EMBLEMATUM LIBER
El desarrollo de la imprenta transformó completamente las prácticas culturales de Europa durante el siglo XVI. De cierto modo significó una revolución comparable a la que registra nuestra época con las tecnologías digitales. La carta fuerte de esta revolución fue el humanismo, movimiento intelectual que colocó la voluntad humana al centro del pensamiento. Para expresar este conjunto de ideas, fue necesario el surgimiento de nuevos géneros de creación literaria.
En 1531, un próspero jurista italiano, un humanista llamado Andreas Alciato, publicó en Alemania un libro titulado Emblematum liber, híbrido que combinaba palabras con imágenes, buscando así un significado unitario. Cada ilustración se presentaba como un jeroglífico: una representación figurativa que debía ser interpretada. Iba acompañada de un lema o frase corta, generalmente enigmática, y de un epigrama. Eran, en palabras del investigador Herón Pérez Martínez: “textos sentenciosos, expresiones aforísticas, concisas, agudas, endurecidas por el uso”. El conjunto creaba todo un simbolismo que era preciso desentrañar. Según Alciato, la intención fue complicar lo sencillo y oscurecer lo obvio. Las sentencias se relacionaban con las costumbres y la moral. El naciente género de la emblemática se expandió pronto hacia la teología, la política y las prácticas sociales. El destinatario de estos impresos sería el gran público de masas.
El Fondo Antiguo de la Biblioteca Francisco de Burgoa posee una preciosa colección de volúmenes pertenecientes al género de la emblemática, como Idea de un príncipe político cristiano, de don Diego de Saavedra, o Empresas espirituales de Juan Francisco de Villaua. La imagen que acompaña este texto corresponde a un emblema del libro Lux Evangelica In Omnes Anni Dominicas (1657), de Henricum Engelgrave.