ENTREGA DE LAS PRIMERAS CASAS
El terremoto de septiembre de 2017 no solamente movió la tierra, también movió nuestro tejido social. Se establecieron nuevas redes de solidaridad a la cuales se sumó la Fundación Alfredo Harp Helú y nuestro equipo, Arquitectos Artesanos, para trabajar en la Sierra Mixe y en la Mixteca Baja. Gracias a esta gran oportunidad, a más de un año de trabajar en la reconstrucción hemos encontrado un nuevo canal de aprendizaje recíproco entre las familias, los arquitectos y los voluntarios de cada localidad. Hemos generado vínculos que van más allá de la reconstrucción, y apostamos que es ahí donde está la verdadera restauración de nuestra sociedad.
El día 19 de enero de 2019, la doctora María Isabel Grañén Porrúa y don Alfredo Harp Helú visitaron la ciudad de Huajuapan de León para entregar las primeras casas terminadas, acto simbólico acompañado de un acta en la que establecimos el respeto al patrimonio de la arquitectura vernácula, bajo un compromiso entre las familias beneficiarias y la Fundación Alfredo Harp Helú.
En la casa misma está implícita la razón por la cual se debe respetar la herencia de la arquitectura vernácula. Sabemos que respetar realmente es reconocer nuestras tradiciones constructivas, y que ellas están íntimamente relacionadas con las demás herencias culturales: son un eslabón importante, tanto como la tradición culinaria y la tradición ritual.
Una de las casas recuperadas después del sismo es la “Casa del Chocolate”, en Reforma #15, Huajuapan, Centro, que según la historia fue el primer obispado de la diócesis de esta ciudad a principios del siglo XX. Está conformada por altos y largos salones de adobe, techumbre de madera de ocote, tejamanil y teja; paralela a esta crujía, en el interior, hay una arcada de ladrillo que da al primer patio con un jardín de árboles frutales característicos de esta región templada. En su fachada, un pórtico principal con ventanas de madera protegidas con rejas de herrería, rematado con una saliente de cerámica que sostiene bajadas para el agua de lluvia; una de las puertas interiores muestra un trabajo particular de hojas plegables de madera con un sistema de guardado dentro del ancho del muro.
La Casa del Chocolate es un buen ejemplo del rescate de este tipo de construcciones; en el temblor, los cabezales de las vigas principales se desplazaron y rompieron algunas esquinas de los muros de abobe; nuestro objetivo principal fue recuperar al máximo el mismo material de la casa, la madera estaba en buen estado. Estas vigas son una muestra de la importancia de los oficios de esa época y cómo esto contribuía a la economía local. Mucha de la madera que se utilizó en la construcción de las casas de Huajuapan venía transportada en burro desde las montañas de Tlaxiaco. Cada viga tiene la señal de este trayecto, ya que se les realizaba un hueco en uno de sus extremos para poder amarrarlas.
Nuestro trabajo fue bajarlas para darles un tratamiento con una hierba amarga llamada chocolatillo. Al mismo tiempo que la madera estuvo curándose, se reforzaron los muros con elementos horizontales. El objetivo de estos refuerzos fue enlazar estos muros de carga para que volvieran a trabajar adecuadamente. Se encalaron sus paredes, se conservó el piso original de ladrillo, sus puertas originales de sabino con sus marcos de más de cien años y su herrería de forja artesanal. La casa recuperó su carácter, despertó su memoria y nosotros aprendimos un poco más sobre su historia.
El 24 de octubre de 1980, Huajuapan de León sufrió uno de sus más fuertes daños, colapsaron algunos edificios y muchas casonas de abobe presentaron afectaciones que en ese momento generaron un temor enorme. Sin embargo, ahora sabemos que muchos de esos inmuebles eran perfectamente rescatables. A partir de ese momento surgieron varios factores que generaron el menosprecio a la aquitectura vernácula. El creciente comercio de materiales de la construcción, la migración, el temor que han dejado los temblores y la confianza excesiva en sistemas constructivos modernos han provocado la desaparición de estas casonas. Después de los sismos del año 2017, en general ha permanecido la inercia de destruir lo poco que nos queda de patrimonio. De ahí la importancia de hacer conciencia y recuperar estas casas que, aunque son sencillas, guardan valiosísimas enseñanzas en sus paredes.
Estamos profundamente agradecidos por participar en esta nueva historia, en la que se busca devolver dignidad al conocimiento que guarda cada pieza de adobe, cada viga, cada puerta; una forma diferente de aproximarnos a la raíz, reconocerla juntos y traerla de nuevo a la vida cotidiana de estas familias.