Boletín FAHHO Digital No. 22 (Ene 2023)

Formar un acervo de acervos: La colección del Museo (segunda parte)

Alejandro de Ávila
Sarape tejido probablemente en el norte de México durante la primera mitad del siglo XIX. La urdimbre es de hilo industrial de algodón y la trama es de lana de oveja hilada a mano, teñida con grana, añil y un colorante amarillo vegetal. Representa un estilo poco conocido dentro de la tradición mexicana de tejidos de tapicería, más afín a la estética mesoamericana que el formato “clásico de Saltillo”. Perteneció a Humberto Arellano y parece haber formado parte de la colección de Fred Davis.

En el número anterior del Boletín comenzamos a reseñar cómo se reunió el acervo del Museo y describimos cuatro de las siete grandes colecciones que lo conforman. Retomamos ahora la historia de las tres colecciones restantes, así como de otras donaciones que hemos recibido y las adquisiciones que hemos hecho a lo largo de quince años.

Colección de Humberto Arellano

Humberto Arellano Garza nació en 1913 en Monterrey, Nuevo León. Siendo muy joven participó en una campaña pedagógica en comunidades indígenas, gracias a la cercanía que tuvo con su tío Moisés Sáenz, secretario de Educación Pública en aquella época. Esa experiencia motivó su interés en el arte popular para toda su vida. En los años 30 fundó junto con parientes suyas la galería Artes de México en la capital del país, y en 1950 abrió en Monterrey la galería Carapan. El nombre de esta población purépecha había servido de título para el escrito más conocido de Sáenz, al implementar políticas de desarrollo rural en las décadas posteriores a la Revolución mexicana.

No sabemos cómo formó su colección don Humberto, quien parece haber adquirido la mayor parte de los textiles antes de 1960. Fue cliente asiduo de la Casa Cervantes, hasta que esta cerró, en 1978. En 1983 don Humberto vendió la colección, junto con la galería, a su sobrino político, el Ing. Porfirio Sosa. Comprende más de 700 piezas procedentes de todo México, incluyendo un conjunto importante de dechados, colchas y sarapes del siglo XIX. Varias de ellas representan los testimonios más tempranos que conocemos de las tradiciones textiles de algunas zonas y aportan datos fundamentales para esclarecer la historia del arte textil en México. Gracias a un archivo fotográfico que se conserva en Berkeley, he podido constatar que algunas de estas piezas pertenecieron a Frederick W. Davis, comerciante y diseñador norteamericano quien se estableció en la Ciudad de México hacia 1910, donde formó la primera, más extensa y meritoria colección de arte popular de la que tengamos noticia. Al igual que en el caso de la colección Cervantes Brown, don Humberto no parece haber dejado nota alguna de lo que sabía acerca de sus textiles. Poco antes de que el MTO abriera sus puertas el 19 de abril de 2008, la FAHHO adquirió para el Museo este acervo temprano, que el Ing. Sosa había retenido en México por convicción patriótica.

Colección de Octavia Schöndube

Octavia Schöndube de Böhm fue la octava hija de un ingeniero alemán que migró a México a fines del Porfiriato, trabajando primero en el ingenio de Tamazula, Jalisco, y fabricando posteriormente tubos de barro y alcantarillas para la ciudad de Oaxaca, iniciando así una larga relación familiar con nuestro estado. Hacia 1960, doña Octavia y su hermana Clotilde establecieron sendos negocios de arte popular en la ciudad de México y en Oaxaca; doña Octavia mantuvo por muchos años una galería de artesanía oaxaqueña en el Bazar Sábado, en San Ángel. Formó, a lo largo de dos décadas, una colección de cerca de 500 textiles representativos de casi todos los pueblos originarios de la entidad, que en algunos casos son las únicas piezas, o los tejidos mejor logrados, que conocemos de comunidades específicas donde el arte textil se ha olvidado en los últimos cien años.

