Boletín FAHHO Digital No. 26 (May 2023)

La conciencia del valor e importancia del Libro Antiguo en México

Fabiola Monroy
Atlas de Gerardus Mercator, ejemplar de la Biblioteca Palafoxiana, Puebla.

Adabi de México nació en 2003 con dos vertientes muy claras: el rescate de los archivos históricos y de los libros antiguos, áreas de oportunidad que claramente necesitaban ser atendidas dentro del plan de consecución del rescate del patrimonio documental de México.

En el momento en que se creó la Coordinación de Bibliotecas y Libro Antiguo, el conocimiento y los alcances acerca del tema estaban reservados a un reducido grupo de conocedores debido al restringido acceso que se tenía al material por la propia naturaleza de este. “Antiguo” era la etiqueta bajo la cual se agrupaba parte del patrimonio bibliográfico de México que contenía el saber occidental desde la época de la creación de la imprenta europea y su contraparte novohispana, y, en menor medida, el proveniente de las prensas de la flamante nación mexicana, agrupado en diferentes repositorios, como bibliotecas conventuales, seminarios conciliares, colegios de órdenes religiosas, casas de formación de religiosos de la etapa novohispana, así como de colecciones de particulares, con ejemplares incluso del siglo XIX, entre otras procedencias. Por otro lado, el rescate de los acervos bibliográficos era algo todavía más complicado, pues poquísimos eran los interesados capaces de conseguir el rescate institucional de una colección bibliográfica antigua. Durante muchos años, ya avanzado el siglo XX, el tema sobre libro antiguo fue de escaso dominio e interés general. Se hicieron esfuerzos desde la Biblioteca Nacional de Antropología, la Biblioteca Nacional de México y otros estudios aislados de investigadores e historiadores del arte, sin olvidar lo que existía sobre el tema en otros estados.

Uno de los impulsos decisivos para el estudio del libro antiguo en México fue el terremoto que sufrió la ciudad de Puebla en 1999 y que dañó considerablemente la estructura que albergaba la primera biblioteca pública reconocida del continente americano: la Palafoxiana. Instituciones internacionales, como World Monument Found, nacionales, como Fomento Cultural Banamex, locales, como el entonces Gobierno del Estado de Puebla y organismos sensibles a la cultura y los bienes en que esta se manifiesta, se abocaron a restituir a este recinto su magnificencia. En dicho proyecto se sentarían las bases de lo que sería la Coordinación de Bibliotecas y Libro Antiguo de Adabi.

Desde los inicios de la Asociación, la Coordinación de Bibliotecas se ocupó directamente del patrimonio bibliográfico mexicano, realizando en dos décadas, 58 proyectos que implicaron a bibliotecas de todo tipo: estatales, parroquiales, universitarias, de museos, de órdenes religiosas, de sagrarios, conventuales, monacales, de congregaciones y hasta aquellas inscritas en el registro de Memoria del Mundo.

Los proyectos desarrollados por Adabi han permitido conocer la riqueza bibliográfica en estados como Durango, Ciudad de México, Colima, Chiapas, Estado de México, Guanajuato, Hidalgo, Michoacán, Morelos, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Tlaxcala, Veracruz, Yucatán y Zacatecas. Se ha trabajado con la Biblioteca Francisco de Burgoa, la Biblioteca Andrés Henestrosa, la Biblioteca Armando Olivares, el Jardín Etnobotánico de Oaxaca, el Colegio de Vizcaínas, la Biblioteca Eusebio Kino, la Hemeroteca Pública de la Universidad Michoacana de Nicolás de Hidalgo, el Monasterio de Santa Catalina de Siena, el Museo Virreinal de Zinacantepec, el Sagrario Metropolitano de Puebla, la Biblioteca Central Pública del Estado de Durango, la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri, la Biblioteca Pública de Tlaxiaco, la Biblioteca Palafoxiana, el Archivo Municipal de Orizaba, el Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto de Investigaciones Doctor José María Luis Mora, el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, la Biblioteca Fray Rafael Checa Curi, el Museo Franz Mayer, el Museo Regional de Guadalupe, el Casino Español, el Seminario Palafoxiano de Puebla, el Seminario Conciliar de Querétaro, la Biblioteca de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, el Archivo Histórico del Arzobispado de Yucatán, entre muchas más organizaciones públicas y privadas.

Adabi genera catálogos de consulta como testimonio de la labor realizada, información que es publicada por la asociación. Gracias a una plataforma común de catalogación se creó el Catálogo Colectivo de Fondos Bibliográficos Antiguos de México que desde 2010 recoge el contenido de libros antiguos en 58 repositorios de 13 estados de México. Desde su aparición ha incluido nuevos acervos que han sido revisados por estudiosos nacionales y extranjeros.

Todos aquellos que han seguido con regularidad la labor de Adabi se han percatado, sin duda, de que el rescate de un acervo puede entrañar hallazgos completamente inesperados y que implican la intervención de dos o más coordinaciones, tal como ocurrió con el proyecto multidisciplinario llevado a cabo en San Bartolo Soyaltepec, Oaxaca. Esta labor inició con el rescate del archivo parroquial y el hallazgo de unos libros de música antiguos y desconocidos, el estudio de dichos materiales llevó a su restauración —con el permiso del pueblo— y a la generación de un folleto y dos videos que dan testimonio de que el Graduale Sanctorale, uno de los libros hallados entre estos objetos olvidados del templo de San Bartolo, es un impreso de 1579 realizado en prensas novohispanas, detectado como un ejemplar único en el mundo. De igual manera, en el trayecto de estos 20 años se identificaron el incunable Canon, omnis utriusque sexus disputatum ac repetitum; las obras de Ovidio, edición única en el país basada en el manuscrito más antiguo que se conoce de dicho autor y otros tres publicados por Baptista de Tortis en Venecia, además de la identificación de la segunda edición de las obras de Sor Juana Inés de la Cruz que incluye un raro retrato de la Décima Musa. Todas estas son obras no registradas con anterioridad en el mundo, o extremadamente raras dentro de los diversos acervos catalogados por Adabi, lo que sin duda implica un valioso aporte no solo a la historia del libro antiguo mexicano, sino también a la ampliación del conocimiento de los canales de distribución de los libros europeos en las tierras americanas, en ese entonces, recién descubiertas.

Otro aporte para destacar es la extensa bibliografía sobre el tema del libro antiguo y otros relacionados, ya sea en publicaciones propias o en coediciones, obras que permiten la difusión del conocimiento que antes, por distintas circunstancias, le era reservado a unos pocos y que contribuye de manera importante a la intención de la asociación de expandir y socializar el conocimiento sobre el libro antiguo en México. Entre otros logros cabe destacar que este trabajo de Adabi contribuyó a la obtención del premio UNESCO/Jikji en el año 2013.

Gracias a la labor de la asociación, tanto en el rescate y la capacitación, diagnóstico, tasación y divulgación del libro antiguo, y sin contar con esfuerzos semejantes realizados por otras instituciones, Adabi se ha convertido en un referente necesario en temas de libro antiguo, además de ser conocida la inspiración que ha ejercido en nuevas generaciones de bibliotecarios, historiadores, estudiosos de Letras Clásicas y en estudiantes y niños que mediante talleres se adentraron en el mundo del libro antiguo.


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