La causalidad de una serie de eventos afortunados
En el mundo editorial es bien sabido que la elaboración de un libro implica alma y disciplina, además de una labor en equipo que debe estar en comunicación y entendimiento constante. Pero antes del trabajo editorial, se encuentra una historia que involucra a un autor y su creatividad, años de formación y un amor por aquel conocimiento que busca compartir.
Sin embargo, en esta breve nota cabe la historia de un tercer involucrado que se une a la trama de un proyecto en específico: la edición y publicación de un trabajo inédito de El Gran Cocodrilo, Efraín Huerta Romo; un mecanoescrito de la época de estudiante del poeta mexicano.
Se dice que las casualidades no existen, se trata, más bien, de un cúmulo de eventos que nos encaminan a una causalidad, decisiones que escriben nuestra historia de vida. Por algo los antiguos griegos tenían como sentencia máxima que nadie huye de su destino: incluso las decisiones que podían llegar a tomar intentando huir de él eran las que justamente los llevaban a cumplirlo. Designio de los dioses que guiaban los pasos. Pero la historia del tercer involucrado en esta serie de eventos muy afortunados, tiene que ver con el acto de hojear del aficionado lector, la visión del editor con experiencia y los lazos de amistad que se forman con el pasar de los años.
Hace 92 años, un joven preparatoriano entregaría como trabajo final un ensayo crítico a la obra del entonces ya famoso muralista Diego Rivera. Lo llama Las tendencias sociales de Diego Rivera, y aquí cabe una observación que resuena en cada uno de los que conocen (o llegan a conocer) la anécdota: ¿cómo es que un joven de 17 años contaba ya con esa capacidad crítica, que se reflejaba desde el título, para realizar un trabajo escolar de esa talla? Claro, este breve apunte suena pesimista, pero tomando en cuenta la constante desilusión que vivimos en fechas actuales sobre las mentes jóvenes (grupo en el que por supuesto me incluyo), no es extraña la impresión que nos causa un texto de este nivel; quizá otra reacción sería “Por supuesto, era de esperarse”, pues sabemos que el entonces joven autor de ese ensayo escolar se convertiría en uno de los más importantes escritores representantes de las letras mexicanas.
Ahora, la anécdota de una afortunada causalidad que comienza en la Escuela Preparatoria Nacional con Efraín Huerta siendo alumno de Agustín Loera y Chávez (formador de muchos otros importantes intelectuales del siglo pasado en nuestro país), quien, a su vez, era el tío abuelo de la actual editora en jefe de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca, Verónica Loera y Chávez Castro. Dicho cúmulo de eventos que une intelectualmente a un estudiante, un profesor y una nieta editora se revelan luego de un encuentro fortuito —aquí aprovecharé el título que el prologuista de esta publicación usa para nombrar su estudio introductorio— de ciertos papeles en el armario.
Haré un pequeño paréntesis para hablar sobre el nombre que lleva el estudio realizado por Emiliano Delgadillo Martínez, investigador y profesor invitado por el mismísimo David Huerta para que hiciera una presentación a la obra inédita de su padre en este proyecto editorial. Delgadillo cuenta que cuando se encontraba terminando la licenciatura, David lo animó a hacer su tesis de grado sobre la obra de Efraín, propuesta que aceptó gustoso y que lo llevó a la consulta de documentos hallados en un armario, entre los que se encontraba aquello que usaría como objeto de estudio para titularse. Cierro paréntesis. Cuando leí por primera vez ese título, “Papeles en el armario” (de nuevo una acotación; ahora para presentarme, porque de alguna manera me siento ya involucrada en esta serie de eventos: soy asistente editorial de la nieta del profesor de Efraín Huerta), lo primero que recordé fue la anécdota que unos meses antes Verónica me había contado: en la mudanza de libros que hizo hace varios años a la
ciudad de Oaxaca encontró, dentro de Absoluto amor del mismo Efraín Huerta, un cuadernillo que contenía un trabajo escolar del entonces adolescente Efraín. Dichos libros eran una herencia recibida por parte de su tío abuelo, que ella misma había pedido tomar para atesorarla.
Papeles en el armario, ¡claro!, suena a cuando curioseas en los roperos de tus abuelos, en los que encuentras ropa que te pruebas, fotografías viejísimas de gente que no reconoces, joyas —o brillantes centenarios, como fue mi caso cuando hurgaba en el armario de mi abuela materna—, objetos que considerarías reliquias… papeles, papeles viejos también: una nota, una lista del mercado, algunas cartas de parientes lejanos… y, quizá, ese hallazgo de tesoros en un armario quepa en la metáfora que refiere, en realidad, a los papeles que una nieta puede encontrar en la biblioteca y archivo que heredó de su abuelo. Verónica Loera y Chávez curioseaba entre los libros que algún día pasaron por los ojos y las manos de su abuelo, las hojas que le sirvieron para impartir cátedras a generaciones de jóvenes que se convertirían en los intelectuales que sostendrían México durante el siglo pasado, y que ahora leemos con tanta impresión y criterio, apertura y cariño. ¡Así de importante ese acto de ojear y curiosear!
Publicar un libro conlleva muchos elementos. Desde fuera puede verse como un proceso lineal: un autor entrega su manuscrito a un editor, el editor lo revisa, hace correcciones, le muestra al autor, quien las aprueba o rechaza, ida y vuelta las veces necesarias, pero siempre en la misma recta… finalmente, se aprueba, se diseña, se vuelven creativos y eligen tipografías, colores, fotografías o imágenes, se hacen pruebas, se rechazan, se corrigen, se aceptan, entra a imprenta, sale, se presenta. Sin embargo, esta pequeña historia de una nieta editora y curiosa es un ejemplo de que dicho proceso no siempre es lineal, y que involucra, en realidad, muchas manos más y diversas líneas como actos que iniciaron mucho tiempo antes del momento justo en el que se decide hacer una publicación de un ensayo escolar como homenaje a dos grandes poetas, a un abuelo profesor y a una biblioteca que resguarda entre sus estantes el cuadernillo original que ahora une a tantas personas.
El día 5 de diciembre de 2023 se llevó a cabo la presentación, en el magnífico patio de la Biblioteca Andrés Henestrosa, de la edición facsimilar del ensayo escolar Las tendencias sociales de Diego Rivera. En la mesa estuvieron la nieta editora, Verónica Loera y Chávez; la Dra. María Isabel Grañén Porrúa y el especialista en la obra de Efraín y David Huerta, Emiliano Delgadillo. Las dos primeras contaron anécdotas alrededor de este trabajo que hicieron conmover a los asistentes, mientras que el tercero se dedicó a dar una charla sobre el contexto histórico, artístico y literario que contiene tan impresionante trabajo escolar. Si eres un lector de la poesía de Efraín o David Huerta, un curioso lector que busca cálidas recomendaciones de lectura, un profesor, un estudiante, un editor, un bibliotecario… este proyecto que ahora es un libro muy bello es para ti.