Fondo Ventura Conde. Documentos de un pueblo de la Sierra Norte
Los zapotecas llevan escribiendo más de 2 500 años. Nunca han parado de registrar sus historias, sus cuentas, sus reclamos o testamentos. Desde que allá por el año 500 antes de Cristo registraron sobre piedra el nombre de un sacrificado, han venido grabando, dibujando o escribiendo textos sobre piedra, lienzo, piel de venado, papel y, más recientemente, en celulares e internet.
Tras la llegada de los españoles en el siglo XVI, los frailes necesitaron comunicarse en las lenguas que se hablaban en Oaxaca para convertir a la población al catolicismo. Comenzó entonces un periodo de estudio y registro de los idiomas único para esa época a nivel mundial, que resultó en la publicación de amplios vocabularios y gramáticas en zapoteco y mixteco, así como largos textos religiosos en estas mismas lenguas y también en mixe, popoloca y chinanteco. Ese proyecto evangelizador fue un esfuerzo en conjunto de los frailes, los gobernantes y los nobles indígenas. El aprendizaje de la escritura alfabética y del nuevo sistema jurídico por parte de los nobles indígenas creó el contexto para que empezaran a escribir para sus propios fines. Durante los tres siglos que duró el Virreinato, los escribanos indígenas en Oaxaca produjeron cientos de textos en zapoteco, mixteco, chocho y náhuatl para ser leídos en sus propias comunidades y ante las autoridades de Oaxaca, México y España. Generalmente, esos textos eran de naturaleza administrativa: cartas de venta, testamentos, solicitudes, quejas e inventarios. Nos proporcionan una rica visión de la vida cotidiana en los pueblos, explicada en términos indígenas y no en categorías europeas. Obviamente, esos escribanos también comenzaron a escribir en castellano.
Parte de esta rica tradición escritural fueron los escribanos de San Baltazar Yatzachi el Alto, un pueblo zapoteco ubicado en la Sierra Norte. Sus habitantes hablan xidza xhon, una variante regional del zapoteco de la cual tenemos registros escritos desde 1595, cuando se escribió un testamento en el pueblo vecino, san Bartolomé Zoogocho. El primer texto en zapoteco que conocemos de Yatzachi es de 1614, cuando aún formaba un solo pueblo con Yatzachi el Bajo. Entre ese año y 1824 los escribanos de los pueblos hermanos produjeron muchos textos, de los cuales al menos 26 han sobrevivido hasta nuestros días.
En febrero de 2020, doña Juana Conde y su marido, Fortino Hernández Matías, donaron a la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova un pequeño archivo familiar de Yatzachi el Alto, lugar de origen del matrimonio. Propusimos nombrarlo “Ventura Conde”, en homenaje al señor Ventura Conde, abuelo de doña Juana, de quien ella lo heredó. Incluye varios documentos que hacen referencia a otros miembros de la familia, como Felipe Conde, mencionado en un pago de impuestos de 1868; Antonio Conde —bisabuelo de doña Juana—, en un convenio sobre tierras de 1882 y un recibo de pago de 1903, y Remigio Conde — primo hermano de don Ventura—, quien es mencionado en una carta de venta de 1883, una carta a sus hermanos de 1886, un empeño de un terreno de 1912 y un recibo de un pago de 1914. El Fondo contiene también una carta de 1766 de un tal Mariano, quien pide a Juan Joseph Urbieta que vaya al zapatero Bartolomé para que le entregue un par de zapatos ya pagados. Como puede apreciarse, este archivo nos proporciona una historia muy detallada y cercana de la vida cotidiana de un pequeño pueblo en la Sierra Norte.
El Fondo Ventura Conde contiene ese tipo de documentos familiares, pero también incluye textos que están relacionados con la comunidad. Es probable que uno de los ancestros de doña Juana haya sido escribano o tenido algún cargo en el cabildo, por lo que guardó esos documentos. En este grupo de documentos comunitarios hay ocho que están escritos en zapoteco, que van de 1714 hasta 1821. Todos son memorias de gastos que se hicieron dentro de Yatzachi el Alto. Por ejemplo, en 1714 se registró que, para el domingo del Rosario, se hizo el gasto de 1 peso y 4 reales para comprar pan de Castilla, chocolate y azúcar. Asimismo, en 1785 se compraron piedras por el valor de 1 peso, las cuales fueron colocadas en la iglesia por los nobles (xoana). Tales documentos nos muestran la vida comunal de Yatzachi el Alto y la participación de todos los vecinos en la organización de las fiestas, ceremonias, construcciones y otras actividades.
También lingüísticamente son importantes los documentos en zapoteco provenientes de Yatzachi, porque representan la escritura de la lengua a lo largo de más de dos siglos (1614 a 1821). Para interpretarlos, además de contar con los actuales hablantes, existe un diccionario del Instituto Lingüístico de Verano en el zapoteco de las dos comunidades. Lo anterior nos brinda la oportunidad de estudiar el desarrollo histórico de la lengua y compararlo con el de otras lenguas zapotecas. Por ejemplo, en 1785 aún se utilizaba el verbo xoi para decir “recibir algo”; hoy día ya no se usa ese verbo en Yatzachi, pero en el siglo XVI también lo usaban en el valle de Oaxaca, donde Juan de Córdova lo registró como xohui. Similarmente, los textos reflejan un proceso común en muchas de las lenguas zapotecas modernas, que es la pérdida de la segunda vocal en las raíces de las palabras. Entonces, en los textos antiguos encontramos goca o ‘fue,’ que ahora se dice goc; así como guijna para ‘baúl’ cuando hoy se dice yi’in. En este último ejemplo también vemos otro proceso que se llama lenición, que quiere decir que lo que se pronunciaba en el pasado con c-, p– y t-, ahora se dice con g-, b– y d-. De allí que la g- inicial en los textos virreinales, hoy se pronuncia como y-.
Los documentos del Fondo Ventura Conde se integraron el día 21 de febrero de 2020 —Día Internacional de la Lengua Materna— al acervo de la BIJC, donde serán conservados adecuadamente y podrán ser consultados por cualquier persona interesada en la historia de Yatzachi y en la escritura del zapoteco a lo largo del tiempo.