INAUGURACIÓN DE LAS ETAPAS IV Y V DE LA UNIVERSIDAD LA SALLE OAXACA
Una escuela es un mar de esperanzas, una universidad es un firmamento lleno de estrellas luminosas. La mejor manera de amar a México es impulsar su educación. Y para ello, se requiere actuar con hechos. En este día reitero nuestro compromiso, en el que hemos puesto el corazón y la confianza, para que este proyecto forme una sociedad más humana y equitativa.
Una formidable alianza hemos logrado con los hermanos lasallistas, que llevan más de cien años dedicados a la educación de calidad en México. Saben educar a los niños y jóvenes en la disciplina, los valores, el conocimiento y el deporte. Su labor ha sido vital para el desarrollo de México y con esta obra que hoy inauguramos, también lo es para el progreso de Oaxaca.
Hace más de quince años, en un desayuno con el Hermano Gilberto Martínez Soto, mi maestro de 6.o de primaria, y en complicidad con las autoridades lasallistas, soñamos con crear esta gran obra para Oaxaca. Hoy es una realidad. Parece que, en un abrir y cerrar de ojos, la mano de Dios ha actuado a través de nosotros. Ahora comprendo que también era Su Voluntad.
Han pasado años entregados a esta causa: animamos a los arquitectos Daniel López Salgado y Juan José Santibáñez a crear una obra digna y emotiva, cálida, amplia y funcional. Nos adecuamos a las necesidades de un programa de excelencia educativa y con personal docente calificado. No hemos escatimado esfuerzos y el resultado es alentador: aulas iluminadas y espaciosas, laboratorios, zonas verdes, instalaciones deportivas, auditorios y oficinas en un ambiente cálido, a escala humana. El deseo fue crear espacios elocuentes que reafirman la arquitectura tradicional oaxaqueña en la realidad contemporánea. Sus muros expresan el conocimiento ancestral con el deseo de que los estudiantes valoren sus raíces, amen a su país y se comprometan con los más necesitados.
Reconozco el trabajo y la dedicación de las personas que se han involucrado en esta obra, especialmente al Hermano Héctor García Zaragoza, la rectora Rocío Ocádiz, al grupo de arquitectos, ingenieros, maestros de obra, artistas, administradores, jardineros, albañiles y tantos trabajadores que dedicaron su talento en esta loable tarea.
Gran satisfacción me causa que en esta ocasión me acompañe mi familia: María Isabel; está presente mi hijo Alfredo; Sissi, Charbel, Santiago y María Isabel: desde pequeños les enseñé que tenemos que dar, que tenemos que hacer una filantropía familiar. Cada año me dan lo que pueden para sumarlo a los apoyos que brinda la Fundación. Ésa es la mejor forma de retribuir a México lo que nos ha enseñado. Yo fui becado por los hermanos y ahora les trato de compensar todo lo que ellos me dieron, pero eso lo tenemos que hacer todos de una forma o de otra. Es por eso que estoy muy contento y agradecido de que mi familia participe.
Año con año la sociedad recibirá egresados con una adecuada preparación académica, jóvenes formados con valores y comprometidos con su estado y con México. Ellos serán la cosecha de nuestras edificaciones y las estrellas que nos hagan sentir que ha valido la pena el esfuerzo y el amor que hemos puesto en este andar.
Hoy estamos reunidos entre mexicanos que desean un país más humano. Soy un hombre de palabra y de acción, por eso dedico gran parte de mi tiempo y recursos a fortalecer programas que mejoren las condiciones de vida de otros mexicanos, y busco un camino de transformación totalmente opuesto a la violencia.
Los jóvenes que asisten a este campus universitario son afortunados y por ello tienen un compromiso con México: Apliquen sus conocimientos en la rectitud y las causas sociales. Brillen como luceros, juntos podremos lograr el país que deseamos.
28 de octubre de 2014.