FRAY NICOLÁS DE ROJAS Y EL EXCONVENTO DE SAN PABLO
En el número anterior de este boletín dimos a conocer una breve biografía de don Luis de León Romano, con cuyo nombre designamos a una de las aulas del Centro Cultural San Pablo. En esta entrega hablaremos de otro personaje y otra aula de San Pablo: fray Nicolás de Rojas, el primer prior de la comunidad de dominicos recoletos que se estableció en el convento reconstruido durante el siglo XVII.
Después de los fuertes terremotos de 1604 y 1608, la antigua iglesia de San Pablo, donde acudía la población indígena de los alrededores de la ciudad española, quedó en ruinas por varios años, sin embargo, un sacerdote siguió dando la misa bajo una enramada. En 1617 se inició la reconstrucción de la iglesia y en 1636 se dedicó el nuevo retablo dedicado a Santo Domingo de Soriano. La reconstrucción del convento —a cargo de fray Francisco de Burgoa— tardaría otros 35 años más.
Durante este tiempo, la devoción a la Virgen del Rosario estaba teniendo un gran auge entre los dominicos. De hecho, desde el inicio de su provincielato (1649), fray Francisco de Burgoa promovió la enseñanza del Rosario “en onze lenguas e idiomas que administran los religiosos desta Provincia”. Fray Burgoa mismo predicaba el Rosario en San Pablo los lunes y en Santo Domingo el grande los sábados. En 1651, organizó la gran procesión con que se instauró el Rosario Perpetuo en Oaxaca. En esta procesión, que partió de Santo Domingo el grande para el convento de la Segunda Orden (Santa Catarina), iban delante los mixtecos, los zapotecos y los hablantes de náhuatl, en este orden. Una interesante descripción de este evento se conserva en Relación de la solemnidad aplaudida del cielo con que se publicó el Rosario Perpetuo en la ciudad de Antequera…, 1651, un opúsculo anónimo probablemente escrito por Burgoa mismo. Un ejemplar de este rarísimo impreso se conserva en la Biblioteca Francisco de Burgoa en Oaxaca. De acuerdo con este fervor, durante la reedificiación de San Pablo se incluyó una capilla para la Virgen del Rosario que aún se conserva intacta.
Al terminar la reconstrucción de convento, fray Burgoa, habiendo sido provincial en dos ocasiones, impulsó su deseo de formar una comunidad recoleta —o de estricta observancia de la regla monástica— en San Pablo. En su obra él cuenta cómo encontró al oaxaqueño fray Nicolás de Rojas —hablante fluido del náhuatl— para dirigir la comunidad y hacerse cargo de la parroquia indígena: “En esta ocasión me hallé con las manos en la masa de la reedificación de nuestro convento primitivo que se llamó de San Pablo, y al presente de la Recolección de Soriano, conforme lo establecido y ordenado en las leyes y estatutos por muchos capítulos generales de nuestra religión, […] y tuve por favor del cielo hallar al ángel de fray Nicolás tan a propósito para mi intento […]”.1 Además, fray Nicolás predicaba “con tanto espíritu, y propiedad de voces y términos tan legítimos de la lengua mexicana [o sea el náhuatl] y los tropos elegantes, que como imperial de este Nuevo Mundo tiene, que los indios más ladinos salían confusos y admirados de oirle”.2
Una vez frente a la parroquia —agregó Burgoa— fray Nicolás de Rojas “obligó a que todos [los de los pueblos de Santa María Oaxaca del Marquesado, Xochimilco y Mexicapan] juntos se congregasen los domingos a rezar la doctrina en la iglesia y el Rosario santísimo. Con este cebo los redujo a que en todos los tres pueblos hubiese en cada uno una imagen mediana de bulto del Rosario y con ella saliesen de su pueblo los domingos en procesión y para este efecto les compuso el siervo de Dios los quince misterios en quintillas muy tiernas y devotas en la lengua mexicana que hizo estudiar de memoria a los niños y cantándolos en sonoro y suave tono que les enseñó, salían por delante y el resto del pueblo en coros con la imagen y venían por las calles de la ciudad hasta llegar a la iglesia donde oían misa”. Al terminar la misa, los nahuas regresaron de la misma forma a sus pueblos. Aproximadamente un siglo después, la lengua náhuatl desapareció de la ciudad de Oaxaca y con el tiempo se perdieron las partituras de las quintillas aztecas. Los sonidos de esa música se disiparon en el aire hace siglos, pero en el aula Nicolás de Rojas recordamos a su compositor.
1 Burgoa, Geográfica Descripción…, vol. II, p. 479.
2 Además, asegura Burgoa que es “San Pablo de los mexicanos, zapotecos y mixtecos, [ya] que en tres lenguas administran los religiosos del convento nuevo de Soriano” (Ibidem.,vol. I, p. 403).