Boletín FAHHO No. 31 (Jul-Ago 2019)

JOSÉ MOLINA, UN INCESANTE PROMOTOR DE POESÍA EN OAXACA

Guadalupe Ángela

allá
una flauta rota
la frágil
espiga
que
sostiene a
la rosa
José Molina

Hace 20 años vi unos cartelitos en la pared, en los que se anunciaba un taller en el IAGO sobre las vanguardias latinoamericanas, impartido por José Molina. No pude asistir –ya estaba inscrita en un taller de periodismo a la misma hora–, pero despertó mi curiosidad el contenido del curso y me preguntaba quién sería ese escritor. Más tarde, una colega en común nos presentaría. José se volvió parte de ese grupo de amigos que solíamos conversar en una terraza cerca de las cúpulas de la Soledad.

Molina nació en Guanajuato en 1975, pero desde 1999 vivió en Oaxaca; poeta, traductor, investigador, profesor, licenciado en Letras por la Universidad Iberoamericana, maestro en Literatura Portuguesa por la Universidad de Massachusets y doctor en Traducción de Poesía en inglés y portugués por la Université de Perpignan Via Domitu, con la tesis Poetic in Translation: “Make it New” by Ezra Pound and “Transcreation” by Haroldo de Campos. Admiraba a esos dos grandes poetas y traductores literarios que siempre citaba en sus conferencias o clases, eran sus pilares en su labor poética y didáctica.

José se destacó por impulsar la poesía en Oaxaca, ofreció un sinnúmero de talleres, desde ese primer taller sobre las vanguardias en el IAGO hasta los más recientes que impartió en la Biblioteca Henestrosa, en la sala que ahora lleva su nombre: “Creación de poesía”, “Ciertos andamiajes del poema”, “I love E-poetry”, “Para Chile con amor”. Además, con frecuencia invitaba a poetas tanto de la Ciudad de México como de Chile, y a editoriales, como MaNgOs de HaChA y Matadero, entre algunas más. Él organizó, en varias ocasiones, la visita de Hugo Gola, por lo mismo, conocimos la revista El poeta y su trabajo, una excepcional publicación –en la que no solo se exponen diversas propuestas del lenguaje, sino traducciones, entrevistas, ensayos sobre el oficio, así como muestras de arte plástico– que se volvió un referente para la comunidad de poetas.

José tenía mucho conocimiento y contactos, así como el afán de compartir con la gente de Oaxaca todo lo relacionado a la poesía, lo que más le importaba. Nos dejó mucho. Siempre estará presente cuando hablemos de poesía y de traducción. Sin embargo, extrañamos su generosa presencia, su voz ronca cuando hablaba de la literatura que le conmovía, su ligereza que se reflejaba en sus sandalias brasileñas, su tono casual que veíamos en camiseta y en bermudas, pero, sobre todo, su abrazo de colega.

Gracias, amigo mío, por todos los libros.

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