a partir de la observación de la bóveda celeste y del registro de datos que pudo existir una cuenta calendárica, como lo dice Galindo en el mismo texto: “El entender cómo se comporta el cielo se convirtió en una especie de culto religioso valorado como de excepcional trascendencia en Mesoamérica. Además, derivado de este culto astronómico, fue posible desarrollar un elemento cultural fundamental para cualquier civilización: el calendario”.
Y así desde estas observaciones, su subsecuente registro y comprobación, nacen calendarios como el azteca, el mesoamericano, el chino, el hebreo, el musulmán y el gregoriano. Sin embargo, corría el año de 2016 cuando en la red social conocida como Twitter comenzó a tomar fuerza un trending topic impulsado por un personaje de la cultura estadounidense que declaraba que la Tierra era plana (#flatearth), esto no hubiera sido problema si esta persona no fuera un cantante de hip-hop con miles de seguidores, pero lo era y resultó que sus admiradores comenzaron a decir lo mismo, creando una ola expansiva de desinformación a nivel global. Sus seguidores iniciaron debates dudando de todo: de la esfericidad de la Tierra, de la llegada a la Luna, de la exploración de nuestro vecino planeta Marte. Todo parecía perdido, no había voz que pudiera acallar a todos, hasta que llegó un divulgador de la ciencia a escena, Neil deGrasse Tyson, y en vivo en un programa de noticias nocturno dio las pruebas de la esfericidad de la tierra en forma de hip-hop y se siguió de largo dando un discurso sobre las responsabilidades de los líderes de opinión hacia la población en general.
Y eso es un ejemplo del poder de la divulgación de la ciencia, que en pocas palabras trata de presentar, interpretar y hacer accesible por cualquier medio a la población en general el conocimiento científico acumulado por la humanidad.
Es por la importancia de esta tarea que la BIJC dedicó a la divulgación de la ciencia la tercera edición del Taller Traducción a Lenguas Indígenas. En esta ocasión trabajamos una semana intensiva en mancuerna con la Sociedad Mexicana de Física y el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas. Un nutrido equipo de físicos, traductores, lingüistas y editores trabajaron en seis textos que abarcan temas como Ciclo del agua, Creación del universo, ¿Cómo nace una estrella?, Electromagnetismo, Próxima Centauri b y Nanotecnología. Para esta edición del Taller de Traducción BIJC-FAHHO tuvimos la participación de 40 traductores de tres familias lingüísticas de Oaxaca y Chiapas, pero, sumándonos a los esfuerzos del INALI y SMF, se tendrán textos en 23 lenguas de México de cuatro familias lingüísticas más dos lenguas aisladas. Esperamos contar a finales de este año con infografías, libros, carteles, videos y audios con el material que se está traduciendo en este momento en muchas comunidades de México por medio de asesorías a distancia con las tres instituciones convocantes. Si quieres saber más del taller de traducción a lenguas indígenas o hablas y escribes una lengua de Oaxaca y te interesa participar en la siguiente edición no dudes en ponerte en contacto con nosotros a través de nuestras páginas en redes sociales como Twitter y Facebook.