Si bien Oaxaca es el foco de atención, la colección también incluye piezas de Guerrero, Chiapas, el sur de Veracruz, Puebla y las comunidades wixáritari. Algunos textiles datan de fines del siglo XIX o principios del XX, pero la mayoría fueron hechos entre los años 1950 y 1970. A la muerte de doña Octavia, la colección fue heredada por su hija, la antropóloga Brigitte Boehm de Lameiras, investigadora del Colegio de Michoacán, quien contactó al maestro Francisco Toledo en 2005, manifestando su deseo de que los textiles pasaran al futuro museo en Oaxaca. La doctora Boehm falleció en 2007 antes de ver cumplido su deseo, que fue ejecutado por sus hijas en diciembre de 2008, gracias a la generosidad de don Alfredo Harp.

Colección de la familia Johnston

Tony y Roger Johnston llegaron a la Ciudad de México en 1968 y se enamoraron de nuestro país. Acá vivieron durante quince años y acá crecieron sus tres hijas. La vocación de Tony como escritora de libros para niños y la profesión de Roger como banquero les permitieron conocer a varios devotos del arte y las tradiciones populares. La joven familia viajó a muchos lugares remotos y atestiguó los cambios dramáticos en la vida de las comunidades indígenas durante ese periodo. Animados por conocedores del arte textil como Irmgard Johnson, Ruth Lechuga y Donald Cordry, Tony y Roger empezaron a reunir una muestra de las fajas y los ceñidores de todo México. Habiendo cubierto la mayor parte del país, los Johnston ampliaron la mira y buscaron prendas análogas en Guatemala. De manera paralela, incorporaron a su colección fajas y ceñidores de la gente Hopituh Shi-nu-mu (hopi) y Diné (navajo) del suroeste de Estados Unidos, y también bandas de lana tejidas en la región de los Grandes Lagos. Completado de esta manera un acervo representativo de toda América del Norte, comenzaron a explorar el mundo andino, centrándose en Bolivia. Así se conformó un segundo núcleo de la colección, tan rico y tan variado como lo que habían reunido en México.

Siempre inquieto, Roger se lanzó posteriormente a Bután, donde reunió un último conjunto de fajas, complementando las que Tony y él habían conseguido en el sur de China, Indonesia, el centro de Asia, Turquía y Marruecos. En 2016, segada la vida de Roger en un accidente de esquí, deporte que lo apasionaba, Tony tomó la decisión de donar la colección entera a este museo —que sumaba casi mil piezas— junto con un archivo que documenta la formación del acervo, que parece ser único en el mundo con ese enfoque.

A estas siete grandes colecciones hay que agregar las donaciones generosas de Russell A. Phillips y Ronald F. Thomas (textiles procedentes de Filipinas, Indonesia, India y algunos países de África); Veralee y Jim Bassler (tejidos de Oaxaca); Anne Marie Lampe (textiles de México y Guatemala); Ana Maria Behn Eschenburg en memoria de Maya B.-E. (tejidos de Oaxaca y otras regiones de México); Laura Anderson Barbata (textiles de la cuenca amazónica y Nueva Guinea); Niloufer King Ichaporia (indumentaria parsi de Maharashtra y Gujarat en India); Nancy Hild † (pendones rituales de Haití); Norma Mereles Torreblanca y Rodolfo Ogarrio (textiles de México y Guatemala); Carole Browner en memoria de Arthur J. Rubel (tejidos de Oaxaca y Guatemala); Danielle Dupiech Cavalleri (textiles de Guatemala y Yucatán); Julia Barco (tejidos de Colombia); Douglas Dawson (textiles del occidente de África y Mongolia); René Bustamante, distinguido coleccionista oaxaqueño (tejidos de Oaxaca y Chiapas) y Remigio Mestas Revilla (indumentaria de comunidades poco documentadas de Oaxaca). Terry Welch merece un reconocimiento especial por los tejidos japoneses extraordinarios que sigue adquiriendo para el MTO.

Nos ha conmovido profundamente recibir reliquias familiares y prendas elaboradas como muestras de aprecio para este museo, entre ellas el huipil de matrimonio que nos donó la maestra Minerva Mendoza Pérez, de San Agustín Loxicha, que ella heredó de su abuela; la servilleta que nos donó Noemí Díaz Díaz, que perteneció de igual forma a su abuela, doña Rita Zavaleta en Paso de la Reina; el dechado que nos trajo Nicolasa Pascual Martínez, que ella tejió en su juventud en San Bartolo Yautepec; la blusa que elaboró para el MTO Norma Gutiérrez Ramírez en San Juan Ixtenco, Tlaxcala, y la faja que tejió para obsequiarnos Crispina Navarro Gómez, en Santo Tomás Jalieza, inspirada por una faja que consiguió Roger Johnston, a quien ella recuerda con afecto. Varias personas más nos han donado piezas individuales y estamos igualmente agradecidos con ellas; daremos los créditos correspondientes al exhibirlas.

