Extraña zeta con “ese”
El Día Mundial de la Poesía conmemora, el 21 de marzo, una de las formas más preciadas de la expresión, identidad y lingüística de la humanidad. La poesía, practicada a lo largo de la historia en todas las culturas y en todos los continentes, habla de nuestra humanidad común y de nuestros valores compartidos, transformando el poema más simple en un poderoso catalizador del diálogo y la paz.
UNESCO
En la ciudad de Oaxaca, la Biblioteca Andrés Henestrosa ha participado activamente en esta celebración desde 2008, y bajo la máxima de Delacroix, “Sin poesía no hay arte”, se ha sumado a las recomendaciones de la UNESCO no solo en esa fecha. En tanto que apoya al diálogo de la poesía con las demás artes, es un foro para espectáculos de poesía en vivo y, además, apoya a pequeñas editoriales locales. Pero, sobre todo, no escatima en esfuerzos para permitir que la poesía sea el motor que permita a la sociedad recuperar y afirmar su identidad.
Ahora que nos invade una vasta producción de literatura dirigida al público infantil, no es impertinente preguntarse el por qué del reducido número de títulos de poesía en este rubro. A diferencia de la narrativa, es difícil que la poesía contemporánea se ciña solamente a la funcionalidad didáctica, cuestión a la que mayormente se inclinan los títulos referidos, cuando es el mejor de los casos.
Por eso uno celebra cuando se encuentra un libro en el que se reconoce la complejidad del pensamiento infantil y a la vez se intenta entablar un diálogo desde el lenguaje poético sin concesiones. Una extraña seta en el jardín1, de Luis Eduardo García (Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños 2017), es un libro que está lleno de meteoritos, unos deslumbran como estrellas fugaces y otros más, cimbran la tierra bajo nuestros pies al colisionar. A saber:
Escondidas I
El pez estambre
se oculta del pez gato
entre la arena.
Te explico esto a tus cinco años
No tengas miedo de la muerte
lindura
no lame
no baila
feas canciones
no tengas miedo de sus luces
al fondo hay una alberca infinita.
Los aciertos en la literatura infantil se evidencian cuando en el universo de estas producciones los autores se despliegan en más de una dimensión, no solo trabajan en los entresijos de su género literario, sino que ponen en circunstancia lo afectivo y, además, aceptan la transmisión del conocimiento con un mayor espectro que el de una didáctica lineal y uniforme. Son célebres las palabras de Maurice Sendak (Where the Wild Things Are, 1963) cuando se confiesa: “Yo no escribo para niños. Yo escribo. Y alguien más dice: ‘Esto es para chicos’”.
Alejandro Zambra, en una conferencia dictada en la Universidad Diego Portales, en el marco del seminario “¿Qué leer? ¿Cómo leer? Lecturas de juventud”, advierte que: “Un profesor nunca debe dar a sus estudiantes libros que entiende del todo. Debería compartir con sus alumnos los libros que le parecen fascinantes justo porque no los entiende a cabalidad”. Luis Eduardo García afirma lo mismo desde la poesía, desde lo inescrutable y brillante del lenguaje:
[…] Si digo: “Tu pez ha saltado de la pecera”, tu pez morirá.
Si un poema dice lo mismo el pez
saldrá a la calle caminando.
Después no sé qué pase.
Pero escucha. Eso es todo.
Toma un par de brillos.
No busques entenderlos.
No busques un mensaje
porque no lo encontrarás.
[de Naturaleza IV]
En este libro de Luis Eduardo no vamos a encontrar “poesía para…”, aunque sí gusanos zombies, Rapunceles piojosas, hombres lobo, princesas de alambre y pelirrojos feroces, entre otra tanta zoología que puebla el libro y que tan atinadamente ilustra Adolfo Serra. Una extraña seta en el jardín, no es un libro para niños, es el libro que le escribió un padre a su hija. Un padre poeta.
1 Luis Eduardo García y Adolfo Serra, Una extraña seta en el jardín, Fondo de Cultura Económica, 2018.