Boletín FAHHO Digital No. 24 (Mar 2023)

Hilando historias

Ana Rodríguez

En 2005, la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca adquirió dos predios en el centro histórico de la ciudad de Oaxaca, ambos correspondientes al conjunto del antiguo convento de San Pablo, entre ellos una casa señorial del siglo XVIII, conocida como Casa Antelo, desplantada en el lado sur del exconvento, sobre la calle de Hidalgo. Es en esta construcción donde ubicamos, a partir de abril de 2008, la residencia del Museo Textil de Oaxaca.

Con motivo del XV aniversario del Museo, queremos reseñar algunos datos sobre el edificio que continúa hilando historias, ahora, mediante valiosas piezas textiles que nos hablan de la identidad de los pueblos de Oaxaca y del mundo.

A partir de la adquisición del predio y hasta principios de 2008, la Fundación estudió la evolución de la casa: realizó una investigación, proyecto y ejecución de una restauración que destacaría los valores históricoarquitectónicos de la casa sin perder de vista el destino del edificio y el beneficio que brindaría a la sociedad.

En este sentido, el dato más antiguo que se tiene sobre la casa se debe a las investigaciones realizadas por el Dr. Sebastián van Doesburg. Gracias a sus contribuciones sabemos que en 1769 existió, en este predio, una casa de adobe de un solo nivel, la cual fue demolida ese mismo año por el Sr. Ángel Antelo Bermúdez —de ahí su denominación como “Casa Antelo”— para, en su lugar, construir una casa de dos niveles con una atractiva fachada de piedra cantera.

Como parte de dicha investigación también podemos citar dos importantes situaciones que dieron lugar a la alteración del partido arquitectónico y degradación más notables del inmueble; la primera data de 1862, cuando fue demolido el lado oriente de la casa para abrir paso a la actual calle de Manuel Fernández Fiallo.

A partir de ese momento, la casa quedaría ubicada en una esquina y contaría con una nueva fachada ubicada sobre dicha calle; en esta se pueden leer los vanos tapiados que formaron parte primitiva de la casa, una sección de viga que correspondió a la cubierta, entre otros elementos que, siendo mutilados, quedaron como testimonio de ese momento.

La segunda causa es atribuida mayormente a las demoliciones paulatinas de las que fue parte el predio a lo largo de casi toda su historia. Se tiene registro de una de ellas en 1985, cuando la casa formó parte de un escándalo en uno de los periódicos de la ciudad con el encabezado: “S. O. S. ¡Están demoliendo una joya arquitectónica!”, como parte de la denuncia ciudadana realizada por un escritor.

Aunque a esta demolición todavía siguió una más, es importante hacer un intervalo para mencionar que, en 1998, la casa contaba con un pequeño patio, arquerías y columnas en pie, escaleras y espacios medianamente conservados con ciertas alteraciones. De lo anterior tenemos noticia gracias a un expediente fotográfico del Instituto Nacional de Antropología e Historia al que tuvimos acceso. Como parte de este expediente, en fotografías del 2002 se observa un patio cubierto con tierra y fragmentos de piedra cantera, es decir: para ese momento las crujías interiores ya habían sido demolidas y el corredor y las columnas, desmanteladas.

Al momento de su adquisición, el edificio solo tenía las crujías que colindan con las calles y en la planta baja conservaba su sistema de viguería. Sin embargo, las cubiertas de la planta alta ya habían sido demolidas, dejando la evidencia de una reciente transformación: bóvedas catalanas y reforzamientos de concreto armado; de igual manera, los muros presentaban importantes deterioros provocados por el abandono. Sin embargo, en este acercamiento al edificio sorprendía la existencia de sillares de cantera, fustes, capiteles, dados y molduras de las columnas del patio, todo amontonado (estos elementos se encontraban en pie en las fotografías de 1998).

La casa también contaba con la puerta principal de madera y gran parte de las herrerías, las cuales ostentan en la fachada principal una tipología del siglo XVIII en su planta baja, y del siglo XIX en la planta alta; además de una valiosísima cantidad de vestigios que, recorriendo paredes y pisos, indicaban la existencia de muros, arranques de arcos y demás elementos mutilados de la antigua construcción.

