Boletín FAHHO Digital No. 12 (Feb 2022)

Joyas de la Filatelia Mexicana

Israel Garfias

Rareza y belleza son dos características que hacen que un timbre, un sobre o una postal se conviertan en una verdadera “joya”. Las pocas existencias de estas piezas hacen que se conviertan en un auténtico tesoro para los coleccionistas.

El año pasado, el Museo de la Filatelia de Oaxaca recibió por parte de nuestro presidente vitalicio, don Alfredo Harp Helú, la colección denominada Joyas de la Filatelia Mexicana. Esta colección se compone, hasta el momento, por doce piezas que datan de la época clásica de los timbres postales en México, reunidas por el coleccionista Enrique Trigueros, quien es conocido por ser el propietario de uno de los repertorios filatélicos más espectaculares del mundo, conformado por ejemplares que ha adquirido en subastas a lo largo de los años.

Trigueros comenzó a recopilar todo tipo de objetos a la corta edad de seis años, ahí fue cuando descubrió el maravilloso mundo de la filatelia que cultiva hasta la fecha. Su colección ha recibido diversos reconocimientos en importantes encuentros alrededor del mundo. Actualmente, es miembro del club filatélico de élite Montecarlo —fundado en 1999 por el príncipe Rainiero III de Mónaco— por iniciativa del coleccionista Alexander Kroo. Este espacio reúne a los aficionados de sellos postales y cada dos años exhiben las rarezas más importantes de la filatelia mundial.

Para agrupar y clasificar a los timbres mexicanos en función de sus elementos comunes, el filatelista Carlos Fernández propone en su libro Catálogo filatélico, timbres mexicanos 1856-2008 la división de cinco periodos:

  1. Clásico (1856 a 1883)
  2. Antiguo (1884 a 1900)
  3. Revolucionario (1910 a 1923)
  4. Moderno (1924 a 2006)
  5. Siglo XXI (2001 hasta la actualidad)

Esta clasificación ha ayudado a los filatelistas e investigadores a comprender con mayor exactitud el coleccionismo de los timbres postales mexicanos.

Como se señaló anteriormente, Joyas de la Filatelia Mexicana se compone de piezas de la época clásica, la cual es considerada la más interesante, ya que durante ella se estableció el franqueo previo de timbres con una sobrecarga, contramarca o sobremarca, con el nombre del distrito al que pertenecían, así como el número de orden de la contabilidad.

Durante el imperio de Maximiliano, como una medida adicional de seguridad, se marcaron las estampillas indicando el
año en que se habían recibido y el número del envío, factura o consignación de la remesa. Fernández señala:

Se establece a través de la circular número 12 del 20 de junio de 1864, que en la ciudad de México se contramarcarían los timbres con el número progresivo a la factura que les correspondiere, antes de ser enviadas a las Administraciones Principales.1

Lo anterior provocó que existieran piezas con infinidad de variaciones, mismas que han sido motivo de minuciosos estudios para analizar sus elementos y autenticidad.

En esta colección encontrarás, por ejemplo, la famosa fajilla del distrito de Yzamal —actual municipio de Izamal, en Yucatán— con un franqueo de 104 reales, el más grande conocido de la emisión de 1856. A su vez, podrás conocer el sobre con timbres de 2, 4 y 8 reales del distrito de Lagos de la emisión de 1864-1866, enviado desde San Juan de los Lagos a Guadalajara, el 7 de febrero de 1866, con un porte total de 62 reales. Solo 109 estampillas de 8 reales, con número de consignación y sobrecarga de Lagos, fueron vendidas, por lo que esta pieza es muy escasa.

Puedes conocer la colección Joyas de la Filatelia Mexicana a partir de febrero en la Bóveda Filatélica del Mufi. Sabemos de antemano que, por su rareza y valor, o simplemente por su indudable belleza, estas joyas dejarán sin aliento a los expertos y harán brillar los ojos de los novatos.

1 Fernández, Carlos, Catálogo filatélico, timbres mexicanos 1856-2008 (Libros virtuales, 2008), 13.


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