Por otro lado, con el apoyo invaluable de la FAHHO hemos podido adquirir otros acervos importantes, como las colecciones guatemaltecas de Sarasvati Ishaya, quien vivió en Panajachel en 1984 y 1985; de Paul Poudade, embajador de Francia en Guatemala de 1991 a 1993, y parte del legado de Eva Hannstein, galerista legendaria en aquel país, cuya bisnieta, Karla Ceballos, dirige la hermosa Casa de Artes en Antigua. La generosidad de la Fundación nos ha permitido, además, enriquecer el fondo del MTO con piezas de Oaxaca y de otras regiones de nuestro país que pertenecieron a Irmgard Weitlaner Johnson, decana de la investigación de los textiles mexicanos; Anita Jones, diligente coleccionista radicada en Oaxaca; Graciela Brena de la Peña, hija del gobernador Rodolfo Brena Torres (1962-1968), y Federico Jiménez Caballero, gran galerista oaxaqueño y amigo de la Fundación.

Por su parte, el Museo ha acrecentado el acervo al conseguir numerosos textiles procedentes de diversas zonas del mundo, para presentar en las exposiciones ejemplos de las tradiciones locales con sus contrapartes provenientes de zonas geográficas distantes. El maestro Toledo nos animó a adquirir ejemplos sobresalientes, proporcionándonos los fondos iniciales. Hemos encontrado buena parte de estas piezas a través del internet. Los portales electrónicos nos han permitido ampliar nuestro conocimiento técnico y nuestra apreciación estética de los textiles de diversos pueblos originarios de cuatro continentes, más Oceanía.

Nuestros proveedores principales han sido Marla Mallet, en Atlanta (tejidos bakuba de la República Democrática del Congo; kilims y çuvals de Turquía; textiles miao de Guizhou, China); Susan Stem, en Chiangmai (tejidos de Laos, Burma, Tailandia, el sur de China y Hainan); Mary Hunt Kahlenberg † en Santa Fe (textiles de Indonesia); Joe Carr † en San Antonio (textiles mexicanos); Yuri Saldyt † en Antigua (tejidos de Myanmar y Guatemala); David Hamilton, en Austin (textiles guatemaltecos); Tom Cole, en San Rafael (tejidos de Turquía, Irán, Afganistán, Uzbekistán y Turkmenistán); Yosi Barzilai, en Portland (textiles del occidente y norte de África, Grecia, Rusia y Filipinas); Chris Buckley, en Beijing (tejidos del sur de China, Malasia e Indonesia); John Thomas, en Santa Cruz (textiles mexicanos); Andrés Moraga, en Berkeley (textiles de Laos, India y el norte de África); Seref Ozen, en Estambul (textiles del Cáucaso y el centro de Asia); Gertraude Lindauer, en Colonia (molas de Panamá); Martín Ccorisapra y Antonio Ramírez en Lima (textiles del pueblo shipibo de la Amazonía Peruana) y Andy Lloyd en Bath (tejidos baluch y shahsevan de Irán). Agradecemos en especial a Carol Pratt, quien nos permitió elegir las piezas relevantes para el MTO dentro de la gran colección de textiles del mundo entero que formaron Max y Hattie Mae Nixon, afiliados con la Universidad de Oregon en Eugene. Todos ellos nos han ayudado desinteresadamente a integrar un acervo inusual, seleccionado con el fin de hacer patentes los nexos técnicos y conceptuales entre los telares de Oaxaca y los tejidos de otras regiones del planeta.

Los textiles son una de las formas más versátiles de crear belleza. Un acervo extenso como el del MTO nos permite transmitirle esa convicción al público. Ha sido para mí un sueño de toda la vida que mi trabajo sirva para conformar semejante legado; ahora solo espero que pueda preservarse para las generaciones venideras.


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