Boletín FAHHO Digital No. 57 (Dic 2025)

La biblioteca como espacio más allá de la lectura

Actividades y visitantes de la BS Xochimilco. Fotografías: Acervo de la BS

Desde hace poco más de cinco meses trabajo en una biblioteca infantil. Para ser más preciso, desde hace más de cinco meses trabajo en la Biblioteca Infantil de Oaxaca que se ubica en el Barrio de Xochimilco, Oaxaca. En el año número 18 desde su fundación, he sabido hacer de la biblioteca una segunda casa: llego todos los días con entusiasmo, me tomo un café, charlo y bromeo con mis compañeras, leo, escribo y para cuando el reloj marca las siete de la noche, agotados ya los ojos, los miembros y el alma, regreso a mi otra casa, la de siempre y la de nunca.

En un principio, el acto de trabajar dentro de una biblioteca se me antojaba una ocupación solemne y nutrida por cierto romanticismo que fui recolectando mediante el acto de ver películas como Notting Hill, Medianoche en París y La sociedad de los poetas muertos. Me imaginaba ordenando libros, recomendándolos, limpiándolos, conociendo cada palmo de la biblioteca; cada estante se presenta como un reino inexplorado que ansía una mano que simplemente se estire para sacar un libro de su letargo. Y, siendo sincero, no es que esta idea se haya desvanecido, más bien, ha ido nutriéndose del quehacer cotidiano que permea este espacio, el cual —y como expondré más adelante— no es ya un espacio para un único fin. Se llama “biblioteca”, pero hay varios sustantivos que circundan este nombre: jardín, parque, cine, taller, laboratorio, galería, entre otros.

Sería una mentira establecer desde un principio que en la Biblioteca BS se viene única y exclusivamente a leer. Más allá de que el concepto de “biblioteca infantil” alude a ciertas configuraciones, el propio terreno y edificio que alberga el acervo invita —a niños y adultos— a la exploración, al juego, a la charla. Uno puede ver el juego infantil como un quehacer muy ajeno a la lectura, la cual se ha estigmatizado como una actividad solemne que requiere silencio y atención casi religiosas. La lectura es, en mi opinión, una actividad que, aparte de requerir ciertas características para que se lleve a cabo, debe nutrirse de otras expresiones que no se detengan necesariamente, como una lectura pasiva, sino que exploren la multiplicidad del quehacer lector, entendido como la capacidad de poder “leer” el medio en que se vive. Pareciera que es un tema escabroso; iluminémoslo.

En su libro Nueva historia universal de la destrucción de los libros, Fernando Báez menciona que la mítica biblioteca de Alejandría estaba dividida en dos partes: un Museo y un Serapeum, este último nombrado así por Serapis, dios greco-egipcio instaurado en el reinado de Ptolomeo I (305 a 282 a. C.). Una leyenda refiere que en el Serapeum “se realizaban banquetes sagrados […]; otra alude a la gente que pernoctaba allí en busca de una revelación”.1 Puede que parezca un capricho tratar de exaltar un lugar “por encima” de lo cotidiano. Sin embargo, creo que en la biblioteca confluyen diferentes situaciones de carácter trascendental que, justamente por eso, pueden pasar desapercibidas a los ojos de quienes no prestan atención: el aleteo de una mariposa que invita a la reflexión, el devaneo de las hojas de los árboles que cobijan una plática de amigos, o el silencio que envuelve una sala de lectura habitada por una sola alma que lee religiosamente un libro.

Diariamente, todo el tiempo, el mundo puede verse representado como un inmenso libro abierto; sin embargo, pocos son los que distinguen entre el ajetreo cotidiano y el “mundanal” ruido, esos conceptos e historias que moldean lo que llamamos presente: el Gran teatro del mundo de Calderón de la Barca. Dentro de la Biblioteca Infantil, ese presente es palpable tanto en el tiempo inmóvil y personal de los que leen en silencio, como en los gritos y carreras de los niños que han sabido hacer de las salas de lectura y del jardín un lugar de recreación, juego y diálogo que potencia una amistad infantil (y, quizá por ello, más sincera y pura).

1 Fernando Báez, Nueva historia universal de la destrucción de libros: de las tablillas sumerias a la era digital (Ciudad de México: Océano, 2014).


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