Boletín FAHHO Digital No. 8 (Oct 2021)

Fuego en el diamante

Xavier M. Rodarte

Como si de un estruendo se tratara, en medio de una álgida soledad, la noticia de la reapertura de espacios deportivos —con espectadores— en la Ciudad de México fue la chispa que reavivó la alegría de una afición deseosa por regresar al Diamante.

El inicio de la Temporada 2021 de la Liga Mexicana de Beisbol, y el regreso de la afición escarlata al infierno, el pasado 21 de mayo, significó una carga emocional más allá de lo que cualquier aficionado pudo haber pensado. La sensación de volver a ver el campo de juego, como solamente un apasionado al deporte puede experimentar, acompañada de las memorias vividas hace dos años, en la primera y única temporada en el estadio, propiciaron que el reencuentro entre la Nación Escarlata y su, todavía nuevo, infierno se permeara de un ambiente indescriptible.

En los pasillos inundados de diablos, familias, amigos y parejas, no escapaba a la vista lo evidente de una realidad distinta: rostros con cubrebocas atravesaban la ya icónica Puerta Toledo y, con buena disposición, pendientes a las instrucciones dictadas por el personal de seguridad del inmueble, circulaban de manera ordenada a través de los filtros de sanidad.

Durante toda la temporada se vislumbró un ambiente propio de fiesta, y los aficionados escarlatas procuraron obedecer los lineamientos implementados dentro de las instalaciones, siendo el distanciamiento social, el uso de cubrebocas y el empleo de gel antibacterial los principales invitados al festejo.

Y de pronto, silencio. Un momento de reflexión orientado al recuerdo de aquellos cuya llama se extinguió a causa de la situación que impera aún el día de hoy; recuerdos de seres queridos que perdurarán para siempre en nuestra memoria.

Y así como se cantó el Play ball inicial, pronto las luces del estadio se apagarían para inundar las gradas de oscuridad; una oscuridad agradable, más reconciliadora, incluso cálida, distinta a la vivida en 2020, propia de una pausa que conlleva no a un final, sino a un nuevo comienzo.

El Diamante de Fuego volvió a arder tras una nueva temporada al lado de sus Diablos, por el regreso de la afición a casa, y por aquellos que, sin saberlo, siguen formando parte de nuestra historia. La llama que identifica y da calor al Estadio Alfredo Harp Helú está más encendida que nunca.


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