Boletín FAHHO No. 3 (Nov-Dic 2014)

LA LENGUA DE LOS GITANOS: UN TALLER DE ROMANÍ MEXICANO

Michael Swanton

En la última década del siglo XIX, el viajero noruego Carl Lumholtz se encontró con un sorprendente campamento itinerante de personas en el sur del estado de Nayarit. Los hombres, grandes parlanchines, tenían suelto su largo cabello y fabricaban cazos de cobre para su venta. Las mujeres trenzaban monedas de plata en su cabello y leían las manos. Viajaban con osos y monos que usaban en espectáculos. Eran gitanos. Lumholtz notó que muchos eran bosnios y unos pocos turcos y griegos, pero la mayoría provenía de Hungría y por eso “se les llama ‘húngaros’ en todo México”.1

Huyendo de la persecución y discriminación en Europa, en las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX, muchos gitanos arribaron a diferentes países americanos, entre los cuales estaba México. Generaciones después, sus descendientes en este país —aún llamados “húngaros”— conservan sus tradiciones y conocimientos ancestrales, entre los cuales uno de los más importantes es su lengua: el romaní. Actualmente, hay miles de hablantes de romaní distribuidos en el norte del país, Veracruz, Jalisco, Oaxaca y otros estados.

Los orígenes de la lengua romaní se remontan hasta el subcontinente indio. Está claramente relacionada con otras lenguas indoarias como el hindi y el rajasthani, pero, a diferencia de estas otras lenguas y por motivos desconocidos, los hablantes de romaní salieron de la India hace mil años y emprendieron un viaje de siglos hasta llegar a la Europa medieval. Su lengua aún lleva las huellas de esta migración. El romaní conserva palabras prestadas del persa (como ‘anillo’, angrusti; ‘gusano’, čermo y ‘ajo’, sir); del armenio (‘consuegra’, xanami; ‘pedazo’, kotor; ‘nombre’, anau); del griego (como ‘flor’, luluži; ‘papel’, řertja y ‘camino’, drom); del serbocroata (como ‘verde’, zéleno; ‘escopeta’, púška y ‘calle’, búlitsa) y del rumano (‘cielo’, čéri; ‘martillo’, čokáno y ‘zancudo’, tsintsári). Una vez en Europa Oriental, los hablantes de romaní se expandieron por diferentes países del continente, lo que contribuyó a la formación de diferentes variantes de esta lengua. Estas variantes no sólo siguieron adquiriendo palabras de otras lenguas, sino que también se constituyeron en fuentes de palabras para lenguas nacionales. Por ejemplo, el romaní de España, ahora extinto, obsequió a la lengua española la palabra “chavo”, que quería decir “hijo”.2

Gracias a Evangelia Adamou, investigadora greco-francesa, sabemos que la variante de romaní que se habla en Oaxaca y Veracruz proviene del área de Transilvania, territorio que ahora se ubica en Rumania, pero que antes de la conclusión de la Primera Guerra Mundial formaba parte del reino de Hungría.

Justamente esta variante de romaní fue tema de un taller de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova los días 10, 11, 17 y 19 de octubre (2014). Con la ayuda de Yolanda Montes Camacho, hablante nativa de esta lengua, los talleristas aprendieron expresiones básicas, elementos de la gramática y la historia del romaní; así pudieron apreciar un aspecto poco conocido de la gran diversidad cultural y lingüística de Oaxaca y México.

1 Lumholtz, Carl. 1902. Unknown Mexico. New York: C. Scribner’s.
2 Adamou, Evangelia. 2013. Replicating Spanish ‘estar’ in Mexican Romani. Linguistics, 51: 1075-110.

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