La nostalgia de las ciudades
La ciudad puede definirse como una concentración de oportunidades en donde los habitantes tienen como principal objetivo mejorar su calidad de vida gracias a la oferta de empleos, vivienda, servicios de salud, educación, comercio, movilidad, recreación, etc. Estas son algunas de las razones por las que las ciudades en México y todo el mundo empezaron a tener un apogeo importante en la segunda mitad del siglo XX. Los movimientos migratorios del campo a la ciudad crecieron a un ritmo acelerado, exigiendo suelos para vivienda, comercio y equipamiento urbano con el fin de garantizar calidad de vida, pero, conforme la ciudad crecía horizontalmente, los asentamientos humanos irregulares empezaban a surgir dando lugar a las periferias de los núcleos urbanos. Esto, debido al bajo costo del suelo y su relativa cercanía al centro de la ciudad, rebasando los alcances de los planes de desarrollo urbano de los municipios, donde se empezó a ver una notable desigualdad.
No hemos alcanzado la construcción de una ciudad equitativa porque nuestro crecimiento económico, social y cultural ha enfocado su atención y desarrollo en el centro de la Zona Metropolitana de Oaxaca, que se ha convertido en el protagonista del espectáculo por encima de las periferias crecientes y huérfanas de atención. Municipios conurbados que carecen de aquello que el centro goza. La degradación de la ciudad hacia las periferias ha convertido en dormitorios las viviendas de quienes diariamente se trasladan hacia el centro para llegar a sus trabajos, abrumados por el tráfico de la ciudad y un transporte público que difícilmente cumple con los tiempos y la seguridad adecuada para los usuarios.
Pensar en la habitabilidad no debe ser un privilegio centralizado, de lo contrario, la ciudad perdería sentido y carácter. Pasará de ser una concentración de oportunidades a un instrumento más que nos permita medir, percibir y sentir la pobreza, la contaminación, la violencia y la discriminación. El centro cuenta con todo lo necesario para garantizar la calidad de vida, mientras en las periferias, donde regularmente habita la mano de obra del centro, el urbanismo recibe una escasa e injusta atención.
Casa de la Ciudad se preocupa y busca que el derecho a una ciudad de calidad pueda ser accesible para todos. Por ello, desde hace veinte años trabaja haciendo comunidad, convocando a agentes de acción, habitantes de la ciudad, tomadores de decisiones, académicos, expertos, investigadores y público en general para encontrar juntos la solución a los complejos problemas de la ciudad. Es indispensable trabajar comunitariamente para el desarrollo de propuestas y equipos de trabajo enfocados en la solución de problemáticas locales para alcanzar el desarrollo de nuestra ciudad en conjunto, más allá de su centro. Si concedemos la atención necesaria a las periferias, tendremos ciudades equitativas y seguras.