La restauración de la Casa Antelo tuvo por criterio la conservación de la estructura antigua y la inserción de arquitectura contemporánea evocando el partido arquitectónico del inmueble. La intervención que estaba por iniciarse debía contar con una bóveda especializada de almacenamiento y conservación de textiles, un taller con equipamiento para la restauración de piezas salas de exhibición, tienda y áreas administrativas. En este sentido, es posible identificar dos importantes áreas en el proyecto de intervención: la antigua y la inserción contemporánea (crujía poniente), reconstruida a partir de los vestigios y fotografías.

La integración de la crujía poniente abrió la posibilidad de contar con un espacio con los requerimientos tecnológicos y equipos especiales en conservación de textiles. El volumen insertado tiene una doble pared que aísla el calor, los muros fueron fabricados con ladrillo de barro rojo y cuentan con reforzamientos, entrepisos y losas planas de concreto armado; en la planta alta de esta nave se encuentra la bóveda de almacenamiento para aislar las piezas de la humedad del suelo, y la cubierta tiene un relleno aligerado de 70 cm. de espesor para aislar el calor, necesidades imperantes para la conservación de los textiles.

En esta coexistencia de dos arquitecturas en un mismo edificio destaca el criterio propuesto por la Dra. María Isabel Grañén Porrúa sobre evidenciar armónicamente el apartado contemporáneo de la casa respecto al histórico, teniendo como concepto de interpretación el arte prehispánico de Mitla. La materialización de este diseño fue gracias al arquitecto Juan José Santibáñez quien ideó un gran tablero de ladrillo de barro rojo que cubre ambas caras de los muros que colindan con el patio.

Los muros blancos encalados, las canterías y viguerías asociados a la estructura antigua de la casa, responden al proyecto de conservación dirigido por el arquitecto Gerardo Virgilio López Nogales y el Dr. Sebastián van Doesburg. En estos espacios leemos la recuperación de muros de adobe, la recuperación parcial de la viguería y del enladrillado integrados en la crujía de la tienda, ya que, dadas sus condiciones, fue necesaria la incorporación de materiales nuevos en el resto de los espacios, preservando el sistema constructivo tradicional de la casa, mientras que en la planta alta las cubiertas siguen un sistema de vigueta y bovedilla.

Mediante el proyecto de conservación renacen el patio, las columnas y los corredores que hoy podemos observar. Las fotografías y cada uno de los vestigios dieron paso a la aplicación de una técnica llamada anastilosis, que consiste en la reconstrucción a partir de los fragmentos dispersos de la obra, es decir que al realizar el registro y clasificación de los fustes, basas, capiteles y demás fragmentos de piedra cantera, se concluyó que las columnas se encontraban completas, permitiendo la reconstrucción total del corredor a partir de las piezas. Durante la recuperación de los niveles de piso se hallaron las piezas originales de piedra cantera y el canal de desagüe del patio; de acuerdo con el hallazgo más antiguo, al interior de las crujías de la estructura antigua se colocó un piso de ladrillo de barro, mientras que el testimonio más reciente consistente en pisos de pasta color verde se utilizó en la inserción contemporánea.

Otros trabajos consistieron en la limpieza y consolidación de elementos de la fachada lateral; en la fachada principal fue la preservación de los aplanados a base de cal, ubicados en los marcos de ventanas, y el remoldeo de los sillares de cantera de los balcones, los cuales, dadas sus dimensiones, permitieron extraerse de forma parcial al exterior y moldear nuevamente las zonas dañadas. En el proyecto de conservación se realizó limpieza, tratamientos de pasivación de óxidos de las herrerías existentes y la restauración de la puerta principal, donde destaca la recuperación de los chapetones, manufactura de las piezas faltantes y sustituciones de las secciones de madera faltantes, preservando la fachada verde de dos niveles referenciada históricamente por su singularidad.

Cada detalle arquitectónico del Museo Textil de Oaxaca sostiene, en esta señorial casa, un hilo que nos lleva por las reminiscencias de su historia; del pasado al presente en el que conviven dos arquitecturas, una del siglo XVIII y otra contemporánea, volviendo posible asemejar al edificio con las piezas textiles que guarda. Ambos momentos conservan las producciones de un pasado que no es estático y que, al ser útil a la sociedad, garantiza la permanencia de sus materiales, técnicas y producciones:
sin duda, una inspiración en nuestros días.


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