La fiesta de xv años
Nos emocionan los recuerdos que se han bordado en nuestra alma durante estos quince años de vida del Museo Textil de Oaxaca. Aquellos meses en los que concebimos cómo sería nuestro anhelado sueño, cuando levantamos las piedras de lo que alguna vez fue la Casa Antelo y hundimos la aguja entre muros de ladrillo para tejer nuestra propia historia, fincada en la que otros soñaron con grana cochinilla. Animados por Francisco Toledo y Alejandro de Ávila, veíamos cómo los arquitectos, restauradores, albañiles, carpinteros y electricistas subían y bajaban al ritmo en el que los especialistas ideaban un plan museográfico, organizaban el acervo y montaban la exposición inaugural.
Aquella vez, las marmotas y los platillos de la banda marcaron el inicio de una gran fiesta que no ha dejado de vibrar al son de los telares y las agujas de randa. Los artistas textiles hilan las madejas que seducen al investigador —que analiza las piezas detalladamente—, a los visitantes —que tanto disfrutan el paseo— y al personal del Museo —que protege y difunde el amor por los hilos y las telas—: todos ellos valoran el trabajo a mano y lo enaltecen.
Aquella celebración aún no termina: los talleres palpitan con saberes ancestrales y contemporáneos; las exposiciones incitan al goce, a la reflexión y al conocimiento; las investigaciones se socializan; las redes de complicidad se extienden; los premios se multiplican en las nuevas generaciones de tejedores y todo vibra al ritmo de la máquina de coser. La explosión de creatividad todavía brilla en el cielo del mto; y no se trata de fuegos artificiales, sino de destellos de luz que cruzan horizontes y nos llevan a todas las regiones del estado; luminiscencias que vuelan más allá de las fronteras, hasta los rincones más apartados del mundo, ahí alegran los corazones encendidos y el alma de sus habitantes comparte los chispazos que resplandecen en nuestro mismo universo.
Hoy la fiesta continúa y hemos decidido brindar por nuestro quinceañero con bebidas de cacao y mezcal. Esta no es la tradicional fiesta de xv años, con tules y guantes mercerizados, sino que nos vestimos de hilos naturales que se transforman en arte para seguir fortaleciendo los vínculos colectivos, esos que se tejen en las fiestas de los pueblos de México, en las que participan los habitantes de la comunidad y desde donde se fortalecen los lazos sociales que refrendan nuestra identidad comunal. Eso es precisamente lo que hace el Museo Textil de Oaxaca: nos hermana y recuerda que la tierra vibra en nuestras raíces.
¡Feliz cumpleaños a la familia que se ha formado en nuestro capullo, la que comparte los mismos valores y ama profundamente esta tierra del maíz y el textil que nos hace tan felices!